Resulta inevitable comparar el plagio que hizo Xóchitl Gálvez en su trabajo para titularse con el plagio de la tesis de licenciatura la ministra Yasmín Esquivel.

La comentocracia que simpatiza con el Frente Amplio por México no ha sido exitosa al sugerir que a Xóchitl debe perdonársele porque Yasmín plagió más. Esta conclusión no ha convencido realmente a nadie.

Los y las columnistas que se angustian por la crisis de la senadora Gálvez tratan de minimizar el problema diciendo que para ser presidenta de México no se necesita un título universitario —dicen: si a Xóchitl se lo quitan no habrá problema—, mientras que sí se exige la licenciatura en derecho para llegar a la SCJN, donde lógicamente no debería trabajar Yasmín porque su título no es válido.

Más allá de Yasmín, el hecho es que Xóchitl ha sido exhibida feamente como una tramposa.

Sergio Sarmiento ha dicho en Reforma que el plagio “es una forma de robo o de fraude”. Tiene razón. Este hombre también dijo que Xóchitl Gálvez hizo algo peor que apendejarse al copiar parte del trabajo que presentó a la UNAM para titularse: “No solo la pendejeó, sino que cometió una falta ética”.

Por cierto, Sarmiento ha escrito pendejeó, pero Xóchitl lo que dijo fue pendejió. ¿El columnista de Reforma quiso de esa manera presentar a Xóchitl como poquito ignorantona?

Por cierto, en el caso de la aspirante presidencial del frente PRI, PAN, PRD no cabe decir que su plagio fue un error o pecado de juventud: ella cometió la falta a los 47 años de edad, más de dos décadas después de haber dejado la universidad: “Cuando Xóchitl ya había servido como titular de la Comisión Nacional de los Pueblos Indígenas” en el gobierno de Vicente Fox.

En el actual debate realmente no importa la enorme deshonestidad de la ministra Esquivel. Lo relevante es que Xóchitl está quedando como una tramposa. O, si se quiere, tramposita o tramposilla, pero de ninguna manera es inocente.

Es cierto, a diferencia de Yasmín, quien no ha reconocido el plagio, Xóchitl después de negarla ha admitido la falta. Pero su explicación de por qué pecó es mala: “Me pendejié”, argumentó.

No se pendejió: plenamente consciente de lo que hacía engañó presentando como suyo un trabajo que no era todo de ella.

¿Le castigará la UNAM? En qué problema está la principal universidad pública de México.

Si sanciona a Xóchitl o al menos descalifica la calidad de su trabajo, se cuestionará a la casa de estudios por no haber hecho lo mismo con Yasmín, aunque en el caso de la ministra esta haya manipulado al poder judicial para impedir que se difunda oficialmente lo que todos sabemos sí hizo: plagiar.

Pero si la UNAM dice que no fue tan grave lo realizado por la candidata de la derecha empresarial, la gente de izquierda linchará al rector Enrique Graue por palero de la opción política conservadora, con la que claramente este médico se identifica -algo que por lo demás es su derecho-.

Debido al plagio de Xóchitl Gálvez —agravado porque se suma su casa roja, sus vulgaridades, sus contratos con el gobierno, su incapacidad para el debate frente a Beatriz Paredes, etcétera—, ha crecido un rumor: que Claudio X. González y los otros jefes del FAM buscan quitarle la candidatura para reemplazarla por alguien con menos negativos.

No sé si bajarán a Xóchitl Gálvez, pero el runrún cada día se escucha con más fuerza.