La alemana Jelena Weber escribió el libro La brújula del orden: limpiar, crear orden, mantener el orden. Ella se refiere a la vivienda. Leí en Der Spiegel —auxiliado por el traductor de Google, que para ella “un poco de caos” en casa no es problema. Y recomienda la regla de los 20 minutos: “Si logras preparar tu vivienda en veinte minutos para recibir invitados, entonces está bien”. Si tardas más, entonces está mal.

En lo que sigue mi opinión sobre el orden y la limpieza basada en tales ideas de doña Jelena, cuyo nombre supongo significa Helena o Elena.

Jelena

¿Cuándo está bien un país?

Respuesta: cuando solo experimenta un poco de caos tanto en la economía como en la política.

¿Es posible aplicar la regla de los 20 minutos en una nación? Yo diría que, cuando un partido pierde el poder por haber generado problemas que la gente castiga en las urnas de votación, si el nuevo gobierno puede solucionarlos en menos de un año, todo está bien. Si esa tarea toma más tiempo, el país está mal e irá a peor.

Cuando Rusia abandone Ucrania, al gobierno de este país destrozado por una guerra de invasión le tomará años, quizá décadas lograr la reconstrucción, si la consigue.

Hoy en Reforma, el señor Jorge Ramos dice una verdad para justificar una mentira. Me sorprende que caiga en tal falta metodológica un periodista normalmente brillante.

La verdad que expresa Jorge Ramos: “El presidente Andrés Manuel López Obrador siempre estuvo correcto en el diagnóstico: la violencia en México estaba ligada a una mafia en el poder”. Hoy se ha confirmado en Estados Unidos con la declaración de culpabilidad contra Genaro García Luna.

La mentira del señor Ramos: “Hay que reconocer que AMLO ha fracasado en su principal promesa y responsabilidad: detener esa violencia”.

Debería el colaborador de Reforma leer a la autora alemana experta en ordenar casas y departamentos: un poco de caos está bien, sin duda, pero eso no cabe decirlo de México.

¿Qué país recibió Andrés Manuel? Un México en el que ha habido miles —y hasta decenas de miles— de asesinatos cada año desde 2006, cuando García Luna empezó a ser verdaderamente relevante en el gobierno.

Creo que Jorge Ramos debió informar un poco más a sus lectores acerca de quién es García Luna. La gente lo sabe, pero nunca estorba recordarlo. Sintetizo lo fundamental de la biografía de tal personaje:

  • Él fue el superpolicía a quien un presidente espurio entregó en 2006 la responsabilidad de mantener más o menos controlada la seguridad pública.
  • ¿Presidente espurio? Felipe Calderón, quien ese año le robó las elecciones a Andrés Manuel López Obrador. Aquel fraude electoral nos llevó a muchos a acampar durante semanas en las calles del centro de la Ciudad de México.
  • Las encuestas señalaban que mucho más de la mitad de la población estaba convencida de que el proceso comicial había sido ilegal. Calderón, entonces, sabía que llegó sin legitimidad y buscó conseguirla con la peor mercadotecnia política: declarar una guerra abierta a las mafias del narcotráfico. Al frente de la estrategia y las operaciones bélicas puso a Genaro garcía Luna.
  • Un juicio en Estados Unidos demostró que cuando fue nombrado secretario de Seguridad en el gobierno de Calderón, el señor García Luna ya trabajaba para el narco, específicamente para el cártel de Sinaloa, liderado por El Mayo Zambada y El Chapo Guzmán.
  • El de Calderón fue un sexenio sin obra pública y sin programas sociales de importancia porque la mayor parte del dinero se dedicó a la fallida guerra contra el narco.
  • Cuando Calderón dejó el poder, entregó a su sucesor un país en guerra. El siguiente presidente, Enrique Peña Nieto, ni siquiera intentó la limpieza sin la cual no se puede empezar a poner orden: agobiado por la magnitud del problema, prefirió ignorarlo. Así que los miles de muertos siguieron durante otros seis años.
  • Tristemente, ahora sabemos que García Luna continuó trabajando para el narco, pero ya no como funcionario público, sino como contratista del gobierno.
  • La Unidad de Inteligencia Financiera ha denunciado que García Luna recibió en la anterior administración pública 750 millones de dólares, que le dieron la Secretaría de Gobernación, cuando su titular era el hoy senador de oposición Miguel Ángel Osorio Chong, y el gobierno de la Ciudad de México encabezado por otro legislador actualmente opositor, Miguel Ángel Mancera.

