Sabemos que durante tiempo, estuvimos a merced de las políticas neoliberales que llevaron a cabo las administraciones del PAN y PRI. Por supuesto, esto provocó perjuicios en la estabilidad económica y amenazó el balance del país en décadas. Esta fue la crisis que sufrimos durante años que, en gran medida, marcó un hito en el retroceso, especialmente con la privatización de las empresas nacionales en el instante en que comenzó la transferencia de instituciones al sector privado. En realidad, exmandatarios como Carlos Salinas de Gortari fueron los que contribuyeron de manera gradual al saqueo del país. Y con ese mismo proyecto político, le siguieron Felipe Calderón Hinojosa, y el propio Enrique Peña Nieto, a través del Pacto por México. Eso, a la postre, terminó por afectar a la ciudadanía, especialmente a los sectores más vulnerables.

Eso, entre muchos aspectos más, aceleró la decadencia de los partidos de la derecha, que fueron los principales abanderados de esta visión de sometimiento. Este punto, desde luego, puede considerarse como la puerta de acceso al movimiento que, durante muchos años, encabezó el exmandatario López Obrador. Y sí, los efectos de la llegada de la izquierda al poder se hicieron sentir a favor de las causas del pueblo. Recuerdo que, en tiempos de campaña, AMLO prometió revertir una de las reformas más punitivas que han existido en el sistema de educación. Recurrir a las evaluaciones, atendiendo las recomendaciones de los organismos internacionales, nunca fue una buena solución para mejorar la calidad del proceso de enseñanza en tiempos del PRIAN. Para el caso, la fracción parlamentaria de Morena, en el pasado ejercicio legislativo, le hizo justicia social a miles de maestros y alumnos a través de la modificación al artículo 3° de la Constitución.

Uno de los objetivos de la llegada de López Obrador, evidentemente, era revertir el esquema de reformas neoliberales que se firmaron en el Pacto por México. De hecho, se hizo especial hincapié en temas fundamentales en materia energética. Hace unos años, en efecto, la fracción parlamentaria de Morena, en conjunto con los aliados, intentó aterrizar el proyecto de modificación en esa materia. No hay que olvidar que, en ese momento, las condiciones numéricas impidieron encontrar la mayoría calificada; sin embargo, la manera en que se empujó el asunto habla del nivel de compromiso del lopezobradorismo por reconfigurar una plataforma de nación de carácter meramente progresista. Eso, naturalmente, fue lo que aceleró el llamado Plan C que diseñó el mismo Andrés Manuel ante la negativa de la oposición.

Con esa consigna, Morena, el pasado 2 de junio, rompió el mismo paradigma político que marcó López Obrador en las elecciones del 2018. Fue, sin lugar a dudas, la manifestación más clara del pueblo de México para llevar a cabo los cambios que necesita el país. De hecho, fue la misma ciudadanía la que levantó la voz para que los legisladores, con esa encomienda que les fue delegada, consolidaran un paquete de iniciativas que, desde hace tiempo, están pendientes en la agenda de prioridades de la Cuarta Transformación. Una de ellas, en definitiva, la reforma en materia energética. Eso, al filo de la madrugada del jueves, se hizo posible luego de que Morena avalara el dictamen en mayoría calificada. Siendo así, el Estado tendrá el control y la capacidad de tomar decisiones en las energías, especialmente las áreas estratégicas.

En cuanto al trabajo, hay que destacar el empuje de Ricardo Monreal, coordinador y líder de la fracción parlamentaria de Morena. Él, de hecho, fue uno de los liderazgos que respondió con fundamentos a los cuestionamientos de la oposición. Y no solamente defendió el proyecto, sino que hilvanó los trabajos con responsabilidad. En pocas palabras, la batuta que ha tomado el zacatecano ha sido decisiva para lograr, además de la aprobación de este punto medular, un esquema de proyectos que da cuenta de los pendientes que dejó el exmandatario federal, López Obrador. Dada esa sagacidad de Monreal, se han concretado, hasta ahora, más de seis modificaciones al marco constitucional. Entre ellas, desde luego, el asunto del poder judicial que, dentro de muy poco, tendrá un impacto en la elección de jueces y magistrados por la vía democrática.

Morena, Claudia Sheinbaum y los líderes de ambas fracciones legislativas, están asumiendo con mucha responsabilidad el voto abrumador que manifestó su apoyo al proyecto de transformación. El destino sociopolítico de México, que está en manos del lopezobradorismo, seguirá echando raíces, primero, para revertir las reformas neoliberales, fruto de la firma del Pacto por México. Eso, recordemos, ha traído consecuencias negativas para el territorio nacional. Dada la necesidad de dar un giro, la izquierda, en conjunto con los legisladores de la coalición Seguimos Haciendo Historia, han elaborado una plataforma de cambios estructurales para que el estado recupere la rectoría y, de paso, detonar el desarrollo económico, político y social.

Aún faltan políticas neoliberales por revertir, eso sí, heredadas por el PRIAN. Con este paso, la lógica nos indica que, dentro de muy poco, habrá más mecanismos legales que podrá utilizar el estado para garantizar, además de la democracia, mayor bienestar dada la capacidad que tendrá la administración, al menos lo suficiente para la construcción del segundo piso de la llamada cuarta transformación. Entonces, lo que acabamos de atestiguar ayer en San Lázaro, luego de la aprobación de la reforma energética, es el compromiso por revertir los vestigios neoliberales y, de paso, concebir una plataforma transformadora, garante de velar por una sociedad más justa, democrática y equitativa. Esto es, por mucho, el nuevo gobierno que encabeza Claudia Sheinbaum.