El mundo sindical definido y peculiar, y el sindicalismo aeronáutico es todavía más delimitado, casi como del tamaño de un pañuelo; al final, todos nos conocemos. Desde mi ingreso a esta maravillosa industria, en el año de 1998, llegaron a mis oídos muchas historias, casi todas de terror, sobre el Sindicato de Trabajadores de la Industria Aeronáutica (STIA).

Y es que el STIA fue dirigido por Antonio Bourge, sobrecargo de Aeroméxico. Por supuesto, para cuando estuvo al frente del STIA, ya antes había sido Secretario del Trabajo de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA), cargo que ocupó durante la gestión de Jorge Díaz como Secretario General. Ambos personajes son famosos en el gremio por ser los artífices que “entregaron” el 100% del contrato de los sobrecargos de Mexicana de Aviación a la parte patronal. Es decir, pisotearon todos los derechos adquiridos.

Después de esto, Antonio Bourge salió huyendo de ASSA y fue recibido con los brazos abiertos por el STIA; durante una larga temporada estuvo al frente de dicho sindicato, que en aquellos ayeres detentaba diferentes contratos: de las sobrecargos de Aeroméxico Connect, del personal de tierra y mecánicos también, Aviacsa, AeroCaribe, así como los contratos del personal de la mayoría de las aerolíneas extranjeras que tienen operaciones en el país.

El tiempo pasó, y fue en el Sindicato “Justo Sierra” donde van a converger dos personajes clave, dándole sentido a esta historia, tal y como documentó La Jornada en el año de 2005 con la nota titulada “Convenios irregulares de trabajo dan inmensa fortuna a pederasta”. Ahí quedó registrada la relación existente entre Antonio Bourge y Rubén Romo, actualmente el Secretario General del STIA.

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El Sindicato “Progresista Justo Sierra de Trabajadores de Servicios de la República Mexicana” en 2005 tenía registrados más de 1,400 contratos, y en 10 de esos contratos aparece como Secretario General Adjunto Ramón Gámez, apodado “El Zar de los contratos de Protección”, junto con algunos socios suyos, como Rubén Romo Martínez, José Sergio Guerrero Villa, Alejandro García Orozco, Antonio Bourge Ruiz y Jorge Trejo Hernández.

Dice la nota de La Jornada: “Para construir ese ‘emporio’ en el mundo del trabajo es necesario contar con la complicidad de autoridades y patrones. Él (Ramón Gámez) tuvo ambas condiciones en su favor, pero sobre todo el apoyo del ex secretario de Trabajo Arsenio Farell Cubillas, quien le puso toda la estructura laboral a su servicio.”

Antonio Bourge dejó de ser Secretario General del STIA, y quedó al frente Rubén Romo, quien después se encargó de colocar a sus hijos en el negocio sindical, para que todo quedara “en familia”. Y Antonio Bourge, desde el año 1993 hasta el día de hoy es Secretario General en la Federación de Sindicatos Progresistas, según su perfil de Likedin.

Hoy, además de detentar los contratos colectivos de Aeroméxico Connect, y del personal de tierra de las aerolíneas extranjeras, el STIA también detenta los contratos de los trabajadores de tierra y tripulación de VivaAerobus y Volaris, y recientemente se quedó con el contrato de la aerolínea de carga MasAir.

En esta última empresa, como narré hace unas semanas, fue la propia compañía de transporte de carga aérea quien decidió con qué sindicato se afiliarían sus trabajadores, y no como lo estipula la Ley Federal del Trabajo, que establece que son los propios trabajadores los que deben decidir a qué sindicato pertenecen.

Sabemos de la gran molestia que hay por parte de los trabajadores de Volaris. Los tripulantes y el personal de tierra denuncian la nula defensa que tienen por parte del STIA, al grado de que justo ahora que mantienen una tensa relación con la empresa, el sindicato en lugar de estar de su lado, permite la realización sistemática de abusos y vejaciones contra sus trabajadores, que ya están fastidiados de ser representados por este sindicato charro.

Hablé de la turbulencia que se vislumbra en el futuro de la compañía aérea que dirige Enrique Beltranena, pues los trabajadores están dispuestos a estallar una huelga. Aterricemos bien el término, legalmente los trabajadores sin el sindicato no pueden emplazar a huelga, y de eso se aprovecha el STIA que se niega rotundamente a hacerlo.

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Lo que buscan en realidad los trabajadores es un paro indefinido de labores, para hacerle ver a la aerolínea que sin ellos, la empresa no funciona, y que exigen se respeten sus condiciones laborales, enmarcadas dentro de la Ley Federal del Trabajo, como es tener una copia de su Contrato Colectivo de Trabajo, por ejemplo.

