Esta es una nota del diario británico The Independent en la que se denuncia el abuso de los llamados “trolls” de Twitter: http://www.independent.co.uk/life-style/gadgets-and-tech/news/pressure-grows-on-twitter-to-curb-abusive-trolls-8007756.html. Además de la denuncia, en esa información se exige a la compañía Twitter que limite las ofensas y las amenazas que afectan a muchas personas.

 

Los acomplejados tuiteros que se dedican a insultar en la red social han llegado a extremos como el de burlarse de las enfermedades graves de los hijos de gente famosa. Y esto ya no es aceptable.

 

Cada día más personas conocidas y triunfadoras abandonan Twitter porque no están dispuestas a soportar el odio de los anónimos resentidos.

 

Antes de las elecciones, participando en un debate en el programa de radio de Adela Micha, esta mujer, tan agredida por los fanáticos tuiteros de izquierda, me dijo que ya no leía las menciones que de ella se hacen en la red social.

 

No sería criticable que la señora Micha, cualquier día, abandonara Twitter, la red social que a ella, una mujer exitosa y trabajadora, no le ha dado nada.

 

Una de las comunicadoras consentidas de los tuiteros de izquierda, Carmen Aristegui, excepcional periodista, por el simple hecho de haber pedido a los partidos de izquierda y a su líder real Andrés Manuel López Obrador que no usaran su voz en un comercial político, fue miserablemente atacada en Twitter por los fanáticos.

 

Hace un par de días, solo porque critiqué, de manera respetuosa, una grabación que dio a conocer mi amigo Ricardo Monreal sobre unas supuestas, y negadas, cuentas bancarias de Luis Videgaray, los tuiteros de izquierda me insultaron hasta hartarse.

 

Mi pecado fue decir, lo que es demostrable, que Ricardo Monreal, al que aprecio y admiro, había presentado una falsa llamada con una operadora de ScotiaBank.

 

Cuando más me agredían, calumniaban e insultaban los trolls de izquierda, un comunicador al que respeto, Epigmenio Ibarra, que ha sido él mismo atacado ruinmente por los trolls, me acusó, basado únicamente en su apasionamiento político, de que yo soy el peor de los trolls solo porque no me creí la falsa llamada presentada por Monreal. Epigmenio se equivoca, y lo sabe. No insulté a Monreal al decir que había abusado dando a conocer “evidencia” claramente inventada.

 

Hace rato leí unas declaraciones de Monreal en las que dijo que pensaba demandar a las tiendas Soriana. Para Ricardo, que cayó en el peor de los excesos, los empresarios de Soriana son “hambreadores”. Pensé en criticar a Ricardo en mi columna porque, de plano, afirmar que los empresarios que venden alimentos provocan hambre es una falsedad propia de otras épocas. Monreal nunca ha sido un socialista o comunista dogmático y no se cree esas cosas, pero siento que los reflectores de la protesta postelectoral le están llevando a perder la capacidad del pensamiento objetivo. No hice la columna para refutar a Ricardo Monreal por no provocar la ira de los trolls. Solo por eso no la hice. No me molesta lo que me digan, lo qie pasa es que empiezan a darme flojera.

 

En fin, creo, como mucha gente, que Twitter mejorará si sus directivos diseñan procedimientos para minimizar las ofensas y las amenazas. No sirven de nada, sino que más bien son un incentivo para que mucha gente considere la posibilidad de dejar de tuitear.