La relación bilateral de México con el poderoso vecino del norte ha sido trastocada como consecuencia de dos importantes motivos; por un lado, las revelaciones surgidas en el contexto del juicio contra Genaro García Luna en Nueva York, y por el otro, el aumento en el consumo de drogas en Estados Unidos.

Mientras el fentanilo provoca la muerte de miles de estadounidenses diariamente, los cárteles de la droga mexicanos andan a sus anchas en sus áreas de demarcación, con la complicidad o connivencia de funcionarios y autoridades mexicanas. Esta realidad ha propulsado un importante cambio en la opinión pública en Estados Unidos, y ahora la prensa de ese país parece más inclinada a apoyar una intervención directa en México.

Lindsay Graham se ha hecho eco del cambio. Y como es sabido, en días recientes, anunció que presentaría una propuesta de ley que habilite a las Fuerzas Armadas estadounidenses para combatir a los cárteles en México. En otras palabras, veríamos a los marines y al resto de las fuerzas de seguridad e inteligencia realizando operaciones en Mazatlán o Culiacán contra el cartel de Sinaloa o en Puerto Vallarta contra el Cártel Jalisco Nuevo Generación.

Huelga recordar que esta hipotética operación constituirá una violación abierta contra la integridad territorial de México, lo que daría pie a un enfrentamiento bélico entre nuestro país y el vecino del norte. AMLO, por su parte, declaró ayer, en defensa de la soberanía, que México no toleraría, bajo ningún razonamiento, la intromisión de las Fuerzas estadounidenses.

En este contexto, me refiero a la obra “A la sombra de la superpotencia” de la profesora Soledad Loaeza del Colegio de México. En su libro la autora expone espléndidamente la relación de México y Estados Unidos durante los primeros años de la posguerra, y en particular, durante la presidencia de los presidentes Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines.

En opinión de Loaeza, la política interna de México y el fortalecimiento del presidencialismo ha sido moldeado por la presencia de Estados Unidos en la frontera norte y por los intereses de Washington en el mundo.

Ahora, la historia parece repetirse. Tras el caso de García Luna, el incremento en el consumo de drogas, las novedades en la opinión pública y la propuesta del senador Graham, AMLO, Marcelo Ebrard y los funcionarios de la Cancillería deberán prever escenarios posibles para hacer frente a un nuevo paradigma en la relación bilateral; un viraje caracterizado por una creciente beligerancia de Washington hacia nuestro país y por una relación marcada, ahora más que nunca, por la crisis de la circulación de las drogas.

Sin embargo, y a reserva de conocer el destino de la ley que será propuesta por Graham y el resultado de las elecciones de noviembre de 2024 en Estados Unidos, el desafío recaerá principalmente sobre quien resulte electo presidente en México. La nueva administración que inicie funciones el 1 de diciembre 2024 deberá hacer frente a un nuevo paradigma en la historia de la relación bilateral…. y el camino no será un paseo.