“No es necesario que se entienda, la reacción emocional es lo único que importa”.

JOHN COLTRANE

“El miedo es la reacción natural al acercarse a la verdad”.

PEMA CHÖDRON

26 personas murieron en la tragedia de la L12 del Metro capitalino; más de 100 personas resultaron heridas. Es a nombre de ellas que se debe exigir conocer toda la información existente. Lo dicho por el gobierno, por la oposición, por las empresas involucradas, por las compañías y agentes periciales.

A un año de los hechos, hay algunas reparaciones, pero no hay responsables. Lejos de ello: la ex directora del Metro, Florencia Serranía, fue recién nombrada parte de la Junta de Gobierno del Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial del CONACYT. Bueno, al menos ya apareció la que “solo es la directora del Metro”…

¿El sentir de las víctimas? Es como si se dijera: “está sobrevalorado”.

A partir de la sobre reacción de la jefa de gobierno de la CDMX, es fácil imaginar lo que revela el tercer informe entregado por la empresa noruega DNV al gobierno de la capital.

Un año de distancia y un tercer informe que no agrada a quien lo contrató. Y la respuesta ha sido, entonces, descalificar a la empresa que lo elaboró argumentando que esta tiene conflicto de interés.

El mismo gobierno de la CDMX que hace un año sostuvo que DNV era la más calificada en el ramo ahora la desacredita argumentando que la compañía fue sobornada.

Det Norske Veritas, sociedad de clase mundial con sede en Noruega, fundada en 1864, cuyos objetivos son “salvaguardar la vida, propiedades y el medio marino” y que es proveedor líder de servicios de gestión de riesgos, demandada por un gobierno fuertemente cuestionado… Uno desacreditado, no de ahora, sino desde hace más de dos décadas.

Poniéndolo en contexto: Noruega ocupa el 4º lugar de los países menos corruptos del orbe, mientras que México ocupa el deshonroso 124º lugar de los 180 países evaluados por Transparencia Internacional en la edición 2021 del Índice de Percepción de la Corrupción, presentado en enero de este año.

Pero resulta que este tercer informe sobre el colapso en la Línea 12 del Metro de la CDMX no le da la razón a la administración capitalina. Acto seguido, el control de daños del gobierno de la gran metrópoli pasa por descalificar a la empresa.

Y no, no es que los dos primeros informes de DNV defendieran al gobierno de la Ciudad de México; de hecho apuntaban muy fuertemente en contra de la administración capitalina que vio nacer la ‘linea dorada’, la de Marcelo Ebrard. Lo que sucede es que los primeros informes versaron sobre la planeación y la construcción, mientras que en este tercer informe el rubro que fue investigado es el del mantenimiento del Metro.

¿Sentido de ética de Claudia Sheinbaum para no enterrar las aspiraciones de su oponente el canciller? Nada de eso. Más bien un sentido de auto preservación política, pues que hubiesen sanciones —de cualquier tipo— implicaría dejar de proteger al mismo grupo que ha gobernado esta ciudad desde hace casi 25 años. Una secuencia de hechos y dichos que documentan el cinismo de quienes son los primeros responsables pero serán los últimos en aceptar su ineptitud y su negligencia. ¿Y qué mejor forma que volverse víctima alegando conflicto de interés?

Conocemos el modelo. Lo que no gusta al inquilino de Palacio Nacional, sea lo que dicen los periodistas o las mismas cifras del gobierno, él lo evita hablando de “otros datos” que nunca comprueba y tornándose en el papel de atacado.

Esta forma ya no es válida y menos cuando es copiada: el gobierno de Sheinbaum contrata una empresa para hacer el peritaje de la #Línea12, y como no le gustan los resultados, descalifica a la empresa y amenaza con proceder penalmente.

¿Un informe tendencioso? ¿Bajo qué criterios? ¿Los del gobierno capitalino o los de los afectados? “No te pago para que me pegues”, clama Sheinbaum. Sin embargo ese grito ya no tiene eco pues este sexenio es ya un constante desprestigiar al otro si la verdad es incómoda, no importa si esa verdad se pagó con dinero público y, por lo mismo, debiera ser del conocimiento de todos.

Sheinbaum no debe actuar como persona física; representa el gobierno de la capital del país y los habitantes de la misma tienen el derecho de saber lo que establece dicho informe.

Claudia Sheinbaum acaba de cometer un error garrafal... o varios. La acusación de Sheinbaum puede leerse al estilo Liz Vilchis: “la empresa noruega DNV no falsea pero exagera”.

No se puede solicitar la rescisión de contrato y demandar civilmente a la empresa bajo el supuesto de que está con “los adversarios”.

Olvidan que la empresa DNV encargada del dictamen de la raíz de la tragedia de la L12 utilizó la metodología RCA acordada con el gobierno citadino y sin la participación de ningún experto que pudiera generar conflicto de interés. En otras palabras, los abogados que participan en DNV como representantes legales no son los que intervinieron como expertos en la elaboración del informe en cuestión.

Cabe la posibilidad de que la empresa se defienda; presente la metodología empleada, los hallazgos y las conclusiones del análisis causa-raíz del desplome de la L12 de la Ciudad de México. Que la empresa no guarde silencio si sus derechos del debido proceso son vulnerados. Y ojalá así ocurra.

El discurso de Claudia Sheinbaum este 3 de mayo fue todo menos de conciliación con las víctimas; culpó a la oposición, eso sí, de utilizar la tragedia con fines políticos. La científica que se opuso a la irresponsabilidad de Hugo López-Gatell, la que dio una esperanza a la ciudad por ella gobernada, ha quedado sepultada en el juego de los suspiros rumbo al 2024.

No puede negar lo que viene en el informe y, en vista de ello, exagera en su reacción. Habría que tomar nota de esta actitud.

Mientras tanto, la impunidad impera. Lamentablemente, fallecieron 26 personas hace un año y a la fecha no hay justicia.