La movilización lograda no cambia la correlación de fuerzas nacionales ni el estatus de desgaste y desprestigio por corrupción de los partidos de la derecha mexicana. Es obra de las organizaciones ciudadanas con orientación de derecha. Fue una marcha antigobiernista. ¿Cuáles propuestas centrales les unificaron? ¿Por nuestra democracia? ¿La del PRI? ¿La de los dos sexenios del PAN, Fox y Calderón? Se ha degradado el contenido de las categorías políticas. Otro tema:

La simbiosis o la articulación (no es lo mismo), del capital con el poder político, es decir, del poder económico y el poder del Estado, es un tema estelar de la Economía Política y de la Ciencia Política. Es siempre una relación funcional, compleja y contradictoria (no antagónica) desde principios del siglo XIX cuando el capital como relación social y política impuso su dominio en los grandes centros y regiones de desarrollo de la economía internacional. Se producen desde entonces distintos tipos de simbiosis o articulaciones que definen los términos de la organización del Estado, de la representación política, del ejercicio del poder, de una específica relación entre la economía y la política dentro de un espacio ideológico, y por lo tanto, para la dominación, de la conformación de la hegemonía y de los bloques de poder. Dentro de este gran espacio social existen también múltiples sub articulaciones (culturales, tecnológicas, educativas, etc.) Media siempre una ideología común, pero ello posibilita también la presencia de fisuras o fracturas que abren un proceso de crisis y recomposición.

Los niveles de desarrollo del capital se corresponden siempre con un modelo de representación política de sus intereses. En México ante las restricciones constitucionales como las existentes (las corporaciones patronales tienen prohibido formar partidos políticos, no así los empresarios en lo individual), y en su momento, ante las propias limitaciones del desarrollo mismo de dicha estructura social y económica, los empresarios privados optaron históricamente por las mediaciones partidistas y las alianzas al interior de la clase política, es decir, con sectores de la gran burocracia gobernante (con el presidente de la república al frente) y con los partidos políticos que en distintos momentos han expresado y expresan y han representado y representan sus intereses, como ha sido el caso del Partido Revolucionario Institucional (en su desarrollo histórico) y el Partido Acción Nacional; otros han resultado intentos fallidos o poco relevantes.

Las estructuras de mediación política que favorecen la representación indirecta de intereses corporativos poderosos, son absolutamente útiles ante el insuficiente desarrollo de las empresas de capital privado que no tienen la fuerza necesaria aún para representar sus grandes intereses por sí mismas, o bien, cuando resulta más eficaz hacerlo con mediaciones funcionales en el marco de las estructuras de poder y las ideologías políticas, y deciden coaligarse con grupos burocráticos que poseen el control del Estado, del ejército, del congreso o la justicia, o con organizaciones partidarias que ideológicamente son proclives en alguna parte central de sus postulados a sus intereses corporativos. Todo ello es muy factible cuando no existe una “diferencia fundamental” entre los tres tipos de fuerzas sociales entre sí.

No siempre, la representación indirecta denota una insuficiente fuerza propia de las organizaciones empresariales para auto representar sus intereses, promoverlos, defenderlos y/o tomar el poder para imponerlos dentro de una coalición política, al contrario, pueden expresar formas ideológicas de su dominación, ya que ello tiene muchas ventajas, mientras sean eficientes y funcionales; más aún, como ha sucedido en México, en un contexto histórico de desarrollo de la lucha social y política por el sufragio universal efectivo que los aisló de dicha problemática.

Al término de la gran rebelión de 1910 en México y cuando el grupo de los grandes agricultores del norte de la república impusieron su hegemonía y comandaron el poder político para conformar un nuevo orden social, lo hicieron para desarrollar el capital privado, la atención de las reivindicaciones populares desde la nueva burocracia política que emergió de los campos de batalla, controlar a los ejércitos subsistentes y unificar así el ejercicio del poder político dentro de un discurso dominante del “interés general”. Las formas políticas fueron autoritarias.

En tal momento y en episodios posteriores por los cuales cruzó el desarrollo “hacia adentro” y luego el “desarrollo exportador regionalizado” de la economía mexicana, las grandes empresas de capital privado que se fueron multiplicando y fortaleciendo sostenidamente, optaron por preservar y ampliar lo que supra hemos denominado la mediación burocrática y la mediación por la vía partidista, para representar, promover, defender e impulsar sus grandes intereses corporativos en nuevas etapas del desarrollo nacional.

Hoy el cambio ideológico y programático en la alta burocracia política del Estado, y la crisis por decadencia de las organizaciones partidistas, que expresaron con eficacia ambas, esa mediación, en este último caso, debido a la entronización de oligarquías partidistas corruptas que gestionan para sí mismas cargos burocráticos menores y hasta la adjudicación de notarías de ámbito estatal-municipal, y que permitieron y participaron en la inundación de las instituciones del Estado con la corrupción pública, han dejado de serlo, y ello pone –más que nunca-, en la mesa de discusiones para el gran capital, la opción de desarrollar una expresión propia de representación política de sus grandes intereses corporativos, es decir, analizar el tiempo de romper o ajustar dicho paradigma y alcanzar la auto representación, promoción y defensa de sus intereses, debido a que la parte del “interés general” que expresaban tales mediaciones partidistas se ha debilitado en forma muy considerable. Hoy tienen una baja calidad funcional en tal sentido.

