Esta es una simple reflexión basada en la estadística. Me ha llamado la atención la siguiente gráfica de ingresos diarios a los hospitales de la Ciudad de México —del 1 al 27 de diciembre— de personas contagiadas por el coronavirus. El dato que de inmediato destaca es que no solo sea, en todos los casos, excesivamente elevado el número de enfermos con residencia en otras entidades, sobre todo en el Estado de México, sino que inclusive haya algunos días en los que, ni hablar, quienes tienen su domicilio en municipios mexiquenses superan en cantiad a los hombres y las mujeres que sí habitan en la capital del país.

Hospitalizaciones CDMX

No sé si lo anterior se deba a que la población de la CDMX se cuida más que la del Edomex, o bien a la existencia de mayor capacidad hospitalaria en la región gobernada por Claudia Sheinbaum que en la entidad administrada por Alfredo del Mazo. Cualquiera que sea la razón, el hecho es que la ciudad capital soporta una carga extraordinaria, que en rigor no debería corresponderle, pero que acepta sin protestar por elemental sentido de la ética. Por humanismo, sí, pero también porque, dado el esfuerzo por ampliar la capacidad hospitalaria, ha sido posible recibir, para brindarles atención medica, a enfermos que probablemente no han encontrado camas de hospital en sus lugares de origen.

El gobernador y los alcaldes del Estado de México, que seguramente colaboran y se coordinan con las autoridades capitalinas, deberán tomar nota de lo anterior, no solo para agradecer a la CDMX por el peso que les quita, algo que en realidad es lo de menos, sino para calcular el tamaño de las inversiones a realizar de inmediato en más —y mejor distribuidas— instalaciones hospitalarias para seguir enfrentando a la pandemia. Porque el Edomex, con su enorme presupuesto, no tendría por qué batallar para gastar en lo urgente hoy en día. Un hombre sensato como el gobernador Del Mazo —de los pocos gobernantes locales que no pierden el tiempo en la grilla partidista— sabrá aplicarse y hacer lo correcto. Porque hay covid para rato, a pesar de la esperanza generada por la fabricación de vacunas en naciones que en el pasado sí supieron destinar recursos suficientes a la ciencia y a la tecnología.