Hace 16 años nació, como se conoce ahora, la revista Zócalo que dirige el tenaz y comprometido Carlos Padilla. Sabía por él años atrás de su idea original de crear un periódico para el zócalo de la Ciudad de México. Eran los momentos de auge de la Fraternidad de Reporteros de México en la que Carlos participó en su primera etapa, para después salir de ahí y emprender su propio proyecto de manera independiente.

Hace 16 años tuvo la gentileza de invitarme a la presentación de la primera entrega de la revista Zócalo con más entusiasmo que certezas sobre el futuro. En efecto, crear un medio quizá no sea muy difícil. La dificultad estriba en mantenerlo a flote. Y en ese sentido la revista Zócalo ha sido exitosa porque permanece e incide en la agenda de la comunicación.

Al transcurrir de los años la revista Zócalo ha ido mejorando su presentación, ampliando sus páginas en color y añadiendo suplementos sobre distintos temas, pero sin apartarse de su común denominador: la comunicación y las vías para lograr contagiar en los medios las prácticas democráticas.  O al menos, en sus páginas se puede cotejar el deber ser con el ser donde, por desgracia, existe una abismal diferencia.

El aporte de Carlos Padilla con Zócalo es que no se ha quedado en su zona de confort; antes bien, sus páginas han sido un espacio abierto y plural para dar cabida a las más distintas voces sobre las múltiples aristas de la agenda de los medios como objeto de análisis y del Estado como generador de normativas para los medios o, por el contrario, la falta de ellas, como el de la publicidad oficial, prometido por el presidente Enrique Peña Nieto, otro compromiso incumplido. 

En 16 años muchas cosas han cambiado. Se han dado avances formales en la ley en temas como los medios públicos y los comunitarios, la mejor regulación de la concentración por un buen trabajo de la Comisión Federal de Competencia Económica, pero siguen presentes muchos retos. Por un lado, falta traducir en acto lo que establece la ley y, por otro, avanzar legalmente en temas de singular importancia como el de la publicidad oficial que hace las veces de mecanismo de control indirecto que lastima el derecho a la información. Y eso pasa en los gobiernos de todos los colores partidistas. La arbitrariedad y la ventaja política sustituyen la transparencia y la equidad al momento de asignar pautas de publicidad oficial. 

En esta lucha y otras relacionadas como el derecho a saber, el ejercicio de la libertad de expresión y sus ataques y amenazas son preocupación y ocupación de la revista Zócalo, que habitualmente trata desde distintas ópticas esas simetrías y, sobre todo asimetrías, que siguen gozando de cabal salud en el país.

El esfuerzo de vida de Carlos Padilla con la revista Zócalo no ha sido en vano. No sólo por mantenerse en el mercado- que eso por sí mismo es reconocible- sino por no perder el espíritu crítico razonado de lo mucho que queda por cambiar en la relación entre los medios, el Estado y la sociedad. En 16 años mucho ha cambiado, pero quizá todavía más sigue exactamente igual. Las razones que animaron el nacimiento de la revista Zócalo permanecen más de un cuarto de siglo después siendo las mismas.

@evillanuevamx

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