En días recientes, tres nombres resonaron entre inversionistas, analistas y usuarios que quizá jamás pensaron aparecer en una alerta financiera: CI Banco, Intercam y Vector Casa de Bolsa. Tres instituciones que, sin ser parte del corazón bancario tradicional como BBVA o Banamex, mueven miles de millones de pesos, sobre todo de empresas, patrimonios privados e inversiones sofisticadas.

¿Qué ocurrió exactamente? En un país donde el sistema financiero presume de estabilidad, lo que se vivió fue una especie de intervención quirúrgica en silencio, de las autoridades (la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Banxico y Hacienda) posterior a los señalamientos del Tesoro de Estados Unidos donde detectaron anomalías: irregularidades operativas, falta de liquidez en ciertos instrumentos, operaciones poco claras y una gestión patrimonial que podría haber cruzado líneas rojas.

A diferencia de otras crisis financieras del pasado, como la de FAMSA o Accendo, aquí no se habla de una quiebra formal. Pero sí de un llamado de atención que genera una pregunta generalizada: ¿mi dinero está seguro?

Los que sí tienen razones para preocuparse (y los que no tanto)

Este episodio dejó a muchos preguntándose si deberían correr por su dinero. Pero el panorama no es blanco o negro. Los clientes con cuentas de depósito tradicionales en CI Banco o Intercam, por ejemplo, tienen cierta protección: el IPAB garantiza hasta 400 mil UDIS (aproximadamente 3 millones de pesos) por persona por banco.

Sin embargo, no todos los productos están cubiertos. Aquellos que firmaron pagarés estructurados, notas de inversión complejas o participaron en fideicomisos privados, podrían estar más expuestos. En el caso de Vector Casa de Bolsa, por ser una entidad no bancaria, el dinero invertido no está bajo esa misma garantía. Y es ahí donde comienzan las tensiones, sobre todo si los instrumentos ofrecían rendimientos altos sin la debida transparencia.

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Esto nos lleva a una segunda pregunta: ¿me van a congelar mis recursos? Hasta ahora, no hay información oficial de bloqueos masivos. Pero sí podrían registrarse retrasos o bloqueos puntuales mientras se revisan operaciones internas o se determina la legalidad de algunos contratos. La recomendación es revisar a detalle el tipo de producto contratado y comunicarse con la institución para obtener información por escrito.

Un síntoma del modelo financiero que se estaba agotando

Lo que está pasando no es solo culpa de las instituciones. Es también resultado de un ecosistema donde por años se permitió que crecieran entidades que operaban bajo el radar de la supervisión rigurosa. Bancos boutique, casas de bolsa, asesores financieros independientes, todos con un discurso de especialización y exclusividad, pero en muchos casos sin los controles que exige el manejo del dinero ajeno.

Intercam, CI Banco y Vector simbolizaban, para muchos empresarios o personas con patrimonio, una alternativa “más cercana”, “menos burocrática” o “más ágil” que los bancos tradicionales. Pero en esa agilidad también puede esconderse la opacidad. Y como siempre, cuando algo ofrece mucho y pide poco, hay que desconfiar.

Aquí es donde entra la dimensión política del asunto. Claudia Sheinbaum en un momento en que el sistema económico mexicano aún goza de estabilidad, pero está lleno de grietas, la banca, los seguros, las Afores y el sector de inversión patrimonial necesitan una revisión a fondo. Porque no basta con crecer, hay que crecer con reglas claras. Y si hay actores financieros que juegan con fuego, la CNBV no puede seguir apareciendo hasta que el incendio ya esté visible desde el Zócalo o hasta que el país vecino exhiba las inconsistencias.

Más aún: en un contexto donde se pretende consolidar una mayor bancarización, inclusión financiera y confianza ciudadana, estos episodios minan todo esfuerzo institucional. ¿Cómo pedirle a un joven que meta su dinero en un fondo de inversión si su tío empresario acaba de tener problemas para sacar su dinero de un banco “especializado”? La confianza se construye con hechos, no con comunicados.

En mi opinión, si algo nos deja este episodio es una lección básica: en temas financieros, no hay sustituto para la transparencia y la regulación efectiva. No importa qué tan “sofisticado” sea el producto, ni cuán convincente sea el asesor. Cuando las cosas se hacen al margen, los que terminan pagando el precio son los clientes.

El Estado no puede llegar tarde, y el usuario no puede confiar ciegamente. Lo que pasó con CI Banco, Intercam y Vector es grave. No porque sea una tragedia terminal, sino porque revela las costuras de un sistema que muchos daban por sólido. Y en economía, como en política, lo que no se repara a tiempo termina colapsando.