Los opositores al régimen lopezobradorista han sido pieza clave para que el presidente de la República fragüe su mitocracia.

El sexenio se ha sostenido en la palabra. Pero la oposición sigue sin entender que no entiende.

AMLO ha logrado su popularidad mediante la monopolización de la agenta, la apropiación de la narrativa nacional y como consecuencia estamos ante un conato de que la arenga del lopezobradorismo usurpe las conciencias de la colectividad.

El discurso de López Obrador tiene como cimientos la falacia de falso dilema, con la cual polariza a través del planteamiento de se está con el movimiento o se está en contra de México; y el falso contrafactual que plantea la hipótesis de que cualquier futuro alterno sin Morena en el poder sería peor.

Por otro lado, se ha logrado homologar riqueza con pobreza en la ficción a la que apela la insurgencia quimérica de esta corriente política como objetivo a erradicar.

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Me viene a la mente la anécdota en la que Chávez aborda a Olaf Palme manifestándole que ambos compartían la misma revolución. A lo que el sueco le responde al venezolano que no; que mientras en Suecia se combatía a la pobreza, en Venezuela se luchaba contra la riqueza.

A lo que voy es que el sexenio ha sido mayormente de ruido y manipulación. Por eso tanta grilla y tanto encono. Por eso las rifas de aviones sin avión; los aeropuertos sin vuelos; las refinerías sin barriles de gasolina; los trenes sin tren; las universidades sin titulados. No obstante, los detractores del gobierno federal lejos de combatir con argumentos, ideas, propuestas, hechos concretos y tangibles, han venido optando por silenciar el ruido con más ruido.

Los provocan y caen en la provocación.

El último ejemplo es la designación de Leticia Ramírez como titular de la Secretaría de Educación Pública, quien se ha desempeñado como profesora de primaria y sindicalista magisterial, posteriormente funcionaria del antes Gobierno del Distrito Federal y operadora electoral. Cercana a Andrés Manuel López Obrador de muchos años y de una reputación intachable, Lety—como la conocen sus allegados— ha dedicado los últimos años de su vida como servidora pública en brindar atención a la ciudadanía. Ahora le tocó relevar en la SEP a Delfina Gómez, quien buscará la gubernatura del estado de México.

Definitivamente Ramírez Amaya no simboliza ni la encarnación de Vasconcelos ni de Torres Bodet. Sin embargo, tampoco se pretendía que lo hiciera. Aunque la silla que ahora ocupa la nueva secretaria de educación también fue ocupada por Justo Sierra y Reyes Heroles; empero esa misma silla también la ocuparon Bartlett, Chuayffet y Nuño.

La realidad es que lamentablemente para este gobierno la educación no es una prioridad. Incluso se ha pecado en el subejercicio para esta materia. Por eso mismo, resulta absurdo que se crea que Leticia Ramírez llegó a la SEP a ideologizar a los niños de México, a adoctrinarlos. Como si la actual administración tuviera la inteligencia, capacidad y energías para hacerlo. No sucederá eso ni de cerca. Acabará el sexenio y su paso por dicha secretaría será sin pena ni gloria. Como el de todos.

Increíble que aún no se comprenda que tenemos un gobierno vertical. Nada sucede sin que no lo desee, ordene ni mande Andrés Manuel López Obrador.

Desde 2018 y hasta 2024 las únicas prioridades serán llenar urnas. Por eso la constante y sistemática repetición y reiteración del discurso lopezobradorista.

Pura grilla lisa y llana. Nada de socialismo ni comunismo. Ni antes ni después.

Nadie va a destinar un solo minuto en hacer de sus hijos próximos comunistas. No se preocupen.