Las redes sociales se convirtieron en el nuevo elemento que cohesiona la protesta social y son hoy el espacio que algún día ocuparon los partidos políticos como válvulas para el descontento popular. Juegan hoy también el papel que ejercieron algunos medios de comunicación que eran tribunas para combatir el poder.

Las redes funcionan como lubricante de la movilización social: permiten una comunicación horizontal, en la que no se distingue un líder absoluto sino que las cabezas se multiplican gracias a que aún no existe alguien que pueda controlarlas.

En las redes, particularmente en twitter, los elementos que cohesionan, y a velocidades de vértigo, son los hashtags, término que, en un intento de definirlo mediante las dos palabras en inglés que lo conforman, referiría algo como una etiqueta (tag) sustantiva (hash).

En español un hashtag podría definirse como una palabra aglutinante, un tópico que en twitter convoca a los tuiteros a hablar o discutir en torno a un tema particular.

Sostengo que el éxito de # LaMarchaSoy132 radica precisamente en la horizontalidad con que esta red permite organizarse a los estudiantes y a los tuiteros en general, puesto que no es necesario asistir a asambleas, ni trasladarse a algún lugar: sólo es necesario conectar la computadora o usar el teléfono inteligente para estar en contacto con quienes integran el movimiento.

#LaMarchaSoy132 es el primer movimiento juvenil del siglo XXI en México y el elemento aglutinador es la principal diferencia respecto de su más cercano antecesor.

El último movimiento juvenil del siglo XX, que ocurrió cuando estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México se organizaron para combatir la iniciativa del entonces rector Francisco Barnés de Castro (quien buscaba imponer cuotas en la máxima casa de estudios) careció de este elemento y a cambio tuvo su base en las ahora viejas formas de organización: a través de asambleas estudiantiles en espacios universitarios como las islas, los auditorios, o las explanadas.

Hoy, el espacio público es la red y los lugares de encuentro se construyen a través de hashtags.

En la protesta social horizontal del siglo XXI los jóvenes se organizan en todo el país porque no hay un centro que organice a la periferia. Las cabezas se multiplican, lo que ha permitido que las últimas protestas no ocurran exclusivamente en el Distrito Federal sino que tengan replicantes en casi todos los estados del país.

Esta forma de organización horizontal también choca y combate eficazmente a partidos acostumbrados a trabajar de forma vertical en la toma de decisiones. Por eso el Partido Revolucionario Institucional (PRI), tan experto y hábil en la forma de hacer política a través de decisiones cupulares y unilaterales, la ha pasado tan mal en este proceso electoral.

Para nuestra fortuna será difícil que el próximo presidente de la república, sea del partido que fuere, intente acotar la resistencia a través de las redes sociales, pues no veo posible que por decreto extinga la red de internet o que intente formar una especie de policía cibernética o que forme un cuerpo de ciberrepresores de la tecnoprotesta social.

Celebro las nuevas formas de resistencia del siglo XXI.