Hace un siglo Álvaro Obregón desnudaba la ambición que acompaña a la política y la forma de someter a los que la estelarizan. “un cañonazo de 50 mil pesos” marcó la ecuación de su apotegma. No sorprende a nadie que se emplee un estímulo para alinear voluntades, lo llamativo en el caso de la propuesta al gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, para ofertarle un cargo a nombre del gobierno federal, es la motivación de hacerlo, pues no posee experiencia diplomática, ni quien realiza la oferta carece de alternativas, ni de aspirantes a un cargo tan ambicionado en el servicio exterior como el de Embajador de México en España.
Se evidencia así una relación en el marco del poder, entre el gobierno y un conspicuo militante de otro partido que, de forma personal, como bien lo dijo el presidente del PRI, Alejandro Moreno, aceptó dicha invitación. Da para más la polémica si se advierte que el gobernador Quirino será sustituido por quien fuera aspirante de un partido rival y que proviene de un gobierno de esa fuerza política la invitación que recibió.Así, se pueden realizar múltiples especulaciones sobre esa trama; todo menos ingenuidad entre los involucrados, entre quien formuló la propuesta y de parte de quien la recibe y acepta, cada uno con pulsiones propias.
Pero sucede que el PRI recela y mira con reserva ese tipo de actos, de ahí que en sus estatutos tiene previsto una licencia para quienes reciben invitaciones para cargos directivos o de decisión en gobierno emanados de otras filas y con los que no se suscribió alianza o coalición alguna. La licencia consiste en solicitud de separación provisional de su condición de militante ante el Consejo Político Nacional, si es que el interesado también lo está en atender las disposiciones de su partido.A qué se debe tal previsión estatutaria, sin duda a que el PRI no le gusta verse en una condición meramente utilitaria o instrumental, por militantes que escalan posiciones a través de sus filas, pero que a la hora de asumir otros cargos dejan en abandono su militancia partidista, lo que no sólo pone mal parada a la organización partidaria, sino que también promueve, aunque sea indirectamente, una práctica que erosiona la cohesión orgánica.Los militantes adquieren tal carácter porque creen en el partido en el que participan, asumen sus códigos, prácticas y principios; prestan parte de su tiempo en las tareas que les encargan, y regularmente lo hacen con mística; todo eso se desvanece si los grandes propósitos por los que se ha luchado son subordinados a ambiciones personales que irrumpen inopinadamente y se muestra desdén y desgano hacia el partido que se pertenece; especialmente impacta si una posición de esa naturaleza la adopta un militante que tiene carácter de cuadro y que ha personificado al partido como militante y gobernante.
A la hora de aceptar la invitación que le formularon a Quirino, puede ser que él no haya querido someterse a la gestión que debe hacer si le interesa cumplir con su partido, o simplemente no le interesa cumplir con su partido; en cuyo caso, como lo dijo Alejandro Moreno, la invitación que le formularon es a título personal y como tal es que el interesado la toma; es un cañonazo de 50 mil pesos que se recibió de forma complaciente y con anuencia plena, eso es de parte del invitado; ¿por qué lo hace el autor de la invitación?, sin duda que no es una proposición deshilvanada, suelta, simple y llana.
La exhibición de una actitud solícita, marcada por el interés por arribar a un cargo y en el marco de una derrota electoral, presenta un discurso de difícil comprensión, o de obvio contenido, y tiende a erosionar al partido que fue vencido en la liza electoral. ¿Tal es el móvil de la oferta?La disposición estatutaria que el PRI contempla para el caso es reciente, procede de la reforma de 2020 y, a su vez, ésta responde a la previsión de una definición institucional para ese tipo de casos; en consecuencia, quien recibe la invitación lo puede hacer a título personal, en esa hipótesis no se requiere realizar ninguna promoción partidista, pero dada esa determinación el partido se deslinda separándolo; en el supuesto que la invitación la asuma como priista, el interesado está obligado a presentar la licencia antes referida.
Desde la perspectiva que se puede tener desde el PRI, la disposición estatutaria se orienta a afirmar su identidad y las obligaciones de sus miembros - militantes, favoreciendo la cohesión de la organización y el sentido de pertenencia; al mismo tiempo se combate el mercantilismo político y la vulgarización del instituto político como mero trampolín para alcanzar ventajas personales. Se trata de una visión orientada a que los cañonazos vulneren a la persona que los recibe, pero no al partido.En efecto, durante los últimos años ha proliferado el traslado de militantes de un partido hacia gobiernos con orientación política distinta, seguramente eso no habrá de interrumpirse, pero precisamente por tal razón, el PRI consideró necesario disponer de un planteamiento institucionalizado para tales casos.