No están pidiendo ni aumentos exorbitantes que pongan en riesgo la viabilidad de la compañía aérea, ni tampoco prestaciones onerosas, como que les den cada año un automóvil nuevo para transportarse a su trabajo, algo que sí sucedió en hace ya muchas décadas en nuestro país.

Ese tipo de cláusulas quedaron enterradas una vez que se instaló el neoliberalismo en nuestro país. Estamos hablando de que ese tipo de prestaciones hace más de 30 años que desaparecieron. Lo único que han estado pidiendo es que la empresa (Volaris) cumpla con los mínimos establecidos en la ley.

Mediante un escrito, un grupo de trabajadores de Volaris externó que el STIA mandó llamar a un grupo de pilotos y sobrecargos, para preguntarles si estaban de acuerdo con sus condiciones, como una manera de sondear qué tan grave es el descontento. Sin embargo, denuncian que al que exprese desacuerdo lo mandan a un cubículo donde anotan su nombre en una lista, y con cinismo medieval les dan las gracias, es decir, le corren. Hasta el momento van cerca de 200 trabajadores “despedidos”; queda entrecomillado porque en realidad los obligan a firmar formatos pre elaborados de renuncias voluntarias.

En el mismo comunicado, estos trabajadores piden a sus colegas de Aeroméxico Connect -también afiliados al STIA- que se unan a su causa para “tirar ese sindicato de rateros; vamos a unirnos para poder hablar con el presidente en una conferencia mañanera, o para poder hacerle llegar una carta”.

Los trabajadores de Aeroméxico Connect han publicado a su vez en redes sociales, a través de un comunicado que me hicieron llegar, lo siguiente:

“Nuevamente el STIA ocupa su peculiar manera de operación: despedir gente; solo que ahora ellos dicen no saber nada de la situación, hipócritamente incluso mandaron a los despedidos con un licenciado del mismo sindicato ‘para que los ayude’, esto con la finalidad de [que] los que se quedan se sientan realmente [con] que el sindicato ayuda a los técnicos, no se como Grupo Aeroméxico y Aeroméxico Connect se prestan a este tipo de situación.

Por favor, ahora que viene la legitimación de contrato, [en] el monopolio que está creando el STIA, hay nulo apoyo para con los trabajadores, en el que por tan solo pedir un cambio de turno es motivo de despido, la rotación en el turno nocturno está muy limitada y eso afecta las relaciones personales, familiares y de salud del trabajador.”

Comunicado de trabajadores de Aeroméxico Connect

Y es que está en puerta la legitimación del contrato colectivo de trabajo con el STIA y los trabajadores de Aeroméxico Connect; al igual que Volaris, han externado que no quieren que ese sindicato los siga representando, igual que los trabajadores de MasAir, que no lo querían como representante, pero la compañía carguera se los impuso, y aunque también tienen afiliados a los trabajadores de VivaAerobus, la diferencia es que la administración de Juan Carlos Zuazua si gusta de cuidar “un poco más” a su personal.

Las cosas como son: el STIA es un monstruo que devora todo a su paso, dejando una estela de destrucción. Es un sindicato cuya única finalidad es que el empleador obtenga todos los beneficios, a costa de los derechos laborales de sus agremiados: queda claro que no le interesa en lo absoluto salir a defender a sus trabajadores.

La Reforma Laboral del 2019 iba encaminada a desaparecer este tipo de liderazgos, de sindicatos charros o de protección patronal pero ¿qué ha pasado en el mundo real? ¡Nada!, que ahí siguen y ahora están generando descontento entre sus agremiados, que ya están cansados del terrorismo laboral y sindical, pues le conviene que el trabajador confunda como un solo ente a la empresa y al sindicato, sin que haya una clara división.

El Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral junto con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social deben de tomar cartas en el asunto, y dejar de permitir la simulación, ¿no les llama la atención que los agremiados al STIA, sin importar la empresa a la que presten sus servicios, están descontentos con el sindicato?

No es el caso aislado de un solo trabajador que se “sintió” no apoyado por su sindicato, estamos hablando de miles de trabajadores de diferentes empresas aeronáuticas que no quieren que el STIA los siga representando legalmente.

Los trabajadores del país no merecen que las autoridades sigan convalidando a este tipo de sindicatos pillos, como le sucedió a Volaris, cuyo proceso de legitimación resultó ser una pantomima de teatro de quinta. Lo más grave, es que la autoridad fue engañada como un bebé al que le quitan el dulce y ni cuenta se dio… ¿o sí lo registró? Porque si fue así, se está tardando en tomar cartas en el asunto.