Estimados lectores, vamos a entrarle a un tema bastante espinoso y peliagudo. A diferencia de los tiempos pasados, en la actualidad debemos abordar el tema de la obesidad con sumo cuidado, sin hacer escarnio de las personas que lo padecen y entendiendo cuáles son sus necesidades.

Hoy, una línea aérea ha comenzado a pesar a los pasajeros; estamos hablando de la neozelandesa Air New Zealand, que ha implementado para sus vuelos internacionales la medida de pesar a los pasajeros. Las razones que esgrime la línea aérea hacen referencia al proceso de “peso y balance”, un protocolo que ha existido desde hace mucho tiempo.

Les explico: en la aviación es muy importante lo que conocemos como “despacho”, que realiza el oficial de operaciones. Consiste en hacer un cálculo lo más exacto posible del peso total del avión, incluyendo, carga, combustible y pasajeros, y evidentemente el balance de este peso es para que vaya distribuido en el equipo. Si no se hace de manera correcta, el avión simple y sencillamente no podrá despegar, corriendo el riesgo de tener un accidente, sin contar con que a mayor peso, se quema más combustible.

La autoridad aeronáutica de Nueva Zelanda solicita que los pilotos conozcan las cargas reales, y se haga un balance correcto en la carga de las aeronaves, todo derivado del aumento de la obesidad que se registra en ese lejano país. La política implementada por Air New Zealand implica que la cifra que arroje al pesar al pasajero no sea visible para el resto de los pasajeros para que los demás no puedan ver cuánto pesa el pasajero que esté en la báscula; además los datos proporcionados serán confidenciales, y no deberán -por ningún motivo- publicarse en ningún sitio.

Por supuesto que esta medida ha causado prurito y escozor, pues hablar del peso de una persona no es nada fácil, y podría tomarse como algo agresivo, invasivo y discriminatorio, sin embargo este tipo de medidas ya han sido previamente implementadas en esta línea aérea en los vuelos nacionales y como opcional durante todo el 2021; no así con sus vuelos internacionales, donde este nuevo procedimiento ya es una realidad.

Y es que la obesidad es un “problema”, y lo entrecomillo con toda la intención, porque es un tema que pone en jaque a las líneas aéreas. Durante mi vida laboral como sobrecargo de Mexicana de Aviación, la configuración de los aviones evidentemente era mucho más amplia que la de los aviones actuales; sin embargo había ciertas filas en el avión (variaban dependiendo del modelo del equipo) que tenían el cinturón de seguridad más largo, y ahí generalmente se colocaba a los pasajeros con obesidad. Por protocolo teníamos la indicación de no hacer sentir mal al pasajero, sobre todo cuando este ya iba sentado y se percataba que, por más esfuerzos que hiciese, no podría abrocharse el cinturón de seguridad.

Entonces se le invitaba a cambiar su asiento, por uno con el cinturón más largo. Otros equipos traían extensiones de cinturones para los asientos ocupados por personas con sobrepeso. En aquellos ayeres era poco frecuente encontrar pasajeros que no pudieran abrocharse el cinturón de seguridad de su asiento, pero hoy eso ha cambiado. No podemos echar en saco roto los tres años de inmovilidad a los que la pandemia orilló al mundo entero.

A eso hay que agregar que las configuraciones y los asientos en clase turista son cada vez más reducidos, en aras de “meter” más pasajeros a como dé lugar, y así maximizar las ganancias de la aerolínea. Por ello se ha sacrificado mucho espacio, y eso por supuesto ha traído consecuencias, sobre todo en el caso de personas que padecen de sobrepeso.

Tenemos varios casos generados en fechas recientes, dignos de analizarse. Uno de ellos se volvió viral en la red social de videos cortos TikTok. El incidente se presentó en un aeropuerto de los Estados Unidos, y la dueña del video (que no es la pasajera afectada) no quiso revelar la ubicación del mismo, ni el nombre de la línea aérea, pero sí el hecho. El video ya fue bajado de plataforma, tras ser denunciado por hacer escarnio de la pasajera afectada. Sin embargo, durante el tiempo que estuvo en la nube pudimos ver en a una mujer afroamericana arriba de la báscula donde se pesan las maletas.

Era evidente que la mujer tenía sobrepeso, y como el avión que iba a operar su vuelo era “pequeño”, los trabajadores de la aerolínea tuvieron que confirmar cuál era el peso exacto de la pasajera para realizar el despacho del vuelo de manera correcta.

