Alemania se consagró como campeón del mundo después de hacer un Mundial brillante en Brasil. Es difícil hablar de justicia en el balompié, un deporte que siempre es subjetivo. De acuerdo a muchos, por ejemplo, si el fútbol fuera justo México debió superar a Holanda en octavos de final, pero para otros el marcador fue justo por lo que dejó de hacer el combinado tricolor.

No obstante, en la recién finalizada Copa del Mundo, el equipo teutón siempre destacó por encima de todos. Fue el que más goles anotó (claro está, en gran parte por la goleada ante Brasil), tuvo al segundo mejor goleador y segundo mejor jugador del torneo (Müller) y al jugador más regular en cuanto a desempeño, así como el que más pases de gol dio (Kroos). Los alemanes, por su mentalidad, por su cultura, nunca se dan por vencidos, siempre van hacia adelante e intentar ganar todos los partidos.

Así fue el juego de la final. Un partido muy trabado, Argentina vendió cara la derrota. La defensiva sudamericana ejerció una marcación muy cerrada a los ofensores europeos, los albicelestes tuvieron un par de chances inmejorables con Higuaín y Palacio, quienes definieron de forma terrible. Sin embargo, Alemania fue un equipo que siempre intentó llevarse la victoria, los cambios de Löw fueron ofensivos, Shürrle para buscar más profundidad, Götze para intentar tener más movilidad. Irónicamente las modificaciones resultaron tanto que ambos terminaron por ser los protagonistas de la jugada que les dio el campeonato a los germanos. En cambio, Argentina buscó dosificar a su gente, esperar un descuido alemán o una genialidad de Messi, algo que nunca llegó.

Desde el comienzo del torneo Alemania fue el equipo más sorprendente. Era el favorito de muchos, era obvio que estaba llamada a ser protagonista. Una virtud importante es que se supieron levantar siempre de los infortunios. Reus quedó fuera pocos días antes de comenzar la copa, Mustafi se lesionó después del segundo partido, Khedira fue baja de última hora para la final, Kramer quedó noqueado antes del medio tiempo en el partido definitivo. Todo esto jamás mermó el ánimo ni el deseo de conseguir el objetivo de ser campeones del mundo.

Hoy el mundo del fútbol se rinde ante Alemania. Un país que entendió la importancia de la continuidad, de la visión a largo plazo, que no se desesperó, que invirtió más en fuerzas básicas y menos en publicidad. En su liga local se reparte de forma equitativa el dinero por los derechos de trasmisión, no se escucha nunca que un club quede en quiebra o que tenga problemas legales. Incluso se dieron el lujo de construir su propio complejo para el Mundial y de repartir dinero a una tribu amazónica.

La grandeza se mide dentro y fuera del terreno de juego. Los alemanes demostraron ser los mejores en ambas facetas. Alemania conquista el mundo del balompié con justicia, con un Kroos que se lució y fue una grata sorpresa, con un Klose que superó a Ronaldo como mejor goleador en los mundiales, con Müller encaminado a superar a su maestro, con un Hummels convertido en el mejor central del mundo, con un Lahm que siempre se mantiene como líder y ejemplo para su grupo, con Schweinsteiger que deja todo en cada jugada y muestra siempre su pundonor y Neuer convertido en una muralla, el mejor arquero del mundo.

Enhorabuena para Alemania, ojalá se copien muchas cosas de lo que hizo este equipo, dentro y fuera del campo, en todo el mundo. El Mundial de Brasil 2014 fue espectacular, quedará en nuestra memoria durante mucho tiempo y, lo mejor, fue ganado por el mejor equipo. Así entonces.