En su conferencia mañanera, el presidente exhibió un contrato celebrado por el Instituto Nacional Electoral en 2018 (con el visto bueno de Lorenzo Córdova “Tatanka”), con el historiador Enrique Krauze, por dos millones de varos, para la realización de un documental sobre “procesos electorales en México” (del que nadie ha visto nada); también exhibió otro contrato emitido por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, por dos millones 475 mil pesos, del mismo año, con la revista Nexos, de Héctor Aguilar Camín, para la publicación de 10 artículos de opinión (más bien artículos suntuosos, tomando en cuenta su costo).

Lo primero que brilla por su ausencia, evidentemente, es dicho documental, algo parecido al afamado documental “Populismo en América Latina” (producido por Javier García para La División, en 2018), que supuestamente pasaría por el canal de National Geographic, hasta que el propio canal se enteró y desmintió la información. Al menos del supuesto documental sobre el “populismo en América Latina” vimos anuncios pegados en autobuses, con la foto de Andrés Manuel López Obrador junto a Hugo Chávez, Juan Domingo Perón y Lula Da Silva (de hecho, toda la farsa del programa tenía la única intención de hacer circular esos anuncios, para manipular al electorado, haciéndole creer que López Obrador es populista; cantaleta que, por cierto, repite Lorenzo Córdova, valiéndole literalmente madres la parcialidad que debería guardar, pero “con dinero baila el perro”).

“El populismo en América Latina”

Otra notable diferencia entre el documental sobre “El populismo en América Latina”, y el de “Procesos electorales en México”, es que el primero se realizó con dinero privado, el segundo con dinero público (al respecto, recordemos los informes del Órgano Interno del INE, donde se acusó a Lorenzo Córdova de dispendiar millones de pesos en adquisiciones de automóviles, gastos de representación, contratación de “aviadores” y empresas “fantasmas”, por lo que no sería nada raro que el consejero, tramposo y derechoso, se haya embolsado una parte del dinero destinado para el documental inexistente).

Parafraseando al policía que dice: “Sin cuerpo del delito no hay delito qué perseguir”, yo diría “sin documental sobre procesos electorales sí hay delito qué perseguir”. Es como comprar una mercancía por Mercado Libre y recibir una caja vacía. Sin programa documental, y sin que el INE reclame la devolución de lo que pagó, todo huele a maniobra de los grupos poderosos, huérfanos de los privilegios de antaño, para intervenir en las elecciones con una pequeña ayuda del INE.

Lo dije una vez, lo dije dos veces, lo dije tres veces, lo vuelvo a decir: La derecha no tiene forma de recuperar el poder más que a través de un fraude electoral.

¿INE valida fraudes?

El Instituto Nacional Electoral siempre ha validado los fraudes que le han dado la presidencia a los partidos de derecha en México, desde los tiempos que se llamaba Instituto Federal Electoral (precisamente se cambió el nombre por el desprestigio que arrastraba, como un asesino que se cambia de sombrero para que vean que ya cambió), pero ésta vez no pudo evitar el triunfo del “Peje”, no había manera de validar otro fraude, pero les aseguro que si a Meade o Anaya les hubieran dado la presidencia por un voto, su justificación hubiera sido, entre otros argumentos, que la gente no quería un gobierno populista, apelando al programa “Populismo en América Latina” (no importa que la gente no creyera que el “Peje” es populista, los puros anuncios del documental serían sus pruebas).

Por supuesto que pagar la producción de un documental que no existe es un fraude financiero, y quien participa en ello no es digno de confianza para las próximas elecciones (¿tú confiarías en alguien que desvalija carros?).

Si en vez de Morena hubiera ganado el PAN o el PRI, a la mejor sí se producía dicho documental de procesos electorales, y puedo apostar lo que tengo en mi bolsillo derecho que hubiera sido más amarillista, falso e incendiario contra la izquierda, que un programa de LatinUs (y por supuesto, su estreno se celebraría con una gran cena de chayotes a la Roquefeller).

Ambos documentales son del 2018, lo cual parecería una coincidencia, si no pareciera más el bombardeo de una propaganda anti Morena, con la lamentable y peligrosa intervención de un Instituto Electoral que, supuestamente, debería vigilar las elecciones en México.

Ese mismo año también se pagaron millones de pesos al afamado salinista Héctor Aguilar Camín, quien a la mejor sí los escribió, pero como escribe muy aburrido seguro nadie los leyó, y, por lo tanto, también es dinero del pueblo tirado a la basura.