No todos los empresarios a lo largo de la historia han vivido ofuscados por el dinero y la avaricia. No todos fueron, ni son explotadores. Un excelente ejemplo de ello fue Henry Ford, quien hace cien años duplicó el salario de sus trabajadores. ¿La razón? Sencilla: para que éstos también pudieran comprar los coches que la empresa de este hombre de negocios producía. Así sus empleados devinieron clientes. La clientela aumentó, y como consecuencia se produjeron mejores coches a preferibles precios. "Salarios altos promueven la prosperidad del país", dijo Ford.

Qué lejos queda esa idea. Qué lástima que empresarios visionarios y brillantes como Henry Ford escaseen en la actualidad. Como todo. Vivimos en un mundo de escasez: escasean los recursos, los empleos, las oportunidades, la educación, la dignidad, el respeto, la ley, la justicia.

Y en México el salario mínimo no aporta para mejorar la situación de pobreza y dolencia que aqueja a las mayorías.

Dice el artículo 123 de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que ?Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos. Los salarios mínimos profesionales se fijarán considerando, además, las condiciones de las distintas actividades económicas?.

No obstante lo anterior, somos uno de los países con los salarios más bajos del mundo; y aunado a lo anterior, alrededor de siete millones de mexicanos ganan un salario mínimo. Nada más en el Distrito Federal, 370 mil ciudadanos perciben la cantidad de dos mil dieciocho pesos con setenta centavos al mes, a cambio de los servicios que prestan a sus empleadores.

Esto es indignante. En este país tener un trabajo no te salva de vivir desposeído y vulnerable.

Ayer, el presidente de la mesa directiva en la Cámara de Diputados, Silvano Aureoles Conejo, resaltó que ?de 1987 a 2014 el precio de la canasta básica aumentó en cuatro mil setecientos cincuenta porciento, mientras que el salario mínimo sólo ha aumentado novecientos cuarenta por ciento, comparado con lo que significa el costo de los alimentos?. Este rezago, este anquilosamiento en materia de salario mínimo mantiene a millones de familia en la penuria y materializa un obstáculo para el crecimiento y desarrollo del país y de su economía.

Así las cosas, me sumo a la propuesta del Jefe de Gobierno del Distrito Federal para aumentar el salario mínimo de forma gradual a $82.86 pesos diarios durante la primera etapa; y así sucesivamente, hasta que con éste se pueda ?satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos. Los salarios mínimos profesionales se fijarán considerando, además, las condiciones de las distintas actividades económicas?, como lo establece nuestra Carta Magna.

El aumento deberá darse de forma paulatina, moderada y monitoreada para evitar generar baja productividad, inflación, aumento de precios o desempleo. Asimismo, antes de esto se tendrá que desvincular el salario mínimo, ya que actualmente funge también como referencia de créditos y multas. Pero una vez que se logre esto, por el bien de la economía familiar y el bienestar popular, deberá aumentarse sin dilación alguna.

Presidencia y el Gobierno Federal se jactan de ser artífices de un porvenir lleno de promesas de riqueza y crecimiento. Se ufanan de combatir la desdicha del pueblo mediante inútiles y anacrónicas estrategias de asistencialismo y reparto de despensas. En épocas de triunfalismo y megalomanía, pareciera ser que para nuestros gobernantes todos los problemas serán resueltos gracias a las Reformas Estructurales que han logrado ser aprobadas. Sin embargo, mostrarán voluntad política y conciencia social si la propuesta del aumento al salario mínimo es aprobada. Que este proyecto también se sume al barco de las buenas esperanzas, la especulación y los buenos deseos. Total, estamos en tiempos de jugárnosla. Pues juguémonosla. Pero esta vez que sea por la gente.