Kanye West es un rapero negro, casado con Kim Kardashian, afamado por decir cosas raras; recientemente lanzó su campaña presidencial, en Charleston, Carolina del Sur, postulándose como candidato presidencial por el Partido Birthday (nada qué ver con el Partido Birthday Ecologista).

Algunos opinan que podría ser el adversario más rudo para Trump (a quien apoyara atrás tiempo), otros que su candidatura le restará votos al candidato demócrata Joe Biden, y la gran mayoría cree que su campaña política en realidad es promoción para su último álbum: “Donda”, que se presenta el viernes 24 de julio. Como sea, Kanye West tiene todo para convertirse en próximo presidente de los Estados Unidos.

El comediante Jerry Seinfeld ya había advertido que un requisito para ser candidato presidencial es estar loco: “¿A quién necesita esta gran potencia mundial para gobernar? ¡A mí!” La cuestión es que Estados Unidos genera una especie de tolerancia a la locura, parecida a la de ciertas drogas como la cocaína, dónde se requieren dosis mayores para conseguir el mismo efecto.

En un país cuya cultura está basada en lo espectacular, un presidente escandaloso deja de impresionar a las masas cuando se presenta un adversario todavía más “Lorenzo” que Lorenzo Meyer.

Kanye West es un negro excéntrico norteamericano, tipo Dennis Rodman (basquetbolista travesti, amigo de Kim Jong-un), además de rapear y producir música, es el exitoso diseñador de los tenis Yeezy Adidas; y actor de reparto del reallity “Keeping Up whit the Kardashians”, que narra la vida cotidiana del jet set más naco, exótico y multimillonario de los Estados Unidos.

Kanye se cree un iluminado y se comporta y habla como genio incomprendido, una mezcla de Björk y Arjona; todas las cosas que dice son garantía de diversión, porque regularmente son declaraciones descabelladas que lo ponen en conflicto con la imagen “fifí” que le gusta mostrar el clan Kardashian, al que pertenece su mujer Kim (la Montijo gabacha).

Aunque Birthday Party no reunió las firmas necesarias para registrarse (¡un saludo al maestro “Borolas”!), la campaña presidencial de Kanye sigue, y algunos analistas creen que podría ganar peso si Kanye centrara su discurso, disperso e incongruente, lo cual es menos que imposible, pues parte de su genialidad “kitsch” consiste en el escándalo, siguiendo los pasos del gran precursor del surrealismo Salvador Dalí.

Durante los pocos días que lleva en campaña, Kanye muestra mucha creatividad, que le favorece en dos aspectos: 1. Genera confianza y garantía para resolver problemas. Y 2. La gente votaría por él nomás para ver qué se le ocurre frente los graves conflictos que tiene que enfrentar el Imperio Americano.

Comenzó su campaña portando un chaleco antibalas con la leyenda “Seguridad”, con la cifra 2020 rapada en la cabeza; diciendo, con lágrimas en los ojos, que sus padres estuvieron a punto de abortarlo y que él mismo estuvo a punto de abortar a su primera hija North, pero que una señal divina se lo impidió: “en mi departamento de París, tenía mi computadora abierta, con todas mis ideas creativas, mi línea de calzado, la portada de mi próximo tema, cuando la pantalla se puso en blanco y negro. Llamé a mi novia y le dije: vamos a tener ese bebé”.

Dios no necesitó de Ángeles, Arcángeles, zarzas ardiendo, escaleras, carros de fuego, nubarrones en el Monte Sinaí, sencillamente le mandó un mensaje a Kanye West poniendo su pantalla en blanco y negro.

Se sabe que Kanye ya le tenía cierto rencor a Kim porque posó para Playboy, a la que escribió: “Pongo mi vida en Dios para que la mamá de North nunca haga Playboy y eso está en Dios”.

Kanye afirmó que no combatirá el aborto, pero propuso el programa “aumento máximo”, que consiste en premiar con un millón de dólares a las mujeres que tengan un hijo, para disuadirlas de abortar.

También tuiteó que su mujer Kim, y su suegra Cris Jenner, pretendían secuestrarlo, amarrarlo, hipnotizarlo y esconderlo en el sótano, como al personaje de la película “Get Out”. Remató advirtiendo que si desaparece como Mandela, “ya saben por qué”.

Kim insinuó que se divorciaría de él, y el clan Kardashian ha disculpado sus declaraciones argumentando que Kanye es bipolar, lo cual, irónicamente le ha generado simpatías entre los defensores de quienes padecen el trastorno, incluyendo celebridades como Jamie Lynn Spears, Halsey y Demi Lobato.

Kanye dijo que la respetada abolicionista negra del siglo XIX, Harriet Tubman, “nunca liberó a los esclavos, sino que hizo que fueran a trabajar para otra gente blanca”.

Sobre el control de armas, aseguró que “disparar pistolas es divertido”, y que “si la gente dejara de tener armas otros países podrían invadir a Estados Unidos y esclavizar a la población”.

Pedir marihuana gratis para la población es más divertido que el muro de Trump y eso basta para coronarlo presidente. Si yo fuera gringo, votaría por él nomás por el morbo de ver si Taylor Swift está detrás de todo esto, planeando su secuestro tipo “Get Out”, para boicotear el lanzamiento de “Donda” (ya que la cantante también enunció el lanzamiento de su álbum “Folkore”, unas horas antes de la presentación de su enemigo y candidato presidencial, Kanye West).