AMLO y sus corifeos se jactan de representar la lucha contra la corrupción, la impunidad y los malos políticos del pasado. Para ello, y en el afán de presentarse como el adalid de la justicia, el presidente mexicano montó un jaleo para consultar al pueblo de México sobre el enjuiciamiento a ex presidentes. El ejercicio democrático costó mucho dinero, dividió a la sociedad, polarizó opiniones, hizo correr ríos de tinta, y al final, pasará a la historia como una anécdota del gobierno de la 4T.

Todo para nada. Al final, los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto (sin mencionar a Ernesto Zedillo y Vicente Fox, que han escapado por ahora a un mayor escrutinio público) residen plácidamente en España libres de toda acusación formal por parte del Estado mexicano.

Salinas. ¿No ha sido éste el demonio del medio día y el enemigo público número uno de AMLO? ¿No fue él quien remató el patrimonio nacional vendiéndolo a Carlos Slim y Ricardo Salinas, junto con las minas y sus recursos? ¿No fue Salinas quien introdujo al país plenamente en el neoliberalismo, y con ello, en el peor periodo de su historia? Poco han servido las reiteradas descalificaciones contra el priista, pues sigue en España, ahora disfrutando de las ventajas jurídicas de la nacionalidad española.

Calderón. Ni se diga. De acuerdo con la narrativa lopezobradorista, el presidente panista ha sido el peor de la historia de México. Representa -dicen- la corrupción, la connivencia con el crimen organizado y es el protagonista del mayor escándalo de deshonestidad política, especialmente a la luz del caso García Luna. Además -señalan los morenistas- usurpó la presidencia de México. También reside en España.

Peña. Ni qué decir. Otro enemigo público. Con un sexenio marcado por los escándalos de conflictos de interés y la corrupción de personajes como Luis Videgaray y Emilio Lozoya, el presidente priista encarna la corrupción de Estado. Sin embargo, tambien vive en España, y según ha trascendido, en uno de los barrios más exclusivos a las afueras de Madrid.

En suma, a pesar de la interminable retahíla de acusaciones y descalificaciones de AMLO contra los expresidentes, no ha tenido la voluntad política de judicializar los expedientes ( si efectivamente existen) con el propósito de que la FGR y la presidencia inicien una solicitud oficial de extradición contra aquellos políticos del pasado que han dañado –AMLO dice - el patrimonio y han atentado contra el interés de la nación.