Raymundo, Raymundo...

¿Importa que la esposa de José Ramón López Beltrán haya vivido en Dubái? Realmente no. ¿Es relevante que Carolyn Adams haya colaborado con un empresario de Monterrey? Tampoco.

Un periodista con tantos años en el oficio como Raymundo Riva Palacio lo sabe, no es tonto. ¿Por qué, entonces, perdió el tiempo investigando la biografía profesional de la señora Adams, que si algo demuestra es que ella ha dedicado su vida al trabajo?

Quiero pensar que Raymundo hizo eso solo por amarillismo, esto es, para llamar la atención y ser tomado en cuenta en Google.

Ojalá no me equivoque, de todo corazón deseo que la intención de Riva Palacio no sea otra: colaborar para que no se investiguen con más rigor las biografías que sí importan: (i) la de Roberto Madrazo, más que mañoso político priista cercano a Carlos Salinas de Gortari, y (ii) la de Claudio X. González, empresario, fanático de ultraderecha, con evidentes inclinaciones golpistas, hijo del hombre de negocios favorito de Salinas.

Primera aproximación a la biografía de Madrazo… y de Carlos Loret

Hace unos días, en Twitter, leí decenas de comentarios sobre la nota de SDPNoticias basada en un reportaje de la revista Proceso: “Salud, seguridad, medicinas, finanzas... los negocios detrás de Latinus”.

La información del reportero Arturo Rodríguez García decía, en pocas palabras, lo siguiente:

√ “Latinus —el portal que difundió la investigación sobre la vivienda que alquiló en Houston José Ramón López Beltrán– tiene entre sus financistas a Federico Madrazo Rojas y a Alexis Nickin Gaxiola, hijo y yerno de un viejo rival de López Obrador: Roberto Madrazo Pintado”.

√ “Operan mediante las razones sociales Digital Beacon Programatic Services y BCG Limited Consulting”.

√ “Los negocios de la familia Madrazo y Alexis Nickin se extienden a otras 13 empresas que han obtenido millonarios contratos con gobiernos estatales en giros tan diversos como la seguridad privada, los bienes inmuebles, el reclutamiento de personal, los servicios financieros y, de manera destacada, los suministros al sector salud”.

√ Las empresas del hijo y el yerno de Madrazo “obtuvieron contratos millonarios en los gobiernos de Michoacán, Estado de México, Puebla e Hidalgo, de acuerdo con los registros localizados en la plataforma de compras gubernamentales, Compranet, así como en otras bases de datos abiertas”.

√ Hay un tercer accionista de Latinus: Marco Antonio Estrada Castilleja, quien fuera secretario particular del exgobernador Silvano Aureoles, de Michoacán.

√ El gobierno de Aureoles fue “el que otorgó una mayor cantidad de contratos a las empresas de los mencionados”.

Los comentarios en Twitter

Alguien operó una campaña de bots, seguramente muy costosa, para convencer a tuiteros y tuiteras de que es injusto investigar a empresarios privados. Como ejemplo, presento estos cinco comentarios en ese sentido:

√ “¿Qué tiene de malo que los empresarios tengan muchas empresas?”

√ “Resulta que es pecado o delito ser empresarios en este país”.

√ “¿Por qué atacan a los negocios privados? ¿Por qué les parece mal tener una empresa?”.

√ “Felicidades a Latinus por su visión empresarial”.

√ “¿Nadie puede tener diversificados sus negocios?”.

¿Visión empresarial?

La gran tragedia de México ha sido la relación corrupta entre el poder político y el poder económico.

Debe ser investigado el patrimonio, enorme, de la familia Madrazo. Por una razón: el jefe, Roberto, fue gobernador, dirigente nacional del PRI y candidato presidencial de este partido, y ahora su hijo y su yerno son empresarios que se han enriquecido como proveedores de gobiernos priistas o muy cercanos al priismo.

Tuvieron visión, sí: la que se necesitaba al inicio del gobierno de AMLO para entender que, con López Obrador, iban a perder oportunidades de negocio, sobre todo relacionadas con el abastecimiento de equipos médicos al sector salud.

Entonces, para defender sus privilegios económicos, Madrazo y su familia —en lógica priista— decidieron invertir en un medio de comunicación y, para ello, contrataron periodistas famosos, como Carlos Loret de Mola y el payaso Brozo.

Sé que el propio Roberto Madrazo invitó a otros periodistas my conocidos al proyecto Latinus, pero —más listos que Loret y Brozo— rechazaron la oferta porque saben que las empresas editoriales sexenales, nacidas única y exclusivamente para presionar al gobierno, suelen terminar muy mal.