Un caso más ocurrió en American Airlines. Esta aerolínea norteamericana -la más grande de su país-, recibió la queja de una pasajera a la que sentaron en medio de dos personas obesas. A través de Twitter, Sydney Watson denunció que iba muy incómoda: “actualmente estoy, literalmente, enclavada entre dos personas obesas en mi vuelo. Es absolutamente inaceptable, no está bien. Si las personas gordas quieren ser gordas, está bien. Pero es algo completamente diferente cuando estoy atrapada entre ellos, con su brazo rodando sobre mi cuerpo, durante 3 horas”.

La respuesta de American Airlines al virulento tweet fue: “nuestros pasajeros vienen en diferentes formas y tamaños. Lamentamos que se sintiera incómoda en su vuelo”. Yo pregunto: ¿es solo problema de las personas gordas, o lo es también de las líneas aéreas que reducen el tamaño de los asientos? ¿Cómo puede la industria aérea mejorar su servicio al cliente? Estamos de acuerdo que para todo mundo ha de haber sido incomodo, tanto para la pasajera que se sintió “atrapada” entre dos cuerpos de tamaño grande, y también, para los propios pasajeros que sobrepasan las dimensiones de los asientos actuales, no debe ser nada fácil para ellos tampoco.

Vamos al siguiente caso; una pasajera de la aerolínea Qatar Airways se quedó varada en El Líbano, mientras se disponía a viajar a Doha; no pudo hacerlo pues la mujer en cuestión es una famosa modelo “Plus Size”, quien fue obligada por la línea aérea a adquirir un boleto en clase ejecutiva si quería salir de El Líbano.

Imaginen, colocar a una persona con sobrepeso en un asiento que mide entre 42 a 46 centímetros de ancho, se antoja casi imposible. ¿Cuál es el peso máximo que debe tener un pasajero para viajar en avión? Antes de introducir la política de “pesar pasajeros”, lo normal y cotidiano para realizar el despacho de “peso y balance” es calcular un peso promedio, entre los 60 a 130 kilos por pasajero; en ese orden de ideas, el peso máximo de un pasajero en un avión sería de 130 kilos.

Ahora que si el peso del pasajero es mayor de 130 kilos, lo recomendable es que avise a la línea aérea para que considere si lo viable es comprar dos asientos de clase turista, o de plano un asiento en clase ejecutiva, que tiene asientos “normales”; no diré que más amplios, sino que simplemente no están reducidos.

Esto nos pone a pensar: ¿cómo pueden las líneas aéreas ofrecer un mejor servicio con asientos estándar, para pasajeros variopintos? Algunas líneas aéreas lo que ofrecen son “tarifas para gordos”, esto es, que les venden ya de entrada dos asientos, como en el caso de Samoa Air.

En 2016 ya se discutía el tema de manera seria, y se pensó que lo conducente era cobrarle más al pasajero con sobrepeso, pues en palabras de Luke Jensen, investigador del MIT, para una entrevista a la BBC dijo que: “En un vuelo de Boston a Denver, por ejemplo, una diferencia de peso de 20 kilos aumentaría el consumo de combustible de US$3 a US$5.”

La realidad es que mientras el diseño al interior de las aeronaves no cambie, el “problema” seguirá, aunque pesen a los pasajeros antes del vuelo, o los obliguen a adquirir dos asientos en clase turista, o uno en clase ejecutiva. Todos tenemos derecho a viajar de manera segura y cómoda, tanto para la gente con sobrepeso, como para quienes viajan al lado de una persona con esas características.

Como lo dije al principio, el tema es delicado de abordar, porque se pueden herir muchas susceptibilidades, y lo que buscamos es que la industria aeronáutica sea cada día más inclusiva, más amable y sobre todo más cómoda; circunstancias que hemos perdido en aras de “economizar”, pero que en realidad se traduce en generarle más ganancias a las aerolíneas.

Termino con las preguntas que hice durante el desarrollo de esta columna, ¿es solo el problema de las personas gordas, o lo es también de las líneas aéreas al reducir el tamaño de los asientos? ¿Cómo puede la industria aérea mejorar su servicio al cliente? Ustedes, ¿qué solución ven más viable? Me interesa mucho saber sus comentarios.