“Sin querer queriendo” (como dijera un afamado personaje de “Chespirito”) el Dr. Gatell se volvió un ícono de la televisión mexicana, tipo Luis Manuel Pelayo, Luis Velasco y hasta “Brozo” (quien se despidió tres veces de la televisión, quien sigue saliendo por Latinus, ahora en modo “chayotero”).

Como el ya citado “Chespirito”, el Dr. Gatell incluso acuñó una frase que se hizo parte de la cultura popular, y de la que se hicieron múltiples memes: “Ya lo habíamos dicho, pero con mucho gusto se lo explico otra vez”.

Sus conferencias podrían insertarse dentro del género de programas médicos, como el mítico “Dr. House”, o “Gray’s Anatomy” (un programa que ha tenido muchísimas temporadas y que, honestamente, me parece sumamente aburrido, cuya popularidad me resulta tan inexplicable como la diputación de Margarita Zavala). La eficacia de las conferencias se explica porque todo mundo está interesado en la supervivencia, específicamente en lo relacionado con la salud.

Desde que inició la pandemia, nuestra población encontró refugio, consuelo y hasta formas catárticas de expresión, en las conferencias vespertinas que, diariamente, y puntualmente a las siete de la tarde, encabezaba el doctor Hugo López-Gatell.

Independientemente de las críticas a su persona y su manejo de la enfermedad, no se puede negar que el Dr. Gatell le gustaba a las cámaras, y el televidente estaba pendiente de su aparición, ya sea en plan de fan o para denostarlo (como pasa con el equipo de futbol América), y de manera natural, se fue creando un ambiente familiar en las conferencias (como sucede con las comedias de situación, donde el espectador se vuelve parte virtual de una comunidad ficticia).

En “El Chavo del ocho”, uno se había acostumbrado al Rolling gag y la reiteración (Doña Florinda abofeteando a Don Ramón, diciéndole a su hijo: “¡No te juntes con ésta chusma!”, para que Kiko rematara con leves puñetazos al pecho del ñor, chillando: “¡Chusma, chusma!”), igual ocurrió en las conferencias, con los periodistas preguntando nuevamente la mismo, provocando o sacándose de la manga preguntas inauditas, poniendo a prueba la paciencia del Dr. Gatell, generando un morbo parecido a quien goza presenciando pruebas deportivas de resistencia, logrando que su actitud “cool”, por momentos estallara (como ocurrió con Peniley Ramírez, cuyo altercado sobre la eficacia de las vacunas, generó en algunos medios y la opinión pública, la absurda creencia de que el subsecretario de Salud “aventaba la toalla” por culpa de ella).

Se le creó mito de galán, le apodaron “doctor muerte”, se corrió el chisme de que salía con una novia a lugares públicos, los Paparazis lo cazaban para fotografiarlo sin cubrebocas, se le extrañó cuando Olga Sánchez Cordero ocupó su lugar, etc.; como vocero del gobierno sobre la pandemia, tuvo la fortuna de ser ampliamente popular y, con todo y errores y equivocaciones, eso ayudó para transmitir el mensaje básico: Lávate las manos, sanitiza y quédate en casa (machacante consejo que, irónicamente, él mismo desobedeció, al salir de vacaciones a Puerto Escondido).

Pero toda emisión televisiva tiene su fin (salvo los Simpson, que, aunque las caricaturas no envejezcan, los guiones actuales ya perdieron gracia y frescura). “El club de Los Beatles”, que se sigue transmitiendo por radio, ya no sabe qué inventar para ofrecer a su público, escarbando información que parece surrealista, como “cuántos hot dogs se comió Ringo Starr en el verano de 1967”. Aquí, la información ya no da más.

Con la aparición de la tan ansiada vacuna, las conferencias cumplieron su función originaria. Ya no se pueden seguir transmitiendo, salvo que se quiera crear una especie de adicción informativa, que no es nada saludable.

En su última conferencia del viernes 11 de junio, el Dr. Gatell, con su acostumbrada actitud serena y objetiva, anunció que “se cerraba un ciclo de comunicación, para continuar con el monitoreo, el avance en la vacunación y la estrategia operativa”.

Siguiendo su tradicional pelea diplomática con algunos medios informativos, advirtió que “algunos grupos de opinión” difunden que, con el término de las conferencias, el Gobierno Federal da por finalizado el ciclo de la pandemia, aclarando que los contagios siguen, aunque la epidemia esté a la baja; que, aunque nos encontramos en una “Fase de Meseta”, el virus mortal sigue pululando y cobrando vidas, y que no hay que bajar la guardia y continuar con las medidas anunciadas.

Precisó que el Estado sigue atento al combate de covid-19, hasta que: 1. Ocurra la extinción de la transmisión en todo el mundo, o 2. El coronavirus llegue a un “estado endémico epidémico”, o sea, que la enfermedad entre en ciclos de subidas y bajadas, correspondientes a ciclos del año, como otros virus respiratorios. También dio la buena noticia que los programas de salud proporcionarán de forma gratuita, medicamentos y vacunas para que la población combata al coronavirus.

Aunque hubo mucha asistencia (como en las primeras conferencias), no hubo ronda de preguntas y respuestas; solo se le dio la oportunidad de hacer una pregunta al periodista Juan Herrnández, del periódico “¡Basta!”, quien preguntó si “se sentían satisfechos”, y el dr. Afirmó que así era, y agregó: “Seguimos y seguiremos avanzando por el bien de México”.

Un grupo de mujeres despidió al encargado de la pandemia con mariachis. Me uno entonando “Las Golondrinas”.