Se dice que “en política, percepción es realidad”. Una frase que se atribuye a un asesor político estadounidense, Lee Atwater, que en 1980 la retomó de la filosofía griega para señalar que en las campañas políticas lo que importa es crear “percepción pública”, o creencias. Y cuando se abusa de este objetivo, la verdad no importa, sino solo lo que el electorado “perciba” o le hagan creer que es cierto.

En la última semana, Claudia Sheinbaum ha advertido en sus redes sociales, y en la mayoría de los eventos a los que asiste, sobre las fake news (a las que más adelante se sumarán también los deepfakes), que la oposición ha estado difundiendo, y que tienen como objetivo engañar, crear nociones falsas, así como alterar la realidad, buscando no solo desacreditarla a ella como candidata, sino al proyecto de la 4T que enarbola.

Y, entre estas, se refiere a las acusaciones sin pruebas y, por lo tanto, hasta hoy legalmente infundadas, que han circulado en medios y redes, de reportajes que han quedado en entredicho sobre una investigación de la DEA (que el embajador de EU en México, Ken Salazar, señaló que ya es “caso cerrado”) para imputarle nexos al presidente López Obrador con el narcotráfico, y que han pretendido vincularla a ella también.

Cuando una campaña electoral se encuentra tan rezagada como la de Xóchitl Gálvez (por lo menos 20 puntos abajo en las encuestas), los recursos de que se valen los asesores atienden a estrategias que se conocen como “retórica conspirativa”, para tratar de descarrilar al candidato puntero.

La información se maneja de forma malintencionada y se hacen aseveraciones graves, aunque se carezca de fundamentos válidos para sostenerlas. Normalmente se difunde con una pregunta, con el fin de crear “percepción”, es decir, sembrar dudas entre la población, para que se quede como creencia, aunque no sea verdad.

Un ejemplo claro de este tipo de operación es el cuestionamiento que Jorge Castañeda difundió este fin de semana en su red X: ¿”Le queda el mote de #narcopresidente a López Obrador? Por ahora, es imposible afirmarlo, pero tampoco resulta factible rechazarlo”.

El presidente ya le contestó ayer en su conferencia matutina. Pero el objetivo de Castañeda no era obtener una aclaración de parte de AMLO, sino contribuir a la campaña de la oposición que busca crear la percepción entre el electorado de que puede estar efectivamente ligado al narco, con el fin de dejarlo “marcado”, e influir en la opinión pública. Así lo dijo López Obrador: “la calumnia cuando no mancha, tizna y construye realidades”.

El mensaje de Castañeda es ejemplo, también, de la creación de una narrativa de un proyecto político electoral, basada en infundios.

En política es un recurso muy útil apuntar a las emociones de los ciudadanos, por encima de los razonamientos, para manipular al electorado a partir de diferentes situaciones que suceden en la realidad.

La “percepción” es quedarnos en la superficialidad de la idea que alguien nos transmite, sin profundizar.

Cuando las opiniones tienen más valor que los datos, y se toman decisiones con base en las emociones más que en las evidencias, se corre el riesgo de equivocarse.

A partir del primero de marzo, con el inicio formal de las campañas electorales seguramente circulará en redes sociales y en ciertos medios, desinformación de todo tipo de campañas negras que, como electorado, deberemos tratar de desmenuzar para no caer en los intentos, vengan de donde vengan, de quienes busquen desestabilizar el proceso democrático del país.

Hay que ejercer un voto responsable a favor de la candidata (o candidato) de nuestra preferencia.

En política, percepción es realidad, pero no hay que caer en engaños ni irse con la finta. Así como dice Claudia: “hay que tener los ojos y los oídos bien abiertos”.