En efecto, esta es una biografía que sí importa: la de Madrazo y el espionaje

Carlos Loret no ha hecho investigaciones periodísticas: él, nada más, ha dado a conocer materiales producto del espionaje.

Los videos que ha difundido Latinus acerca de la familia de Andrés Manuel López Obrador —videos normalmente manipulados—, los recibió el periodista Loret de parte de gente que ha dedicado su vida a espiar al actual presidente de México.

De ahí la la reciente amenaza de Carlos Loret contra AMLO: que dará a conocer información escandalosa sobre otro de sus hijos.

Así no actúan las periodistas con ética. El periodista que ha realizado un reportaje, lo publica y ya: no lo utiliza para intimidar, en público, a la persona que podría verse perjudicada por su indagación.

Lo que debe averiguar la prensa seria no es si la esposa del hijo mayor de AMLO ha trabajado en Dubái, en Houston y en Monterrey —hoy se enreda en ese tema Raymundo Riva palacio en El Financiero—...

Lo relevante, y que la mayoría de la prensa ignora, es por qué el periodismo mexicano verdaderamente profesional ha permitido que se le manipule con informaciones producto del espionaje y dadas a conocer por un medio sexenal como Latinus —probablemente desaparecerá cuando AMLO deje el poder—, además financiado por un político priista experto en acechar ilegalmente a sus rivales y con relaciones estrechas con grandes enemigos de Andrés Manuel, como Carlos Salinas de Gortari.

El fin no justifica los medios. ¿O sí?

Esta es la segunda biografía que importa: la de Claudio X. y su MCCI

Decepciona que no moleste a periodistas de gran experiencia y honestidad reconocida como Carmen Aristegui y Ciro Gómez Leyva, o a empresarios mediáticos tan exitosos como Alejandro Junco, de Reforma, el hecho de que Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad —que es cualquier cosa, excepto un medio de comunicación— haya contratado a tantos periodistas de investigación. ¿Para qué lo ha hecho?

Lo alarmante no es si conocen, o no, la esencia de su trabajo los reporteros de investigación al servicio de la asociación civil fundada por Claudio X. González, sino que estén, precisamente, al servicio de un grupo de poder económico cuya agenda va mucho más allá de lo informativo, ya que evidentemente defiende intereses de quienes le financian, que son algunas de las empresas más grandes de México, que por cierto nunca han sido investigadas por MCCI.

En un diálogo con Rafael El Fisgón Barajas, la señora Carmen Aristegui dijo que ella difundió un reportaje de MCCI solo porque entre sus autores estaba un prestigiado reportero profesional. ¿Solo por eso? ¿Sin averiguar nada más? ¿No le dio curiosidad a Carmen conocer las razones verdaderas de ese reportaje? ¿En serio no le parece raro que la la asociación civil fundada por Claudio X. ocupe a más periodistas con experiencia en investigación que ella en su sitio de internet o inclusive que el diario en el que colabora, Reforma? ¿Para qué les paga MCCI a sus profesionales del periodismo? ¿Somos tan ingenuos para pensar que es solo por amor a la verdad? ¿Qué vende, de qué vive Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, que por cierto regala sus reportajes a quien quiera difundirlos como primicia? ¿No le parece sospechoso a Aristegui que MCCI entregue, aparentemente a cambio de nada, esto es, gratuitamente sus investigaciones a periódicos como el mencionado Reforma, o ahora a Latinus?

La nota sobre la casa en Houston en la que viven José Ramón López Beltrán y Carolyn Adams no la elaboró Loret: él solo la difundió en el sitio que patrocina el priista Roberto Madrazo. Los autores de tal reportaje, ya bastante desacreditado, colaboran en la asociación civil fundada por Claudio X. González y que ahora dirige una mujer especializada en mentir —me consta—, María Amparo Casar.

Estará perdido el periodismo mexicano si, por la crisis económica en los medios, estos se dedican solo a difundir reportajes que los editores quebrados no pueden pagar y que, entonces, financian por ellos organizaciones no periodísticas, sino abiertamente dedicadas al activismo político, como Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.

Si lo que sigue es otro grupo como el de Claudio X. con dinero para contratar a los periodistas de investigación que los medios ya no pueden mantener en sus nóminas, entonces la competencia por la información que consumirá la sociedad mexicana no será generada por profesionales del periodismo respetuosos de códigos éticos, sino por expertos en metodología periodística puesta al servicio de poderosos intereses a los que conviene manipular la opinión pública.