Doce años en el poder cambiaron tanto a los panistas que ya casi parece increíble creer que se trata de los mismos que en un pasado no tan lejano proyectaban al PAN como el partido de la gente decente. Y seguramente que sí eran decentes, si bien mochos e hipocritones, aunque como que más bien cargados hacia el patrón que a los trabajadores. De hecho, el de los blanquiazules también llegó a ser conocido como el partido de los empresarios.

En realidad, el PAN fue mucho tiempo un partido integrado con gente de la clase media alta, esa que ya tenía resuelta su situación económica y que a los políticos los miraban con desprecio. Es más: el desprecio estaba justificado en parte, porque a los políticos que los panistas miraban eran los priístas del diazordazato, del echeverriato, del lopezportillato, del delamadriato, del salinato, hasta llegar al  zedillato.

Por supuesto, en la medida en la que pasaba el tiempo, la percepción sobre los políticos se fue modificando. Así, en pleno salinato, los panistas comenzaron a parecerse a los priístas que tanto desdeñaban, pues para entonces ya se había dado el cogobierno que permitía la gobernabilidad del país con el PRI y el PAN. Más adelante, a esa mancuerna se le conocería como PRIAN y prianistas a sus integrantes.

La llegada del panismo al gobierno federal no significó cambio alguno: la estructura del poder permaneció intacta, como en los mejores tiempos del PRI, pero con unos políticos mediocres, ineptos e ingenuos en el mejor de los casos. No pasó mucho tiempo para que la gente comenzara a extrañar a los políticos priístas, al grado de llegar a popularizarse una frase que lo resumía todo: “Que vuelvan los corruptos y que se vayan los pendejos”.

Con Felipe Calderón las cosas resultaron peor: acusado de una fraudulenta elección que nunca se probó (las “pruebas”, como las de ahora, nunca fueron tan contundentes, pero sí daba margen para la sospecha lo apretado de la diferencia entre el primero y el segundo lugar, cosa que no se dio esta vez), el panismo mostró su nueva faceta.

¿Cuál fue esa faceta desconocida de los panistas en el poder? Obligado por las circunstancias, el PAN en el poder metió al país en una escalada de violencia con el pretexto de la declarada guerra al crimen organizado, misma que ya ha costado la muerte de más de 60 mil mexicanos de uno y otro bando, incluidos los denominados “daños colaterales”.

De manera, pues, que aquella vieja imagen del panista de altos valores éticos y morales, incapaz de cometer alguna irregularidad en contra de sus semejantes, ya es parte del pasado. Bueno, es obvio que aún existen panistas decentes, pero no son los que se encuentran en el actual gobierno, culpable de la debacle sufrida por ese partido en las elecciones de julio pasado.

Desde antes del arranque formal de la campaña estaba visto que al PAN le iba a ir mal en la elección por el comportamiento del gobierno encabezado por Felipe Calderón; tanto así, que se fue directo al tercer lugar, no al segundo. La población aplicó el voto de castigo a los panistas: cerca de 19 millones para Enrique Peña Nieto y 15 millones para Andrés Manuel López Obrador.

Estaba claro: ganaba el candidato priísta o el postulante de la izquierda, pero no una Josefina Vázquez Mota que fue víctima de las circunstancias. El propio Felipe Calderón, reunido con una veintena de dirigentes panistas, acaba de aceptar la parte de responsabilidad que le corresponde de la derrota sufrida por el PAN en la elección del primero de julio pasado. La autocrítica hacía falta.

No obstante, será difícil que los panistas vuelvan a ser vistos como antes. Si en el pasado el político priísta era sinónimo de corrupción, hoy el político panista no le va a la zaga. Tampoco están exentos de la corrupción los políticos de izquierda o de cualquier otro signo.

Pero el país necesita ver hacia adelante. Independientemente de las distintas formas de pensar de los mexicanos, la nación requiere salir del hoyo en el que se encuentra metido por culpa de la ineptitud de los panistas. En una de esas, ya fuera del poder, los panistas de ahora vuelven a ser tan decentitos como los de antes.