IRREVERENTE

Les platico: Parecería que es un artículo de tema muy local, pero no lo es.

Vayamos al punto y por partes, como diría el célebre Dr. Jack The Ripper en sus clases de cirugía quirúrgica que impartía en la Universidad de Dublín. Escalpelo, por favor, enfermera. ¡Arre!

En Nuevo León no gobiernan los panistas a pesar de tener 16 de los 51 municipios en su poder, tras las elecciones del año pasado.

En teoría, el PAN es la fuerza política predominante en NL.

Con ustedes “La Santísima Trinidad”

Solo en teoría, porque quienes realmente mangonean a ese partido en éstas bárbaras, inseguras y sedientas tierras del norte, son tres a los que aquí denominan “santísima trinidad”: Raúl Gracia, Zeferino Salgado y Víctor Pérez.

De este apetitoso pastel que es Nuevo León, Gracia se quedó con el control del Congreso local, con la presidencia del Tribunal Superior de Justicia en el Estado y con la del partido estatal, entre otras “minucias partidistas”, donde además salen beneficiados familiares suyos, comenzando por su esposa.

Chefo es dueño del corredor del norte, como se denomina a las alcaldías que van desde San Nicolás de los “Salgado” -perdón- de los Garza, hacia la frontera con Estados Unidos, aunque también tiene a su hermano Pedro -ex alcalde de dicho municipio- como diputado federal.

Pérez es el más humildito: está como diputado federal y ahí tiene metido a su escudero Héctor Castillo, quien fuera alcalde por seis años del sufrido municipio de Santa Catarina. Pérez explota ese feudo desde hace más de 15 años cuando fue alcalde. Ahí pone y quita a su antojo desde presidentes municipales hasta a los porteros de las dependencias. Bueno, también regentea a los proveedores de sistemas de radio y telecomunicación en las alcaldías blanquiazules y en una que otra del PRI y de los demás partidos.

De cada uno de estos “santones panistas” me iré ocupando con la técnica del Dr. Ripper: poco a poco.

Hoy le toca a Víctor Pérez

Santa Catarina es un municipio en apariencia pobre, y más si se le compara con su vecino al oriente que es San Pedro Garza “Treviño de Hoyos” -perdón, García, considerado como el más acaudalado de México y uno de los más ricos del continente.

El actual Alcalde Jesús Nava ganó sin despeinarse porque su patrón Víctor tiene bien aceitadita su maquinaria de “cuadros territoriales”, principalmente en las zonas más desfavorecidas del municipio.

Perdieron gacho en las áreas más cercanas a San Pedro, a las que se conoce como “Sampedrito” o Valle Poniente.

En estos lugares viven los hijos de los “santones” de la Del Valle sampetrina.

Esos vástagos no tienen la lana de sus papás, mamás y abuelos y por eso han migrado sus tiliches a Cordillera, Las Montañas y otras zonas de departamentos en las tierras que acaparan las familias de los Calderón, uno de ellos el popular “Manitas” Javier Garza Calderón, quien por cierto se volvió ojo de hormiga desde hace varios meses cuando anunció que estaba juntando a un grupo de inversionistas para quedarse con la operación de primer piso de Citi Banamex, que se está yendo de México.

Entonces, volvamos a Nava.

Copia, lo malo y no lo bueno

No sé si de motu proprio o por “sugerencia” de Víctor, pero se trae un desmadrito copiando lo más malo de su alcalde vecino, Miguel Treviño de Hoyos. (¿Ahora ya vieron el por qué el “lapsus” de cambiarle el nombre a este municipio?. Gracias).

A pesar de que por todos lados pregona que gobierna a un municipio pobre, opera al revés.

Por ejemplo, enciende las luminarias de alumbrado público de día y las apaga de noche.

Pastorea con “apantallajes” -no patrullajes, las zonas pegadas a San Pedro y la presencia de sus policías brilla por su ausencia en las zonas más desprotegidas, vulgo “jodidas”.

Corta el agua a los pobres y se las ingenia para que esto no ocurra o se de en forma medida, discreta y moderada en las áreas donde viven los medianamente acomodados.

Instala los enfadosos, estorbosos, inútiles y p3nd3jos filtros o retenes de “seguridá” en las avenidas destinadas a rápida circulación.

Bajo su administración y también la de su antecesor Castillo y desde “nantes”, los edificios de multifamiliares se están reproduciendo en “Santa” como gremlins en aguacero.

Hace nada por controlar el desmadrito que se arma en una de las cantinas más grandes del Estado: El Parque La Huasteca.

Ahí la gente va a ponerse hasta el chongo y se da uno de los índices más altos de “cristalazos” a los vehículos que dejan estacionados los deportistas que practican ahí ciclismo, senderismo y rapeleadas.

Nava no gobierna para los santacatarrrrrinenses.

Obedece a su patrón Víctor Pérez y “gobierna” de acuerdo a los intereses de la 3ª parte de la “santísima trinidad”.

Apenas posó sus posaderas en los aposentos del otrora palacio municipal -hoy simplemente “edificio”- sacó su parchís y comenzó a mover de lugares y de puestos las fichas que Pérez dejó ahí desde tiempos inmemoriales y que los posteriores alcaldes bajo su peculio sostuvieron por sus pistolas, mal llamadas “órdenes superiores”.

Nava no está solo ni es el único

No, señoras y señores. ES tan solo un botón de muestra.

Lo que él hace es una réplica al carbón de lo que ocurre en muchísimos municipios de este vapuleado y sufrido, pero feliz feliz feliz, país.

Es la historia detrás del retroceso económico, político, de salud, educación y de seguridad que padecemos los mexicanos, en medio de un mar de corrupción, que en este caso se pinta de azul y blanco, pero que tiene otros colores muy diversos.

Nava obedece y hace lo que su patrón le dicta, porque si lo hace, su futuro político podría ser prometedor.

Está donde está porque Víctor lo puso ahí, y sería muy ingenuo si quisiera batear sin tomar la señal de su mánager.

Nava es joven y tiene al mundo por delante.

Lástima que tenga que pagar renta, tributo y diezmo al verdadero dueño del changarro… y “santo señor” de su sino político.

CAJÓN DE SASTRE

“Entonces ¿qué? ¿Mañana le sigues con el Chefo?”, pregunta la irreverente de mi Gaby. Y yo le respondo: si el Dios de Spinoza no dispone otra cosa, sí, con acento en la “í”