Entre 10 y 20 reformas serán presentadas el próximo 5 de febrero, aniversario de la Constitución Política, por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Mientras que la lectura rápida nos haría pensar que se trata de una estrategia para mantenerse en el debate público mediante temas puntuales que alcanzan a todos los mexicanos en la vida cotidiana, como la reforma en pensiones, la reforma del Poder Judicial y la reforma eléctrica, un análisis del significado histórico orienta a que presentar reformas constitucionales el mismo día en que se celebra el Día de la Constitución Mexicana, a sabiendas de que difícilmente alcanzarán a ser discutidas y aprobadas, en realidad implica sentar las bases de aquello que debería abanderar la próxima presidenta así como las bancadas de representantes que están por ser electos.

Como diría el refrán popular, “se matan dos pájaros de un tiro”, o precisamente, hasta tres:

  • Campaña presidencial. El contenido de las reformas permitirá que su gobierno despliegue una intensa campaña de contraste puntualizando en los momentos de profunda corrupción en que se afectó a pensionados y ahorradores del sistema financiero, aunado a que gran parte de la población que se ha desempeñado en la informalidad está a favor de cualquier tipo de reforma a este sistema. Pero la clave está en la posibilidad de seguir marcando la agenda mediática, subsanando cualquier tipo de espacio o vacío que le cuestione por las fallas de su gestión, como el manejo y distribución de medicamentos o la seguridad en carreteras y comunidades azotada por el crimen organizado.
  • El proyecto de nación o contenido programático para las y los candidatos de Morena en una línea muy concreta: materializar todas las reformas que se presenten como prioridad. Parte fundamental de los perfiles que se convertirán en candidatas o candidatos a distintos cargos de elección popular es que sus agendas grupales, sectoriales o personales quedarán en segundo plano. El famoso “Plan C” que busca lograr mayoría en todos los espacios que se disputan, tiene como compromiso principal que impulsarán, aprobarán y harán todo lo que sea necesario para que las reformas del 5 de febrero se logren concretar en el próximo periodo presidencial. Recordemos que las reformas constitucionales requieren la aprobación de la mayoría de los congresos locales de las 32 entidades además del voto mayoritario en ambas cámaras del Congreso de la Unión. Además, mediante la presentación de estas reformas, el presidente brinda un guion completo de propuestas y compromisos de campaña que todos los candidatos de Morena tendrán que promover, sin mayor complicación, evitando que las ocurrencias se interpongan o generen escándalos.
  • La base del Testamento Político de López Obrador.  Cuando López Obrador hablaba de un “testamento político”, algunos se imaginaron que el formato vendría en un clásico documento cargado de voluntades políticas, un acto que no se contempla en la ley. Sin embargo, la fecha simbólica implica el inicio de un nuevo orden constitucional mediante reformas profundas que, a pesar de no tener forma de alcanzar su aprobación previo a las elecciones, sí le permite cumplir con el objetivo de lo que fuere un “testamento político”: Dejar presentadas iniciativas a las que, como en otros momentos, seguramente pedirá que no se mueva ni una coma, que será encomienda de la futura presidenta, gobernadoras, gobernadores, diputadas y diputados así como senadores implementar.

Este día conmemora la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en 1917 que ha sido reformada más de 700 veces a través de 233 decretos. Y aunque crear una nueva Constitución, como en reiteradas ocasiones llegó a plantear Gerardo Fernández Noroña, la propuesta presidencial del 5 de febrero sí tocará los puntos torales de la distribución de poderes, concretamente con la Reforma al Poder Judicial, por lo que, en esencia, se trataría de un orden constitucional totalmente nuevo.

En la teoría del derecho, se habla de los actos formales y los actos materiales. Se supone que una nueva Constitución tendría que emanar de un nuevo Constituyente, al menos, en la forma. Sin embargo, de facto, los cambios y disposiciones que podrían presentarse, o sea, en cuanto al contenido de la Carta Magna, nos tendrían que hacer abrir un profundo debate acerca de si nuestra Constitución tan sólo guardará el nombre siendo ya totalmente distinto el esquema de división de poderes que plantea, pues en caso de aprobarse al menos la mitad de aquellas reformas que serán presentadas, definitivamente nuestro sistema democrático no seguirá siendo el mismo.

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En conclusión, no se trata de reformas que busquen simplemente mantener el control de la agenda mediática y tener materia para una campaña presidencial en pleno periodo electoral, sino que se trata de un acto cargado de simbolismos a través del cual, López Obrador está sentando la línea de trabajo que tendrán que realizar como parte de aquello llamado “el segundo piso de la Transformación”. Reformas ahora mismo imposibles, que son un mandato de continuidad, se trata de la agenda legislativa de los próximos 3 o 6 años, en definitiva.

Frida Gómez en X: @ifridaita