IRREVERENTE

Les platico: ¿quién es capaz de NO sucumbir al embrujo de Shakespeare cuando una ópera basada en los amantes de Verona se presenta en vivo?

Bueno, los personajes más conocidos del bardo inglés están presentes en la ópera “I Capuleti e I Montecchi” con la bella música de Vincenzo Bellini del primo ottocento italiano.

Solo que en la presentación de anoche -que se repetirá HOY SÁBADO 25 EN ÚLTIMO DÍA- de esta producción de MOS, se asemeja más a un performance que a una ópera en sí.

Y esto, lejos de ser un agravante, es un acierto de Rennier Piñero, el director, que teniendo como “cómplice” a Alejandro Miyaki, en la parte musical, crearon un producto que si lo llevan a las calles -o más bien, a los amantes del streaming- se va a convertir en un factor de culto para evidenciar el ambiente de violencia e inseguridad que vivimos en México, por cortesía de la política de “abrazos no balazos”, de la cada vez más fallida 4T que nos receta López Obrador.

Otro de los “cómplices” de esta mutación de ópera a performance es Francisco De Luna, quien con un acertadísimo concepto de vestuario metió de lleno a la obra escrita en 1830, en el contexto actual.

Paquito -como le decimos sus amigos- es desde hace tiempo un referente de esta disciplina, amén de ser un consumado actor que llama ya la atención de los teatristas nacionales.

Mediante interpósitas personas supe que Piñero se pregunta “¿en cuántos lugares de nuestra geografía actual no hay territorios en pugna por bandas rivales que son capaces de deconstruir el discurso y ser profundamente agresivos?”

Es cierto lo que él dice, en cualquier esquina de las ciudades mexicanas -y del mundo- podrían vivirse los hechos que esta producción muestra a sus espectadores.

Para bien de la puesta en escena de México Opera Studio, el performance trasciende las disciplinas tradicionales, cosa que no sucede con el formato de la ópera.

A lo mejor ni cuenta se dieron sus productores, pero en lo que acabamos de ver en el Auditorio San Pedro, hay antropología, teatro, lingüistica, sociología en uno de sus más actuales tratados, artes visuales, enfocado todo hacia una especie de análisis del comportamiento humano.

Acabo de ver en escena, prácticas y actos corporales, rituales, juegos y enunciados del más alto nivel del canto, la música y la interpretación actoral.

Este performance operístico trasciende fronteras disciplinarias, tradiciones, y se introduce arteramente en fenómenos muy complejos, mediante lentes metodológicos flexibles que provienen de las artes, las ciencias humanas y sociales.

Con esto, vuelve amigable su mensaje para los espectadores y más cuando una cámara montada en un steady cam proyecta imágenes tras bambalinas de la puesta en escena.

Es una ópera vista a la distancia en términos temporales y espaciales.

El hecho de tener qué examinar los manuscritos antiguos de la música y literatura detrás de esta obra, es superado por el comportamiento vivo de esta convulsionada época que nos toca vivir, la cual es representada con gran fidelidad por esta pieza.

Para bien de los espectadores -que lo primero que preguntan cuando van a una ópera es ¿cuánto tiempo dura?- el performance circula como memoria corporal a través de gestos, narración oral, movimientos, danza y esto transporta al espectador, del libreto original, al momento actual.

Ahora, el carácter efímero del performance se convierte en esta puesta en escena en un ataque despiadado a la complacencia y tácita complicidad con la que somos testigos de la violencia que flagela a México… sin que hagamos más que llenar de memes y comentarios insustanciales las redes sociales y los chats, que más que eso son viles y deshilachados chales virtuales.

En esta liga de mi artículo en SDPNoticias y DETONA previo aparecen el reparto y los responsables de la producción: ¡Todos a la ópera en vivo!

Ahí doy crédito a quienes dan origen a este tipo de manifestaciones artísticas, que vienen a caernos de perlas en medio de la incertidumbre sanitaria que nos flagela.

Quiero decirles que conozco a Alejandro Pérez, a Gustavo M. de la Garza O., a Alberto de la Garza Evia, a Jorge Vázquez González, Luis Montemayor Chapa, miembros del Consejo de MOS que hacen posible la proyección de jóvenes talentos como los que vimos hoy en escena.

En esta otra publicación de SDPNoticias tienen ustedes una muestra más de la obra de éstos mecenas, que merece ser replicada en todo México y apoyada por autoridades federales, estatales y municipales.

“Detona el talento joven de MOS, orgullo de México”

No resisto la tentación de aventar mis irreverentes dardos…

...a quienes pudiendo apoyar desde sus puestos en organismos y dependencias gubernamentales, se hacen como que la virgen les habla, se voltean para otro lado.

Y como botón de muestra, va esto: pregunté entre los responsables de la administración y operación de MOS si el Municipio de San Pedro donó el espacio para tan noble fin, y la respuesta que obtuvieron -por órdenes de Martha Sañudo- fue un, frío, insensible, contundente y frustrante NO.

Nomás les hicieron un babeante descuentito…

…y así privaron a esta organización de una buena lana que hubiera servido para becar a más de los que asistimos a este espectáculo.

Seguramente Sañudo, la jefa de educación, cultura, deportes y otras hierbas del Municipio de San Pedro, no tiene este tipo de manifestaciones en su agenda o no se le ocurrió o sencillamente no le sabe ni le entiende.

No se puede esperar más de un alcalde como Miguel Treviño, que enterró la referencia que SPGG logró a nivel nacional e incluso fuera de México en materia de fomento y promoción cultural, bajo el mando de Enrique González, quien como Secretario de Cultura llevó al municipio a las nubes en ese campo.

Ni modo, eso nos pasa a los sampetrinos por andar re-eligiendo a improvisados en esa materia… y en muchas más.

CAJÓN DE SASTRE

“Bueno, ya, ya, ya, quedémonos con el agradabilísimo sabor de boca de esta ópera -o performance, como tú le llamas- con semejante despliegue de talento joven, de ese que puede sacar a México de la situación en que se encuentra”, remata la irreverente de mi Gaby