El pasado fin de semana recibimos la triste noticia de la irreparable pérdida de Leopoldo Valiñas Coalla (1955-2022), lingüista, historiador, docente y escritor.

A Polo Valiñas lo conocí como vecino en Tlatelolco. Él pertenecía a una generación levemente mayor, pero convivimos de manera indirecta gracias al futbol. Para nosotros él era mejor conocido como “El Pollo” (nunca supe por qué ese apodo). Jugaba futbol de salón en el club social y deportivo “Antonio Caso”, en el equipo Naranja Dulce. Años después me enteré que se dedicó a la lingüística y que fue un académico destacado en su campo.

Polo estudió la licenciatura y maestría en lingüística en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Realizó estudios de maestría y doctorado en la Universidad de Chicago y en El Colegio de México. Fue profesor en la ENAH y en el posgrado de Estudios Mesoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En 2010 fue elegido miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, desde el 11 de febrero de ese año, para ocupar la silla XXIII, cargo que ejerció hasta el 17 de enero de 2017. Participó en la Comisión de Lexicografía de esta institución y colaboró en la revisión y enmiendas del Diccionario de mexicanismos publicado en septiembre de 2010.

Adicionalmente, fue investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, especializándose en la fonología y la lingüística histórica de lenguas yuto aztecas, particularmente del idioma náhuatl, así como del mixe y del zoque. Polo fue un estudioso, pero sobre todo un crítico de la evolución de las lenguas.

Se especializó en lingüística histórica de las lenguas yuto aztecas, morfología y fonología generales, lingüística y educación indígena, planificación y alfabetización de lenguas indígenas, sobre todo del náhuatl (de Occidente, costa del Pacífico, estado de Guerrero y náhuatl clásico), el mixe de Tlahuitoltepec, Oaxaca; el zoque de Chiapas; el tarahumara; la familia yuto azteca del sur y el español.

Entre sus obras se destaca Se tosaasaanil, se tosaasaanil: adivinanzas nahuas de ayer y hoy, en coautoría con Arnulfo Ramírez y José Flores, 1992, así como Vocabulario castellano-matlatzinca de fray Andrés de Castro (1557) y Vocabulario español-matlatzinca de Roberto Escalante y Marciano Hernández (circa 1973) y Clasificación de las lenguas indígenas de México, de los que fue coeditor, entre otras obras. (1)

Leopoldo escribió en uno de sus textos lo siguiente:

“Durante los meses de febrero, marzo y mayo de 1978 recorrí algunos municipios del estado de Jalisco en busca de hablantes de náhuatl. El objetivo primero era, por un lado, el de hallar material lingüístico sobre esta lengua, intentando obtener un panorama más completo sobre su distribución geográfica y dialectal. Por el otro lado, recoger las informaciones y datos que sobre ella hubiera con la intención de llegar a saber, aproximadamente, la fecha en la que el náhuatl dejó de emplearse en la región.” (2)

En Tlatelolco

A Polo, tuvimos el honor de tenerlo entre nosotros durante la presentación de mi libro Tlatelolco es más que un minuto de silencio, en un acto que se llevó a cabo en enero de 2020. Fue la última vez que lo vi. Sus vecinas y vecinos tlatelolcas aún no aceptamos su temprana partida.

Gracias a nuestra amistad, tanto con Manuel Vega Duarte como con Rubén Frola Jaime, entre otros, invitaron a Polo a nuestro encuentro literario, a quien tenía tiempo de no ver. Ese evento se llevó a cabo el 25 de enero de 2020, en el edificio “5 de febrero”, de Tlatelolco, en el local que ocupaba el Café Insignia.

Entre quienes participamos en esa ocasión, junto con Polo, se encontraban vecinos y vecinas de la unidad habitacional, así como algunos compañeros y compañeras de la UNAM, y amigas y amigos que atendieron amablemente a la convocatoria de la presentación del libro (también existe el video en redes).

La conversación fue amena y de aprendizajes significativos. Nos remontamos hacia viejos tiempos de la infancia y la juventud en el barrio. Nos reconocimos como vecinos tlatelolcas de toda la vida.

Polo vivió en el edificio Atizapán desde 1967, en Tlatelolco. Su equipo, en la categoría mayor, como ya dije, fue el Naranja Dulce. En la categoría menor, ellos, los grandes, crearon al equipo “Limón Partido”. No dudo que en la propuesta de esos nombres, haya estado presente el toque creativo de Polo.

Aunque no fue parte de nuestro círculo de vecinos más cercano, (pertenezco al “cuadro” o parque de juegos de los edificios Durango, Edo. de Hidalgo, Chiapas, Querétaro y Guanajuato; mientras que Polo era vecino del “cuadro” de los edificios Atizapán, Aguascalientes y Chamizal), sabía que el “Pollo” era líder de su grupo de amigos, no sólo por su edad sino por su personalidad, su sentido humano y su buen humor. A la distancia, lo percibí siempre como un ser imaginativo, soñador, creativo e hiperactivo.

Un hecho importante, que atraviesa nuestras vivencias en el barrio tlatelolca y los sucesos políticos y sociales registrados en 1968, es la narración que hicieron Polo y su hermana Alicia sobre las balas del ejército que entraron a su departamento del edificio Atizapán, y que llevaron a ella a caer herida gravemente ese año. Esos testimonios se pueden observar en varios videos que circulan en redes sociales sobre el 68.

Registros en redes sociales digitales:

En la red Twitter, la semana pasada Tania Campos (@TaniaCamposTho1) escribió sobre Polo: “Si algún día tengo una hija le voy a poner ‘doctora’ para que ya no tenga que estudiar”. Una de las frases de nuestro tan querido Leopoldo Valiñas.

La profesora Violeta Vázquez-Rojas (@violetavr) publicó: “Se han de estar oyendo en el cielo las carcajadas como cuando retumbaban por los pasillos de la escuela y delataban en qué salón estabas dando clase. Tu sabiduría aquí se queda. Brilla siempre, Polo Valiñas, querido maestro.”

Elizabeth (@poslameraverdad) señaló: “Nunca olvidaré que de bibliografía nos dejaba leer a Bruno Díaz y a Ricardo Tapia, (Batman y Robín); caímos ingenuamente todos en su broma. Va hacer falta Polo, en este mundo de académicos falsos e hipócritas.”

Ana Salazar (@AnaSalazar673) escribió: “Reímos mucho, en una ocasión que una Instructora Comunitaria, le dijo: Hablo chinanteco, español y de la gente.”

Hasta pronto, querido amigo Polo; gracias por tu sabiduría, amistad y enseñanzas.

Fuente consultada:

(1) Perfil de Leopoldo Valiñas Coalla en el sitio de la Academia Mexicana de la Lengua.

(2) Leopoldo Valiñas C. (1981) El náhuatl actual en Jalisco. Revista Tlalocan. I.I. Filológicas, UNAM. (Reedición, 2016).

Juan Carlos Miranda Arroyo en Twitter: @jcma23