Dice el presidente AMLO que “estamos en tiempos de zopilotes que se comportan como buitres”, sí, pero es necesario ir más allá en un aspecto central: la presencia de intelectuales de la derecha retrógrada, del bloque de la corrupción y los privilegios que no se cansan de repetir desde posturas de doctorados en el extranjero, que el gobierno actual es asimilable al concepto de “tiranía”. Cada vez lo hacen con mayor frecuencia y sustentan el concepto citando autores conocidos y de prestigio. Por ejemplo, los sandinistas durante la insurrección contra el régimen de Somoza que llegó al poder con el concurso de una invasión de los “marines” de EUA a Nicaragua, se referían a dicho régimen como “la tiranía somocista” y al ejército que lo cuidaba y reprimía a los opositores aniquilándolos con sus armas, como “una guardia pretoriana”. A los gobiernos de América del Sur que llegaron al poder mediante golpes de Estado sangrientos y que luego se conoció, asesinaron bajo su régimen de “Estado Contrainsurgente para la Seguridad Nacional”, a decenas de miles de patriotas y luchadores políticos que resistieron la ruptura del orden constitucional, los han llamado siempre “las dictaduras militares” protagonistas de “las guerras sucias” en el subcontinente.

Al gobierno actual del presidente AMLO se refieren como “la tiranía” y/o “la dictadura”. Observen ustedes el tamaño inmenso de la falsificación ideológica a la que se recurre, al tamaño bárbaro de la mentira vuelta “propaganda negra”. No hay la más mínima seriedad que sus doctorados en el extranjero les exigirían (me refiero a los panelistas del programa “La Hora de Opinar”), simplemente siguen la recomendación del Sr. Alasraki: “Yo tengo la solución: entre más mentiras digas de Morena (y claro del presidente, JRY) mejor te va”, dicho en conversación con Roberto Madrazo ex gobernador de Tabasco, uno de los más grandes dinosaurios (muy cuestionado en su honestidad) de la política nacional (16 de febrero de 2022). Agregó Alasraki: “esta elección no va a ganarse con publicidad sino con propaganda”. La misma, no aporta elementos de razonamiento a quien escucha lo que se afirma, simplemente fija ideas falsas en la mente del receptor del mensaje...

El publicista mencionado fue el autor de la consigna propagandística durante la campaña para la elección de gobernador del Estado de México de Arturo Montiel: “los derechos humanos son para los humanos no para las ratas”, que tanto alabó como genial “el Jefe Diego”. ¿Dónde están las críticas de los que se doctoraron en el extranjero a estas barbaridades propias de un propagandista y de un futuro gobernante (en ese momento) con mentalidad de violador masivo de los derechos humanos de cualquier persona, cualquiera que fuera su condición?, lo cual efectivamente hicieron el tirano Anastasio Somoza y los dictadores militares como, Pinochet, Videla, y muchos más. Llamar “tirano” o “dictador” al presidente AMLO es un despropósito teórico, político e ideológico verdaderamente descomunal inescrupuloso e intelectualmente corrupto porque saben que no lo es, que están mintiendo y no obstante lo afirman una y otra vez, simplemente “propaganda negra”.

Ello expresa la etapa actual que vivimos de decadencia de la derecha como fuerza ideológica, del pensamiento reaccionario como fuerza social, no ha desparecido ni desaparecerá totalmente, nunca sucede así, sino como fuerza susceptible de llegar al poder, o de regresar, por medios democráticos.

La sociedad está cambiando y esta fuerza sociopolítica e ideológica se empeña en un regreso a lo inservible. Todas estas estridencias y formas políticas e ideológicas obtusas resurgen como expresión de la decadencia, no como manifestación del debate hacia el progreso. Es esta debilidad decadente de la derecha y del pensamiento de la derecha, lo que obliga a sus líderes a actuar con extrema ansiedad, con desesperación y a echar mano de lo que sea a cualquier precio.

Para referirnos a la historia de la filosofía griega tomaremos a uno de los exponentes de la filosofía, de las concepciones y posturas más conservadoras de entre los filósofos más conocidos, a Platón y lo que de él escribe un teórico de la socialdemocracia italiana y europea en general como Norberto Bobbio:

“Platón, como todos los grandes conservadores que siempre tienen una visión benévola hacia el pasado y una mirada llena de miedo hacia el futuro, tiene una concepción pesimista (Kant diría terrorífica) de la historia. La historia no como progreso indefinido, sino al contrario como regreso definido; no como progreso de lo bueno hacia lo mejor, sino como regreso de lo malo hacia lo peor. Platón vivió en una época de decadencia de la gloriosa democracia ateniense (…) Él como todos los grandes conservadores es un historiador (y moralista) de la decadencia de las naciones más que de su grandeza. Frente a la continua degradación de la historia, la salida no puede estar más que fuera de ella, en un proceso de sublimación, que significa (…) un cambio radical”. (2012)

