“Lo que más nos conviene como individuos es que a México le vaya bien en el largo plazo.” - Gabriel Quadri de la Torre

 

Cuando la gente me pregunta el porqué del sentido en que emitiré mi voto, la respuesta es llana: Lo mío es una cuestión de ideología política. No de un candidato, no de un partido, no de un sexenio.

Ayer por la tarde, cuando el candidato Gabriel Quadri de la Torre se presentó ante una centena de aprendices de periodismo, tengo que reconocer que mi duda sobre por qué había aceptado la invitación de Nueva Alianza a ser su candidato presidencial fue resuelta de forma igualmente llana. Quadri aceptó, además de “por motivos personales”, porque él se denomina a sí mismo como liberal y es ésta la ideología política que Nueva Alianza afirma representar en sus estatutos.

Ahí estábamos pues en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García donde, después de una introducción sencilla y tal vez un poco desorganizada, se llevó a cabo la clásica sesión de preguntas y respuestas.

Para la decepción de muchos, tengo que decirles, no fue el mismo Quadri quien contestó las preguntas, que el Quadri ciudadano que acudió al debate. Y me parece que esto atiende a que, como él mismo reconoció, ya lo convencieron de que sí es un político, pero “no de los de siempre”.

Consciente de que no es un candidato para ganar, pero confiado en que Nueva Alianza no lo necesita a él para conservar el registro (yo no estaría tan segura), explicó que él entiende su campaña electoral como una forma de diálogo, de cuestionamiento, como una vía para crear una visión compartida del país.

Dice que le apuesta al voto libre y razonado, al voto valiente. Y a mí personalmente me parece un ejercicio sano. Pero en esta misma línea dijo también que él no promete nada, absolutamente nada.

Sólo propone, porque al final del día “lo que más nos conviene como individuos es que a México le vaya bien en el largo plazo.” Y es imposible no coincidir con esa afirmación, así como muchos indecisos después del debate coincidieron con sus propuestas. Pero también tengo claro que es muy fácil proponer lo que la gente quiere escuchar, cuando se sabe que no se contraerá el compromiso de cumplirles.

Quadri invita a votar por él como ciudadano más que como político, y que ese voto sirva más como un voto de castigo a la clase política que una oportunidad real de triunfo.

Sé que la idea es tentadora, y sé que muchos se la compraron enterita. Lo que a mí me gustaría aprovechar es, como defiende el mismo Quadri, la oportunidad de restarle poder a la clase política y devolvérsela a la ciudadanía.

El dilema aquí recae en que hoy los ciudadanos tenemos la oportunidad única de, en efecto, castigar al mal gobierno, pero sacando -al menos por unos años- a Elba Esther Gordillo de la jugada, quitándole el capital político que a través de Nueva Alianza tiene, dejándole claro que con un candidato ambientalista, con ideas liberales y novedosas no vamos a perdonar que tenga secuestrado al magisterio desde 1989 ni que, bajo su cargo, México ocupe el lugar 48 de 65 en competencia según los últimos resultados de la prueba PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes realizada por la OCDE entre alumnos de 15 años de los 34 países miembros mas 31 Estados asociados), a pesar de ser el país que mayor presupuesto destina a educación de entre los 34 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Creo que para cualquiera a quién le importe la educación en México, la relación costo-beneficio de votar por Quadri debería ser clara. Y creo que si de castigar políticos se trata, debemos aprovechar para fustigar a una de las que más profundamente nos dañan.