En la columna anterior , dije que llegó a mi escritorio virtual el libro más reciente de Fernando Reimers (coordinador): “Propuestas Educativas Audaces”, en el que aborda, junto con varios autores, las Reformas Educativas que se han experimentado en diferentes países (2). Fernando Reimers, es un reconocido investigador educativo, quien trabaja en la Universidad de Harvard.

Al igual que la vez pasada, a continuación comparto una selección de textos correspondientes al capítulo 1 del mencionado libro, denominado: “Reflexión multidimensional sobre un cambio educativo ambicioso”, escrito por el mismo Reimers, donde presenta un análisis y reflexiones de interés para quienes se interesan en el estudio de las reformas educativas. Entre algunos párrafos inserté algunos comentarios y preguntas sobre el tema.

En el punto “1.3.5.” del capítulo 1 del libro comentado, Reimers señala lo siguiente: “La perspectiva política sobre el cambio educativo reconoce que la educación afecta a los intereses de muchos grupos distintos, y que esos intereses varían dentro de los grupos y entre ellos, y pueden entrar en conflicto. Como ejemplos de las variaciones dentro de los grupos, los alumnos y los padres son partes interesadas esenciales del sistema educativo, los supuestos beneficiarios de la educación, pero no todos los alumnos o padres tienen los mismos intereses con respecto a una reforma.”

“Por ejemplo, los padres de alumnos con discapacidades podrían valorar más las reformas que promueven la educación inclusiva que aquellos que no tienen las mismas necesidades; los padres de niños que hablan idiomas indígenas pueden valorar las políticas de educación bilingüe de manera diferente a como lo hacen los padres de niños que hablan el idioma predominante; y los padres de niños de bajos ingresos pueden valorar las políticas de educación compensatorias de manera diferente a como lo hacen los padres más aventajados socioeconómicamente. 

Los intereses también pueden variar entre los grupos.”

“…los intereses de los docentes en la educación pueden no coincidir totalmente con los de los alumnos. Y lo mismo puede decirse de las organizaciones de docentes, los políticos y los grupos empresariales que prestan servicios a los colegios o contratan a graduados escolares. Comprender la manera en que la política educativa se relaciona con la política nacional es fundamental desde una perspectiva política de la educación. Las organizaciones educativas difieren en función de su grado de asociación con la política y los partidos políticos nacionales.”

Esta parte del análisis es especialmente descriptiva de los diferentes procesos de reformas educativas diseñados y aplicados en países como México (durante las últimas 4 décadas), donde la perspectiva dominante (“reformista”) ha sido la “política” que, aunque se ha manejado mediante operadores políticos y de alta negociación, se ha mantenido poco empática con respecto a las diversas demandas de las organizaciones sociales y de la ciudadanía en general.

“Mientras que la perspectiva institucional y la profesional, o bien suponen que existe una congruencia entre los intereses de distintas partes interesadas de la reforma educativa, o bien priorizan los intereses de un grupo de partes interesadas frente a otros, una perspectiva política reconoce la posibilidad de que se produzcan conflictos de intereses entre las partes interesadas, y considera que la reforma es una manera de resolver esos conflictos.”

Podría decirse, a partir de lo delineado por las investigaciones sobre políticas públicas educativas comparadas (estudios encabezados por Reimers, entre otros), que las perspectivas dominantes de la Reforma Educativa de 2013, en México, fueron más bien de carácter político e institucional, que profesional, pedagógico y psicológico.

Por otra parte, si bien es cierto que los diferentes y reiterados intentos de reformas educativas aplicados en México (durante los últimos 40 años), han entrado a una fase de crisis de legitimidad y credibilidad, una de las preguntas que conviene hacernos, como sociedad, es: ¿Qué sigue? ¿Cómo salir de este atolladero? ¿Qué hacer ante la necesidad social del cambio en medio de la actual crisis sanitaria y económica? ¿Con este contexto crítico, hay indicios de una crisis educativa de grandes dimensiones?

El siguiente párrafo propuesto por Reimers, muestra de manera abierta cuál sería su posición, así como la de los organismos financieros internacionales, al respecto:

“Las preguntas clave desde esta perspectiva son: ¿cómo determinar la postura de los distintos grupos interesados respecto a una reforma? ¿Cómo animar a todas las partes interesadas a apoyar más la reforma, al mismo tiempo que se desmoviliza a los grupos que se oponen a ella?

 Algunos sostienen que los intereses políticos influyen tanto a la hora de determinar las instituciones educativas y la práctica educativa que pueden pasar por alto los intereses educativos de los alumnos. Chubb y Moe, basándose en un estudio de los logros académicos de 60 mil estudiantes de familias de bajos ingresos en mil 15 colegios públicos y privados en Estados Unidos, y en una serie de estudios de casos de colegios reformados, mantienen (la idea de) que la educación pública no atiende a los grupos desfavorecidos; que los colegios públicos en general no ofrecen la posibilidad al alumnado de desarrollar las competencias que exige la economía; y que los colegios privados muestran un rendimiento superior porque rinden cuentas ante los padres (Chubb y Moe 1990).”

Será necesario, en el futuro, no solamente tomar en cuenta la voz de docentes, directivos escolares y padres y madres de familia, sino también, y de manera especial, la voz representativa de las y los estudiantes.

