¿De qué lado está el corazón? A la izquierda, siempre a la izquierda. 

Desde hace muchos años oí esa frase y desde entonces he intentado que sea una forma de vida. 

Mi formación universitaria siempre ha sido encausada a lo social, eso lo aprendí en la escuela y lo sigo haciendo en mi vida, no sé si considerarme de izquierda, lo que sé es que quedarse posicionado en un solo lugar imposibilita que observes todo alrededor, vamos, por andar viendo el árbol muchas veces no te fijas en el bosque. 

De antemano lo digo, mi voto es para AMLO, lo conocí hace cerca de 6 años, a mis 22, siendo estudiante de Psicología en las asambleas que organizaba afuera del edificio donde vivía, cerca de metro Copilco, en ese entonces era lo del desafuero. 

El día de las elecciones le di mi voto, siempre consideré que era la mejor opción, honesto y leal, lo sigo haciendo, mantuve con muchas personas discusiones duras defendiendo mi decisión, defendiéndolo a él. De forma general todos pensaban que era un peligro, sin entender porqué lo decían, si no porque los mass media lo repetían sin cesar. 

Vino lo del fraude, porque hay que ser muy ingenuo o muy idiota para no darse cuenta que tuvimos durante 6 años a un presidente “espurio”, legal pero ilegitimo, que nos llevó a una de las historias más negras de nuestro país. 

Durante este tiempo nunca le di la espalda a ese proceso que comenzó desde 2005, apoyé a AMLO, no me integré a ninguno de sus movimientos ni fui a sus asambleas, sin embargo fui consecuente a la hora de votar. 

Ahora 7 años después veo cosas que comenzaron como una duda y que se han convertido en una crítica. 

En la búsqueda del poder muchos trocan su camino y AMLO a dado muestras de ello, no sé si como estrategia, pero las muestras son patentes. 

Muchos de sus supuestos leales, sus seguidores más radicales no analizan lo que sucede, simplemente dan sus diatribas simplonas, algo así como andar echando escupitajos. Algunos pretenden firmar cheques en blanco. 

No es que con esto se diga no hay que votar por López Obrador, en lo más mínimo, es lo mejor que hay, por encima de un Peña Nieto que hiede a represor y criminal, o a una Vázquez Mota que representa lo más gris y pútrido de nuestros sistemas, o a un Quadri entreguista y títere. 

Lo que digo es que hay que criticar la forma en que se llega al poder, porque hay muchos que cuando están abajo te piden que les extiendas la mano y estando arriba se les olvida que tú los ayudaste a llegar hasta ahí.

Obama es el claro ejemplo de ello, antes era el afroamericano del Yes, we can! 

Ahora es el mismo hombre con sed de poder que siguió reproduciendo el modelo intervencionista de su país. Muchos dicen que era lógico, el modelo perverso de control social, esa estrategia de poder, continúa, lo único que cambia es el conductor. 

Me parece que AMLO va encaminado en el mismo sentido, pero puede existir un punto de retorno. Ejemplos: 

Le da una puñalada a Gerardo Fernández Noroña, cuando ha sido uno de sus más leales, y no solo de palabra, se desmarca de él por su “radicalidad”, cuando lo único “malo” que ha hecho ha sido no ceñirse a las moralinas formas de la política, grita y toma la tribuna, siendo congruente con su ideología, pero no roba y lucra con el poder cual político hijueputa. 

Abandona a Martí Batres, lo deja a su suerte, cuando desde siempre fue alguien que estuvo junto a él, es más, lo deja cuando lo único que hizo fue defender esa supuesta postura amlista. Al mismo tiempo que se toma fotos y se da abrazos con “los chuchos”, esas hienas de la izquierda. 

Se rodea de empresarios y gente que orquestaron la guerra sucia en su contra, los perdona, él tan amoroso y aquellos tan arrepentidos, cual amantes falsos que velan por su amor patológico. 

Ofrece puestos de su gabinete a personas que siempre han sido iguales, donde estuvieran, en el PRI, el PAN, la iniciativa privada, en gobiernos, siempre neoliberales y represores, y aquí es donde coincido en una de las pocas cosas que ha tenido razón el Subcomandante Marcos, al decir: “el neoliberalismo es una maquina come dinero caga sangre”. ¿Dónde está el amor ahí? 

Esa estrategia de poder, el neoliberalismo, ha sido la debacle de nuestro país y de muchos otros lugares en el mundo. 

El libre mercado, el neoliberalismo, ha empobrecido a los ciudadanos del mundo, dándole poder a unos cuantos y excluyendo a unos muchos, creando eso que llama Bauman como Archipiélagos de excepción, generando desclasados, creando parias de esos sistemas, viviendo en un mundo vacío y condicionado a los giros del capital. 

AMLO quizá sea el amoroso, el problema ahora estriba en torno de las personas de las que se rodea. Gente con muy poca vocación de servicio y con mucho interés en mantener un estado y economía fuerte aun a costa de un pueblo pobre. 

Aunque mucha gente de su alrededor es valiosa, otra tanta siempre ha sido una escoria. De forma enfática AMLO parece decirnos:”no se metan en el pantano”. 

Y muchos de nosotros como respuesta nietzscheana podríamos decirle: “por qué me adviertes de eso si tú estás hundido en él”. 

Quizá como salvación podría contestar, como alguna vez me dijo un amigo, citando a Fito Páez: “Somos hombres decepcionados que aun creemos que podemos encontrar rosas en un pantano”. 

Aun tengo la esperanza de que en este pantano encuentre esas flores. Porque sino me mantendré: Así no Andrés Manuel…

 Enrique Zúñiga        twitter: @Zuva16