Por ello, ante el desarrollo impetuoso que hizo posible, mayormente, el modelo de economía “neoliberal” y la integración formalizada con la primera economía del mundo, la estadounidense, dentro de lo que ha sido un proyecto de desarrollo transnacional, subordinado primero y asociado después para México, la revisión mencionada camina. El espacio público-institucional de dicho proyecto trasnacional tan favorable a sus intereses, ha acusado ajustes importantes en el ámbito interno desde el actual grupo en el poder y de la estructura burocrática estatal que comanda y que nada indica que vaya a perder en el próximo relevo sexenal.

Hay entonces una crisis importante en ambas mediaciones hasta antes funcionales. Es imperativo entonces, salir a expresar directamente sus necesidades y las reivindicaciones que impone el avanzado desarrollo de sus estructuras empresariales de carácter global, ante los proyectos y necesidades o intereses manifestados por el grupo actual en el poder, que posee también el control de la fuerza armada del Estado mexicano, es decir, por el grupo políticamente dominante, quien nada indica tampoco, que tenga deseos o intencionalidad política de trastocar ni en mínima medida, el carácter del gran capital como poder económicamente dominante, sino sólo de gestionar algunos espacios de la economía pública para revertir el estatus de sometimiento y marginalidad de la misma en que los regímenes anteriores la tenían postrada, y avanzar hacia formas de asociación mixta de capital en determinados sectores, como la energía y otros, para darse a sí misma una base económica más amplia y sólida para la gestión de las demandas sociales, muy rezagadas, mediante su plena integración en el gasto público federal, sin entrar en una etapa de nuevo sobrendeudamiento que colapsara en unos pocos años.

El ejemplo de las reformas planteadas en la industria eléctrica expresan con claridad dicha postura, al proponer una distribución del mercado de 55% para el Estado y 45% para el capital privado, propuesta racional, aunque significara un cambio importante respecto al dominio precedente del capital privado que era absolutamente mayoritario respecto de la participación del Estado mediante la CFE.

Los temas adyacentes (energías limpias, contratos vigentes, y demás), son perfectamente negociables. El tema fundamental de colisión de los intereses, fue el cambio en la distribución del poder económico en el mercado de generación distribución y venta de la energía eléctrica, por lo tanto, de apropiación de los excedentes económicos. Pero no podía pensarse que el nuevo régimen no deseara cambiar nada, ello no está en el terreno de la realidad.

El desarrollo actual del gran capital en México requiere de una visión y actuación moderna y adecuada a esta etapa de avance de sus intereses corporativos, y está ya presente, pero lo que requiere de manera imperativa como complementación estructural, es un modelo de representación política propia, o por lo menos, alternada, directa e indirecta, dependiendo de las coyunturas o las tendencias estructurales de la economía y la política mexicana, porque el cambio en una (el poder político), y la decadencia actual en otra (los partidos políticos afines), de sus mediaciones precedentes por la vía de alianzas políticas, ha perdido efectividad y peligra seriamente la legitimidad de sus grandes intereses corporativos, porque tales, tienen que ser posicionados y promocionados como parte del “interés general” de la sociedad, y no gestionados por oligarquías partidistas ampliamente desprestigiadas, lo cual en su caso, se percibe como intereses espurios, como compromisos inconfesables de beneficios personales o de grupo.

En tal sentido, la democracia representativa basada en el sufragio universal y la representación organizada de los intereses sociales en los parlamentos, una vez modificada la mediación burocrática, tiene limitantes severas para el gran capital, cuando las mediaciones tenidas hasta entonces por éste en dichos ámbitos, se deterioraron de manera tan sensible y no están a la altura de los requerimientos del mismo. Es indispensable entonces, entrar, en todo caso, a una representación y negociación de sus grandes y poderosos intereses, de manera alterna o mixta, pero cada vez más directa. Nadie mejor que el propio gran capital para promocionarse a sí mismo y dotarse de la legitimidad necesaria.

Desde mi perspectiva, ésta es la orientación estratégica que ha expresado la organización de “Empresas Globales” que recientemente publicó un documento con 20 propuestas para el desarrollo económico de México. Decidieron presentar, impulsar y promover por sí mismas sus más sentidas demandas y reivindicaciones frente al poder político, que en sus 20 iniciativas de reforma constitucional, percibieron, no abordaba con suficiencia sus intereses corporativos.

El gran capital no sólo requiere formas avanzadas de organización y operación empresarial, sino formas de representación, concreción y concertación política de sus grandes intereses, nacionales y transnacionales, en consecuencia, que sean eficaces, contando con un cuerpo ideológico actualizado en tal sentido.

Considero por lo tanto un error estratégico la opción de lanzar una candidatura como la de la Sra. Xóchitl Gálvez a través de la “cuasi compra” de tres partidos políticos con un nivel de desgaste y desprestigio social tan grande, impregnados varios de sus líderes y dirigentes más conocidos en episodios de corrupción indiscutibles, grave error de quien haya sido tal decisión, aunque la cabeza visible, el líder empresarial notorio sea el Sr. Claudio X González Jr., lo cual expresa la vieja concepción empresaria de una representación y promoción política y económica mediatizada, a pesar de los vuelcos tan significativos que ha dado el entorno socio-político nacional y la propia estructura de sus negocios. No hay correspondencia.

Continuaremos abordando estos tópicos.