Érase una vez…en el emblemático municipio de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, un presidente municipal de la llamada “Cuarta Transformación” que ante la difícil situación del lugar le entregó la llave a Jesucristo.

Eso en vez de presentar un plan de gobierno municipal perfectamente definido, con estrategias eficaces para combatir todo mal que aqueja a aquel municipio, cuna de la oposición con la otrora gloriosa Coalición Campesino Estudiantil del Istmo (COCEI).

¿O Emilio Montero Pérez si presentó plan y estrategias? No se ha sabido. Por lo menos no de forma pública y tan ruidosa como la ceremonia celebrada la tarde-noche del sábado pasado en la explanada del Centro Escolar Federal Juchitán.

Ahí, con antelación convocó al pueblo y a los “respetables pastores de Juchitán y de la región del Istmo” a reunirse “junto con su congregación para pedir y orar” por su “Dios por las situaciones tan críticas que están viviendo en (su) municipio”.

Y en citatorio, elaborado en papel membretado y sello oficial de la presidencia municipal, Montero Pérez agrega:

“Por tal motivo todos los que amamos a nuestra Ciudad y deseamos ver su levantamiento y transformación, les hago la cordial invitación para que unidos, Autoridad y Pueblo Cristiano, clamemos y veamos la respuesta de lo que Dios puede hacer si nos unimos en este propósito, pues es mi voluntad entregar la llave de la ciudad a nuestro señor Jesucristo y proclamar delante de todos que Jesucristo es el Señor de Juchitán.

“Así pues, les pido como Presidente Constitucional de esta amada Ciudad su importante participación junto con su Iglesia”.

Una invitación que deja de lado la idea de “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”; o, en otras palabras, el ejercicio de la separación entre las sociedades civiles y la religiosa.

Es el principio del Estado laico consagrado en el artículo 40 de la Constitución Política General, que establece: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por la Ciudad de México, unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental.”

Y que reafirma el artículo 115, del siguiente modo: “Los estados adoptarán, para su régimen interior, la forma de gobierno republicano, representativo, democrático, laico y popular, teniendo como base de su división territorial y de su organización política y administrativa, el municipio libre…”

Y el municipio como base de la organización también debe acatar el principio laico. Pero el presidente municipal, emanado de Morena, lo hizo de lado al convocar a una reunión de pastores y creyentes de una religión específica, a la cual asistieron cientos de ellos.

Así, entre aplausos y cantos religiosos, Montero Pérez dijo: “Dios, en este acto lleno de fe, te entregamos la llave de nuestra ciudad; si Dios con nosotros, quién contra nosotros; me siento muy contento porque lo que un día fue sólo una oración hoy es una realidad, el día del cambio llegó, ya empezó, está en curso”.

¿Se refirió al cambio el cual enarboló en campaña la coalición “Junto Haremos Historia” (Morena-PT-PES), la misma que postuló al hoy Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador? ¿O a qué cambio?

En fin, ciertamente en Juchitán de Zaragoza hace muchos años se fue la paz en aquellas calles y secciones llenas de magia, tradición, colorido; de mujeres con racimos de iguanas en la cabeza, de trajes regionales multicolores; de hombres con sus redes de pescadores al hombro; de días de mercado para comprar totopos, camarón y queso fresco.

Ah, de aquél místico y glorioso Juchitán muy poco queda, porque ahí la violencia se ha enseñoreado. Han ejecutado a plena luz del día a habitantes que parecen personas con tren de vida normal; en mototaxis, en restaurantes, en casas habitación.

Han matado a políticos. El caso más reciente fue la ejecución de la candidata a segunda concejala de la planilla del PRI, Pamela Terán, en la víspera de las elecciones de julio del 2018, resultando víctimas colaterales la periodista María del Sol Cruz Jarquín y el chofer.

Ha sido tal la violencia que familias completas han emigrado a otras ciudades.

¿Qué ha pasado en Juchitán? ¿Por qué tanta violencia? ¿Qué clase de oro hay que los ejecutados en las calles llegaron a verse como cosa normal?

Quizá la pregunta la puedan responder quienes han ejercido los gobiernos municipales anteriores, en su mayoría (casi en un 90%) de oposición al PRI; ahí gobernó por muchísimos años el PRD, destronado ahora por Morena.

¿Por qué teniendo gobiernos de izquierda, que abanderan el combate a la pobreza y a la corrupción, Juchitán no ha florecido? No se ve desarrollo económico impresionante como debiera ser; el ayuntamiento siempre ha sido beneficiado con recursos estatales y federales precisamente por ser de oposición al partido gobernante en Oaxaca.

La única ocasión en que coincidió con la fuerza en el gobierno estatal fue en la anterior administración encabezada por Gabino Cué Monteagudo, emanado de la coalición PRD-PAN-PT-Convergencia.

Montero Pérez llegó a relevar en el gobierno municipal a la alcaldesa Gloria Sánchez López, quien en 2016 ganó postulada por el PRD y ahora es diputada local de Morena; es hermana del líder de la histórica izquierda en Oaxaca y fundador de la COCEI: Héctor.

En fin, retomando el tema: Cuando la campaña de 2018, Montero Pérez tocó la puerta de todas las religiones para pedir el voto, aun cuando en Juchitán sabían que la familia de él profesaba una fe específica. Entonces ¿por qué ahora convoca e invoca una sola religión?

Vaya, más bien el dilema es la transgresión al principio de laicidad en base al cual se debe gobernar como lo ordena la Constitución Política General.

En redes sociales hasta se mofaron del edil con frases como las siguientes: Después de que munícipe y pastor evangélico encomendara #Juchitán a Dios, (se) registran asaltos, robos y hasta un sismo. Emilio Montero López ocupa sellos oficiales y una escuela pública para rezar, pero la delincuencia le demostró ser laica.”

¿Cómo calificar la conducta del munícipe juchiteco? ¿Ignorancia? ¿adoctrinamiento? ¿fanatismo? ¿Falta de experiencia para gobernar? ¿Atole con el dedo al pueblo?

La delincuencia no se va a terminar entregándole la llave de la ciudad a Jesucristo, ni a toda la corte celestial.

Montero Pérez debería empezar por planear su gobierno, conformar una policía municipal sana de vicios y de vínculos con el crimen organizado y cumplir su promesa de solicitar se practique una auditoría a la administración municipal anterior.