Tras las pasadas elecciones presidenciales, que aún no han sido calificadas por las instituciones pero sí por los medios de comunicación aliados al sistema que se niega a cambiar, nos levantamos el sábado pasado con más asesinatos en distintas entidades de la república.

 

Según versiones extraoficiales fueron 12 las personas que perdieron la vida en la jornada violenta ocurrida el viernes por la noche en Apatzingán, Michoacán, donde de inmediato se presentaron 200 elementos del Ejército Mexicano, de las policías federal, ministerial y estatal para asumir el control de la "seguridad" en ese territorio michoacano donde, por cierto, inició hace 6 años la guerra de Calderón contra el narco.

 

Durante los recorridos realizados por militares y federales se encontraron los cadáveres de tres presuntos gatilleros que fueron reconocidos como Juan Martínez, Juan Sandoval y José Valdemar Cruz pero ni el gobierno federal ni el estatal han emitido todavía un reporte oficial.

 

A través de los medios locales de comunicación nos enteramos que también perdieron la vida tres policías federales y el inspector general de seguridad regional, y que cerca de las 11 horas del sábado falleció el oficial Mateo León Hernández, quien era atendido en el área médica de la 43 Zona Militar.

 

En el resto del país, entre la noche del viernes y el sábado pasados autoridades policiacas de cinco entidades documentaron el homicidio de 23 personas en acciones vinculadas al crimen organizado.

 

Nueve de los decesos ocurrieron en Chihuahua, siete en Jalisco, cuatro en Nuevo León, dos en el estado de México y una en Coahuila.

 

En Zacatecas, fueron encontrados 12 cadáveres  en un vehículo abandonado en la comunidad del Membrillo, municipio de Fresnillo.

 

Y en Tamaulipas, sujetos desconocidos colocaron 20 mantas en distintos puntos de la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, en las que se acusa a la Policía Federal de estar coludida con el narcotraficante estadunidense Mike El Gringo. Las mantas mostraban fotografías de personas asesinadas, a quienes la Policía Federal señaló como miembros de la delincuencia organizada.

 

La normalidad, a la que quieren acostumbrarnos tanto los gobiernos priístas como panistas, en resumidas cuentas es la muerte de presuntos integrantes del crimen organizado mientras los integrantes del crimen desorganizado mantienen sus cuellos completamente blancos y relucientes.

Lo que no resultó tan normal este fin de semana fue que el equipo mexicano ganara el mismo sábado por la mañana la medalla de oro en fútbol. Nunca la habíamos ganado.

 

Dijo bien Luis Fernando Tena, entrenador del cuadro mexicano, "El triunfo olímpico es para un pueblo tan necesitado de alegría".

 

Y sí, la gente salió a festejar aunque no toda la que esperaban las pantallas de televisión, que se vieron obligadas a desviar sus cámaras y micrófonos ante las mantas y gritos de protesta contra el PRI y su candidato Enrique Peña Nieto por parte de los integrantes del Movimiento #YoSoy132.

 

También volvió a la normalidad la Plaza de la Constitución, donde se montó la Expo-Fraude 2012. Miles de personas se dieron cita para conocer las pruebas y los testimonios con los que el Movimiento Progresista fundamentó su demanda de invalidez de la elección presidencial.

 

La presencia de los jóvenes en esta muestra documentada sobre las irregularidades cometidas por el PRI en el proceso electoral, así como la medalla de oro ganada también por jóvenes mexicanos, no formaban parte de la normalidad.

 

Ojalá que su presencia y su participación en la transformación del país se convierta en normalidad para todos, y que a nadie le resulte extraño ver a los jóvenes tomar las riendas del futuro de este lastimado país, necesitado de alegría, sí, pero sobre todo de justicia y paz.