La precandidata por el partido Morena a la presidencia, Claudia Sheinbaum, sigue encabezando con amplio margen las preferencias de la población mexicana para las elecciones de este año en el país. Esto la convierte en el principal blanco de la guerra sucia.

En su desesperación, la precandidata derechista de oposición, Xóchitl Gálvez, se agarra de lo que sea para intentar golpear a su contrincante. Va de noticiero en noticiero contando chistes que nomás no prenden.

Gálvez ha caído tan bajo, que usó contra Sheinbaum una acusación, sin pruebas, de la muy desprestigiada Sanjuana Martínez, para armar un escándalo y fabricar una denuncia carente de sustento ante el Instituto Nacional Electoral (INE).

¿Quién es y para quién trabaja Martínez? Ella recibió el encargo y la confianza del presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien traiciona, de transformar a la Agencia de Noticias del Estado Mexicano, Notimex, en una “BBC mexicana”. Así me lo dijo ella misma cuando me invitó a ser director de noticias internacionales de la agencia.

Pero la idea de una “BBC mexicana” se atascó. Lejos de eso, la torpeza, el descomunal maltrato laboral, el dolo y los abusos de poder de Martínez originaron una huelga que culminó con la extinción de la agencia.

Huelga que Martínez, dicho sea de paso, no respetó al presuntamente continuar trabajando ilegalmente en una sede alterna y utilizando indebidamente el presupuesto de la agencia.

Desde su llegada a Notimex, Martínez dio dos instrucciones claras e insólitas: “incomodar” lo más posible al personal y, atacar con contenidos de la agencia y cuentas falsas en redes sociales a una serie de periodistas y funcionarios públicos de la misma 4T, entre quienes se encontraba la entonces jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.

¿Casualidad? Al mismo tiempo que Martínez pedía ataques contra Sheinbaum, a quien acusaba de corrupción sin ofrecer pruebas, solicitó una amplia cobertura, en positivo, de la entonces titular de la Secretaría de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, su entrañable amiga; otra que también salió muy desprestigiada de la 4T.

A los pocos meses de mi ingreso a Notimex confronté a Martínez, con quien yo había tenido una amistad de años. Le dije frente los directores de las otras áreas, en plena junta editorial, que de editorial no tenía nada, que su maltrato a los trabajadores, así como sus órdenes de ataques, eran una traición a López Obrador. Luego renuncié.

Por supuesto, Martínez me puso en su lista negra. Me hice acreedor a una intensa y prolongada campaña de desprestigio profesional y personal, que a profundidad documentó y denunció Aristegui Noticias, el ITESO y Artículo 19. Martínez también arremetió, con una avalancha de mentiras, contra ellos.

En apego a la ley, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), encabezada por Marath Baruch Bolaños, realizó las liquidaciones correspondientes al personal que laboró en la extinta Notimex, a esas mujeres y hombres a quienes Martínez no solo despidió injustificadamente, sino que maltrató e intentó destruir con tuitazos, amenazas y persecución judicial.

Era de esperarse que Martínez implosionara. Más desbordada que nunca, peleada con todo el mundo, Martínez acusó a Bolaños de pedirle una parte de las liquidaciones para la campaña de Sheinbaum. Pero cuando López Obrador le exigió pruebas, ésta dijo que las tenían sus abogados y las presentaría después. Así es Martínez, las pruebas de sus dichos nunca ven la luz, porque sus mentiras son insostenibles.

Gálvez y la derecha ganaron en Martínez una aliada temporal que, de momento, les sirve para distraer la atención e intentar engañar a la población con denuncias infundadas. Lo que Gálvez no ve, porque es corta de miras, es que a estas alturas del partido, un insulto, difamación o acusación de Martínez, es un piropo.

Manuel Ortiz Escámez es periodista y sociólogo

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