Siete de la mañana en punto y amanece en el palacio.

- ¡Ánimo! - saluda sonriente

-Buenos días, señor presidente-

Desde hace unas semanas uno de los temas con mayor foco en las mañaneras y en el debate público ha sido la reforma eléctrica. Es tal su trascendencia para nuestro país que es de suma importancia que todas y todos los mexicanos sepamos el por qué, el cómo y el para qué de esta reforma.

¿Por qué meterse con la luz? Con las reformas estructurales de EPN en el 2013 se establecieron varios mitos. Que la iniciativa privada era mejor que el Estado. Que, en la producción de petróleo, la refinación de gasolina y la generación de electricidad las empresas del Estado no dejaban buenas cuentas al país. Hoy sabemos que esto último formaba parte de una compleja estrategia transexenal para privatizar la producción del petróleo, depender de privados extranjeros, desaparecer la CFE y, sacar ganancias para una minúscula clase política corrupta.

La reforma eléctrica es una de las acciones insignia de la Cuarta Transformación, se podría decir que para el gobierno de AMLO es innegociable. Al igual que proyectos como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto Felipe Ángeles, o el aumento del salario mínimo, esta iniciativa carga con los anhelos de lucha, justicia y organización de nuestro pueblo. Por ejemplo, mientras que la refinería de Dos Bocas tiene el objetivo de reducir los costos de los combustibles, de manera especial, el de las gasolinas, la reforma eléctrica busca una competencia justa en el marco de la ley para garantizar mejores precios de la luz para la población, al tiempo que cierra la llave al despilfarro y saqueo de los privados.

¿Cómo se busca lograr lo anterior? La reforma eléctrica muestra sus beneficios en varias dimensiones: la administrativa, económica y ecológica. En lo administrativo se busca corregir el desmembramiento que sufrió la CFE en el gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando se aprobó que tanto la CFE como las redes de transmisión y distribución fuera divididas, creando instituciones “autónomas” que las regirían, que no es otra cosa que poner el sistema de electricidad a favor de las empresas privadas. Esto con la intención de arrancar a la CFE la rectoría de la industria eléctrica, para posteriormente privatizarla.

Para darnos cuenta del retroceso en el cual estamos mientras no se modifique la ley, hay que conocer que desde el año 2014, año en que entró en función la reforma energética, pasamos de ser un país independiente energéticamente (es decir, el Estado tenía la capacidad de producir la energía eléctrica que necesitamos), a depender de extranjeros para mantener encendidos los hogares de las familias mexicanas.

En cuanto a lo económico, los beneficios que traería la reforma eléctrica estarían en dos puntos: la disminución del costo de la energía como consecuencia de la depuración de los sobreprecios y costos que existen actualmente por el esquema de contrataciones de privados, así como por la operación al 100% de la capacidad productiva de las hidroeléctricas de nuestro país, las cuales producen energía limpia e inexplicablemente están funcionando al 55% de su capacidad. Sobre esto, dos puntos que ilustran el negocio que se estaba haciendo a costa del pueblo:

  1. CFE solo está produciendo el 38% de la electricidad, mientras que los privados acaparan el 62% de la energía. De no aprobarse la reforma, se estima que el porcentaje de los privados llegaría al 85%.  Con la presente reforma se busca que la producción de la CFE no pueda ser menor al 54%.
  2. Hoy, gracias a la reforma del gobierno de EPN, empresas como Wal-Mart, Oxxo o Bimbo encontraron el cause legal para pagar menos de electricidad que un ciudadano normal. Oxxo paga 1.80 pesos por kilowatt mientras que el consumo más alto de un ciudadano lo paga en 5.20 pesos.

Sobre el tema de la ecología, este ha sido uno de los rubros donde la oposición ha saltado más ahora resulta que son ambientalistas pues veamos… los neoliberales del pasado le heredaron al gobierno de la 4T, después de casi 50 años en el gobierno, una producción de energías limpias del 5%, un número muy menor. En cambio, las energías renovables son las primeras en considerarse para su uso en la reforma presentada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, dejándose el carbón hasta último lugar. Las hidroeléctricas, que producen energía transformando la fuerza del agua, aportarán el doble de su producción actual pasando del 9% al 18%, gracias a la inversión que se haría de 1,000 millones de dólares a la modernización de 14 hidroeléctricas.

Ahora, si queremos otra mirada sobre la importancia de la reforma, solo tenemos que voltear a ver lo que está pasando en Europa en donde los precios de la electricidad se han disparado. En países como Italia la factura subió 20% hacia junio, para aumentar en un 40% en octubre, mientras que en España el costo se ha triplicado escandalosamente. Si este es el escenario en Europa donde la electricidad es acaparada por privados, ¿por qué poner en charola de plata nuestro sistema eléctrico a empresas privadas extranjeras? ¿si las tarifas se duplican o triplican en sus propios países, que podemos esperar que hagan estás empresas en un país que no es el suyo?

Bueno… y a todo esto, ¿para qué la reforma eléctrica? Recuperar al sector energético como palanca de desarrollo para la economía nacional es fundamental si queremos mejorar tanto el ingreso de nuestras familias como su calidad de vida. No tiene sentido que el pueblo esté pagando sobreprecios para el beneficio de unos cuantos, ni que tengamos subutilizadas y abandonadas empresas del Estado que pueden funcionar perfectamente. Esto es lo que está peleando la reforma eléctrica, y esto es lo que se va a discutir estas semanas: la posibilidad de establecernos como un Estado con soberanía energética.