Plácido Garza

Les platico: en la casa de ustedes tenemos un pequeño cuadro de Gerardo Cantú fechado en 1977 como P/A para Manuel Rodríguez Vizcarra.

No se lo compré a los herederos del arquitecto y no les digo el nombre de su anterior dueño porque no me lo van a creer.

El asunto es que Gerardo Cantú me acompaña en la vida desde ese año, cuando aún formaba parte de mi Alma Máter que es El Norte.

Cada vez que me lo encontraba tenía novedades.

Yo decía que más que artista era un vidente y quizá porque se lo decía muy seguido, la exposición que montó en su honor la UANL en enero de 2019, se llamó precisamente “Amor de siempre, vivencias y videntes”.

Esa fue la última vez que lo vimos mi Gaby y su irreverente servidor.

Hacía frío y despuecito de la foto de portada que aquí comparto, jugueteó enrollándonos en una bufanda blanca que traía.

Gerardo Cantú, decano del arte.
Gerardo Cantú, decano del arte.

Gerardo fue pintor, escultor, grabador, litografista, muralista y su obra llegó a exhibirse en el Palacio de Bellas Artes.

Me entristeció mucho -y sigo triste- saber de su muerte.

Tenía 87 años y como bien decía Gabriel García Márquez en boca de uno de sus personajes, el Coronel Aureliano Buendía: “Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede”.

Nunca se lo mostré, pero sabía de su existencia: en la casa también tenemos a un “Coronel”, de nombre Rafael.

Un día le dije a Gerardo que ese “Coronel” me cuidaba de quienes me traen en su lista por lo que escribo.

Esa vez, a través del teléfono adiviné que se puso serio cuando me dijo: “Cuando yo me muera, también te voy a cuidar”.

Entonces, desde el cielo, ahora tengo también a mi General Gerardo Cantú.

Que los ángeles te hagan valla a donde vayas, querido amigo.

Gerardo Cantú, decano del arte.

CAJÓN DE SASTRE

“Los genios no deberían morir. Se nos acaba de ir Héctor Carrizosa y ahora Gerardo”, dice la irreverente de mi Gaby.