Norberto Bobbio

Y es Platón justamente (como intelectual o filósofo de aquellos tiempos y de concepción conservadora) particularmente él, quien acuña en su análisis de las “constituciones corruptas” (llama así a las formas degeneradas de ejercer el poder) a cuatro de ellas: “timocracia”, oligarquía, democracia y tiranía”, pero le faltan dos fundamentales, “la monarquía y la aristocracia”, a las que denomina formas de “constitución ideal”. La tiranía es una forma de gobierno degradada proveniente de la monarquía, con ella la degeneración de la monarquía toca fondo, y consigna además que, por ejemplo, la pasión que domina al oligarca es la riqueza y la pasión que domina al tirano es la violencia; él se caracteriza por ser un gobernante que ejerce permanentemente la violencia contra los gobernados, que los reprime “que derrama sangre ciudadana; bajo falsas acusaciones”.

¿Cuál es la monarquía de la que proviene el gobierno de AMLO? Y ¿cuál es la violencia sangrienta que ejerce sobre los ciudadanos con acusaciones falsas?. Esto aplica perfectamente bien en el caso de Anastasio Somoza y todos los dictadores militares sudamericanos e incluso centroamericanos ¿Es el caso de México? Sería hasta ridículo afirmarlo. Deben -quienes lo afirman- no tenerse ningún respeto a sí mismos para enderezar semejante infamia. Zopilotes o buitres es poco decirles.

La coyuntura en México hoy es la de “una guerra electoral por el poder”, el predominio de los “war rooms” y en toda guerra es sabido que la que siempre sale perdiendo es la verdad, lo que una pensadora brillante como Hanna Arent llama “el sacrificio de la verdad en aras de la supervivencia”. Platón afirmaba también que un político “acude a la mentira como una forma de lograr consensos”. H. Arent afirmó:

“Nadie ha dudado jamás con respecto al hecho de que la verdad y la política no se llevan demasiado bien, y nadie, que yo sepa, ha colocado la veracidad entre las virtudes políticas. La mentira siempre ha sido vista como una herramienta necesaria y justificable para la actividad no solo de los políticos y los demagogos sino también del hombre de Estado”. (Verdad y Mentira en la Política, 1972)

Hanna Arent

Sin embargo recurrir a la calumnia y a la infamación, a la imputación legal, y a la corrupción intelectual, es mucho más que recurrir a la mentira como mecanismo para lograr consensos y ganar adeptos, para deteriorar la imagen social del adversario, para deslegitimar su actuación política, para atacar su capital político-ético, y ello, constituye no sólo “propaganda negra”, episodios de “guerra sucia” sino una degradación de la política, un envilecimiento de la lucha electoral, con ello ganan las oligarquías partidistas no la ciudadanía que pueda seguirlos en su lucha contra el poder actual, no los forma no los concientiza no les aclara su conocimiento sobre la realidad nacional los manipula de la manera más inmoral posible.

Incluso veamos, recientemente un organismo como la DEA interviniendo en el proceso electoral actual y seudo periodistas y líderes políticos de la corrupción, capitalizando contra el gobierno actual dicha actitud, y ahora ya es el presidente AMLO “el narco presidente”. Cualquier político decente, independientemente de su ideología rechazaría tajantemente una intervención así, Los opositores mexicanos la capitalizan. Es a miseria ética en su máxima expresión.

A cualquier sistema democrático, cualquiera también que sea su grado de extensión profundidad y avance comparativo respecto a otros, le es sumamente útil una fuerza social organizada que resista ante el poder establecido, ante su programa de transformaciones, y que abra debate en todo momento sobre las acciones del gobierno, contraste propuestas y acciones y luche con fuerza organizada por oponerse a aspectos concretos y luego luchar por reconquistar el poder. Seguramente hay mucho de criticable en el gobierno ejercido por el presidente AMLO. Pero se han concentrado en lo peor: difamar y calumniar.

Este es un dato fundamentalísimo: un poder democrático acepta de inicio que el poder está en disputa con los opositores, y ello es una norma inviolable de la democracia. Pero ello también obliga a los opositores a respetar el restante contenido de las normas vigentes sobre la disputa del poder. Comportarse con decencia y decoro en esa disputa, no hacer alarde de indecencia política, corrupción intelectual y degradación moral. Así, no hay correspondencia entre un gran principio democrático y quienes se apoyan en él para disputar el poder. La discordancia es inmensa. Terrorífica como diría un ilustre filósofo del Siglo de las Luces.