El nombre de Ramón Armengod nos suena desconocido hoy, pero cuando se le mira en alguno de sus muchos filmes, su rostro resulta familiar, no así su voz que no se escucha cercana o distinguible en primera audición. Cuando nombre, imagen y voz se juntan, aparece “El chansonnier de moda”; mote surgido de un personaje de película interpretado por Armengod. Sin embargo, no resuena como Negrete, Ortiz Tirado, Arvizu, Avendaño, Vargas, Urcelay…

Se trata de un artista con alrededor de 50 películas (muchas como protagonista, al contrario del tipo del cantante regular de la época que usualmente hacía su aparición interpretando una o dos canciones); un gran número de canciones grabadas desde los primeros tangos en 1929 hasta las últimas películas realizadas a finales de los sesenta, cuando regresa a escena después de un retiro voluntario de una década a finales de los cincuenta; artista de éxito y fama durante su tiempo. Esa presencia constante y abundante al parecer no es suficiente para que en la memoria del público mexicano resuene su nombre o su voz como la de otros y otras de su misma época, esa que hemos estado revisando y que comprende los 30’s y 60’s del siglo XX.

|“Amar y vivir”, canción de Consuelo Velázquez|:

¿Cómo explicar ese fenómeno del olvido, qué “misterio” hay en el hecho de que un hombre y artista voluntarioso no esté presente de una manera marcada en los registros de la memoria espontánea sino que se tiene que recurrir a la verificación de esa presencia en alguna película o en alguna interpretación con la toma cinematográfica? La pregunta de siempre: ¿por qué algunos sobresalen, destacan más que otros incluso en condiciones de oportunidad semejantes?

La voluntad de Ramón Armengod (1909-1976) se manifiesta pronto, cuando se impone a la de sus padres que no deseaban una vida de artista para él, y ya a los veinte años de edad estaba grabando su primer disco (de tangos y canciones acompañado al piano por el compositor Mario Ruiz Armengol), cantaba papeles secundarios en operetas producidas por la compañía lírica y teatral de Roberto Soto en el Teatro Lírico, era contratado por la XEW y pronto comenzaría a filmar. Más que prometedor, su debut y ascenso fueron una sorprendente realidad.

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|El dueto “The Mexican Caballeros”, Ramón Armengod y Jorge Negrete, interpretan “Besos”, grabada en 1937, el mismo año en que van a cantar a Nueva York, en condiciones no muy gratas, de acuerdo a Enrique Serna (Jorge el Bueno. La vida de Jorge Negrete; Clío, 1993); bolero-son de Luis Alcaraz|:

Y ya en 1937 se presentaba en Nueva York cantando a dueto con Jorge Negrete, “The Mexican Caballeros”. Negrete fue a ese viaje en sustitución de Emilio Tuero, con quien Armengod tenía el dueto “Par de ases”; con ambos intérpretes grabó discos. El joven Ramón hacía amigos que con el tiempo se harían famosos (como Tito Guizar) y aun lo trascenderían a pesar de su precocidad artística. ¿En qué consiste el misterio entonces?

Escena # 1. Mientras Ramón interpreta “Corazón mentiroso”, un empresario artístico le dice al capitán de meseros del cabaret en el puente musical de la canción:

“¿Qué te parece Pedro? Cuando yo contraté a este muchacho, me gustaron sus canciones, pero ni sus canciones ni su voz le han interesado a nadie. El cabaret completamente vacío. Me equivoqué”.

|”Corazón mentiroso”; escena de película a colores con IA|:

Un escena de película que pareciera revelar algo más que un mero parlamento aunque al final de la trama fílmica la suerte del personaje-intérprete cambie.

Escena # 2. En la película Mujeres, música y amor (1952; Chano Urueta, dir.), dos marinos, Vitola y Miroslava comentan sobre el artista del show del crucero, Ramón, interpretado por Armengod, que canta “Adiós mariquita linda”.

Miroslava: ¿Ya te fijaste quién es el que canta?

Vitola: Déjame ver. No. Oye, pero su cara me es muy conocida. Se parece mucho a Ramón Armengod.

M: Armengod no canta.

V. Pues este tampoco.

Capitán: Es increíble que aplaudan a un hombre por esos desesperados intentos de cantar.

M. Soy de su misma opinión.

O Armengod tenía sentido del humor o tenía que tragarse esas bromitas en el guion de parte del director de la película; o acaso lo cómico lo justifica todo.

|”Adiós mariquita linda”, de Marcos Jiménez|:

La voz de Ramón Armengod es, en cuanto a color y timbre, de tenor ligero con un rango vocal muy corto de acuerdo a las muchas interpretaciones registradas. Aunque por lo general es homogénea y posea una adecuada línea de canto, carece de potencia y de alardes; no logra llegar a fondo en su expansión, muestra incluso algunas desafinaciones (tal vez sea efecto de las grabaciones más antiguas). En fin, es una voz delicada, íntima, que se escucha agradable en algunas interpretaciones pero no se caracteriza por una belleza o un color inmediatamente identificables. ¿En esto reside el misterio?

Es decir, Armengod tuvo la voluntad de hacer y ser, y tuvo también sin duda apoyo, éxito y fama en el teatro, el cabaret, el disco, la radio, el cine y sin embargo hoy se recuerda más a cantantes como Nicolás Urcelay, que murió joven, o un tenor de voz sutil (de “seda”), como Juan Arvizu que no tuvieron una presencia importante en el cine. También el canto de compañeros de viaje como Negrete, Guizar y aun Tuero, está más presente.

|Armengod interpretó muchas canciones de Agustín Lara, incluso una película con el título de una de ellas “Palabras de mujer” (José Díaz Morales, dir., 1946)|:

La razón del retiro temporal en la década de los sesenta es desconocida. El cantante-actor tenía fama, reconocimiento, dinero; tal vez cansancio, tal vez sea ese misterio que no se devela para explicar la razón de que algunos artistas tengan más éxito y más trascendencia temporal que otros; ¿es la diferencia de talentos, la fortuna? A final de cuentas, sin duda, vale la pena ver las películas en que actúa y canta Ramón Armengod. Ahora mismo estoy mirando la muy divertida en que coprotagoniza con la bella y trágica Miroslava Stern.

|Como salida, “Viajera”, de Luis Alcaraz”|:

Héctor Palacio en X: @NietzscheAristo