¿El país que recibió AMLO?

El de 12 años de caos acumulado por tantos muertos, tanta guerra y tanta corrupción; esta, por cierto, fue mucho más allá de solo disponer indebidamente de recursos públicos, sino que llegó al extremo de entregar la jefatura de la guerra contra el narco a alguien que trabajaba para las mafias.

¿Cuáles fueron los resultados de la guerra contra las mafias del narcotráfico?

  • Cientos de miles de muertos.
  • Las estructuras policiacas, nacionales y locales, al servicio del narco.
  • Cárteles infinitamente más poderosos que antes de que iniciara esa guerra. En no pocos estudios se les califica como los grupos mafiosos más poderosas del mundo.
  • Un país necesitado de obras de infraestructura que no se emprendieron por el exceso de recursos destinados a financiar a las mafias.
  • Decenas de millones de personas en la pobreza y sin oportunidades, que han terminado como soldados del narco en prácticamente todos los rincones de México.

Un poco de caos está bien, dice Jelena Weber. Es verdad, corrupción hay en todas las naciones democráticas, la gente la castiga en las elecciones y los siguientes gobiernos no tardan muchos meses en aplicar la recomendación de Jelena: primero limpiar, después ordenar. Primero limpiar, es decir, durante menos de un año trabajar intensamente en castigar la corrupción heredada de administraciones anteriores, y enseguida acomodar las piezas para que el nuevo gobierno más o menos camine.

En el México que AMLO recibió no había un poco de caos, sino el caos total. Demasiada gente en la miseria, destruidas las infraestructuras fundamentales y muchas obras absolutamente necesarias —hídricas, de comunicaciones, de salud, etcétera— con retrasos de décadas, y lo peor, mafias poderosísimas peleando entre sí y contra el Estado, que había decidido poner todos sus recursos en manos de aliados de los narcotraficantes.

Primero limpiar, luego ordenar, sugiere la señora Jelena Weber. El presidente López Obrador, un líder de izquierda que llegó al gobierno después de muchos años de dura lucha pacífica, decidió que si conseguía en seis años limpiar la casa, dejaría a quien se haga cargo de la presidencia en 2024 en posibilidades de comenzar a poner orden.

Andrés Manuel ha cometido errores —los más grandes, haber polarizado en exceso a la sociedad mexicana y no ser capaz de moderar un discurso ideológico que me parece tenía sentido cuando El Che Guevara fue uno de los comandantes de la Revolución cubana, que inició antes de que AMLO naciera y que fracasó muy pronto—.

Pero, a pesar de sus fallas, AMLO está limpiando a México. Cambió a la Policía Federal por la Guardia Nacional, lo que resultó muy difícil. La inversión pública se ha concentrado en las regiones menos desarrolladas del país. Se destinan no pocos recursos a apoyar a las personas que viven en la pobreza. Y, con una política monetaria bastante neoliberal, ha mantenido estable la economía, con una moneda más sólida que nunca.

Creo que razones de sobra tenemos para ser optimistas. El próximo gobierno, independientemente del partido que gane las elecciones presidenciales, recibirá una casa limpia y podrá empezar a ordenarla. Urgen, sobre todo, proyectos de salud que funcionen y obras de infraestructura hídrica en el México sediento que desperdicia tanta agua. Y, ya con la condena a García Luna en Estados Unidos, nuestra fiscalía tendrá que ir por los cómplices del superpolicía en la política, los negocios y hasta en los medios de comunicación, lo que restará poder a las mafias.

La tendrán más sencilla que AMLO la líder en las encuestas de Morena, Claudia Sheinbaum, y quien se perfila para ser el abanderado de la alianza opositora, Santiago Creel.

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