¿Qué dice el Banco Mundial (BM) sobre el futuro de las Reformas Educativas?

“Un informe reciente del Banco Mundial sobre la educación afirma que la política explica a menudo la falta de convergencia entre los elementos clave en un sistema educativo, y que para que una estrategia de reforma tenga éxito es necesario movilizar a las partes interesadas para que puedan ayudar a esos elementos a converger con el aprendizaje.”

“El informe revela que, entre las partes interesadas clave con influencia sobre los estudiantes, los docentes, las aportaciones escolares y los gestores, que a menudo alejan al sistema del aprendizaje, están los políticos, las organizaciones de la sociedad civil, los pares y las comunidades, el sector judicial, el sector privado, los burócratas, los actores internacionales y otros actores. 

Para que el sistema funcione para el aprendizaje, estos actores tienen que converger (Banco Mundial 2018, 21).

“Pero los sistemas educativos pueden tener otros objetivos que posiblemente dificulten los esfuerzos por mejorar el aprendizaje. 

Por ejemplo, los políticos consideran a veces que los sistemas educativos son una herramienta para recompensar a sus partidarios con trabajos de funcionarios, o para impresionar a los votantes con programas de construcción escolar que son visibles, pero no están estratégicamente planificados. Estos objetivos pueden no coincidir con el aprendizaje, lo que hace que los colegios tengan edificios que no pueden usar y que los profesores no sean competentes. Donde estos objetivos compiten con otros, el resultado es que el sistema educativo en general y sus actores no están orientados hacia el aprendizaje”. (Banco Mundial 2018, 175).

De tal manera es relativamente cierto esto, por su carácter descriptivo mas no explicativo, que la posición del BM termina por ser, a veces, menos conservadora que la de algunas élites políticas locales. De cualquier modo, y sin negar la importancia de “lo educativo” como parte de un proceso político, lo que nos muestra este tipo de estudios, como el contenido del libro analizado, es que los gobiernos nacionales (o federales) al igual que los gobiernos de las entidades federativas o locales, imponen a personas y grupos incondicionales para que administren a la educación pública, sin contar con la experiencia ni con los perfiles profesionales adecuados para llevar a cabo los procesos reformistas, los cuales habrían de orientarse hacia el fortalecimiento de los factores de la enseñanza y los aprendizajes, como garantía del aseguramiento del derecho a la educación.

“Todas las reformas estudiadas en este libro –dice Reimers-, se enmarcaban en un contexto político que impulsaba la reforma, y ninguna de ellas era simplemente una consecuencia de una mejoría gradual del sistema. En algunos casos, estas reformas vinieron seguidas de transiciones políticas (Polonia, Portugal y Rusia) o de un programa político más amplio de un gobierno en funciones (México). En otros, reflejaban la creciente participación de la sociedad civil en la educación (Brasil). 

La aparición de intereses contrapuestos como obstáculos para la reforma es más destacada en Brasil, México y Polonia. En Perú, los reformadores intentaron crear a propósito un apoyo político para la reforma identificando los intereses de distintos grupos interesados poderosos y haciéndolos converger. 

Por ejemplo, se consiguió el respaldo del sindicato de profesores con varios programas de incentivos docentes y una estrategia de comunicación que hacía hincapié en que los docentes colaborasen en la reforma.”

Pregunto: “¿Un programa político más amplio de un gobierno en funciones (México)”? Además, no puede olvidarse, sin embargo, que durante la operación de la reforma educativa de 2013-2018, en México, también el gobierno entregó voluminosos recursos financieros a la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), para que “contribuyera” a promover las bondades de la reforma en general, así como las “innovaciones” del nuevo Modelo Educativo

Por cierto ¿alguien sabe si hubo rendición de cuentas y transparencia sobre esos recursos?

En conclusión, para Reimers: “La reforma mexicana se inició a consecuencia de un pacto político diseñado para producir un cambio en la gestión educativa… Al emprender estas reformas, los gobiernos han seguido unas estrategias que reflejan una manera cultural, psicológica, profesional, institucional o política de entender el proceso de cambio, basándose con frecuencia en más de una perspectiva, pero rara vez con una visión totalmente multidimensional del proceso.”

Quizá una de las lecciones aprendidas sobre los dos intentos fallidos de reformas educativas recientes, aplicadas en México (2013 y 2019), sea recuperar el hecho de que las iniciativas de transformación del sistema educativo nacional, no pueden realizarse desde una perspectiva institucional excluyente y elitista, sino que se requiere, en todo caso, de la participación amplia y organizada de la ciudadanía, pero sobre todo de los actores principales que integran a las comunidades educativas: Docentes, estudiantes, padres y madres de familia y directivos escolares.

Fuentes consultadas:

(1) Ver: “Las Reformas Educativas desde los Gobiernos”. Parte I, SDP Noticias.com, 5 de febrero, 2021.

(2) Fernando M. Reimers (Editor) Propuestas Educativas Audaces. La transformación de los objetivos de los sistemas educativos desde los Gobiernos. 1ª edición. Enero, 2021. Edita: UCJC Stamp. Impreso en España.

jcmqro3@yahoo.com