Gerardo Fernández Noroña, el personaje, es histriónico y severo. Incisivo, pero jamás irrespetuoso. Noroña, el ser humano, es culto y al viejo concepto, hasta caballeroso. Muy inmerecidas las ofensas que ha recibido de la senadora arrepentida de Morena, Lilly Téllez.
Es paradójico que el nivel de debate se rebaje por quienes supuestamente exigen un espacio más serio. Definitivamente, aunque Lilly Téllez ha sido una grande en los medios de comunicación, podemos dudar de que su postura política haya sido definida a lo largo de su vida. Pareciera que, en la adolescencia de su maduración ideológica, se ha quedado sin argumentos para defenderse, recurriendo a la descalificación como última opción.
Ojalá Lilly Téllez fuese más responsable y seria de sus dichos. Quién diría que aquella auto proclamada al Nobel de la Paz que pedía un alto a la polarización, hoy sería quien polarice con adjetivos clasistas, discriminatorios y cargados de odio. Después de todo, el famoso “Changoleón” es una persona en situación de calle que probablemente tendría mucho más que aportarnos que la senadora del PAN.
A los únicos que les ofende la pobreza es a aquellos que la han creado, permitido, excluido y discriminado. Ojalá que le avisaran a la senadora que los pobres también votan.
Es una pena que, en el ánimo de aspirar a la candidatura presidencial, Lilly Téllez pierda lo que por tanto tiempo le caracterizó: la sensatez y el respeto. Lamentable pero tampoco sorprendente: siendo una mujer que ha logrado alcanzar espacios clave, tener una voz relevante e influir, ha decidido también ser anti mujeres y anti derechos. Negarse a la revolución de las mujeres que avanza en la autonomía sobre el cuerpo propio.
Histrionismo sin teoría es puro show, ese es el problema. Hicieron llegar al poder a una lectora de teleprompter que hasta ahora se ha definido y lo ha hecho hacia los lugares más comunes: al machismo, al clasismo, al desprecio de los derechos y las mujeres.
Espero que la Conapred haya buscado a Noroña para atenderle. Qué tiempos tan injustos en que una mujer privilegiada utiliza su poder para combatir a las mujeres feministas gracias a las que puede alegar violencia política por ser mujer cada que alguien responde a sus ofensas. Y qué tiempos de Noroña para ser Noroña, con una aprobación presidencial suficiente como para atraer a quienes solamente saben hacer política desde la vieja estrategia de colgarse en trayectorias ajenas.
Te esperamos pronto en la banquilla de los periodistas, querida Lilly Téllez, donde tal vez, la cordura vuelva a ti y mires con ojos diferentes todos estos percances -innecesarios- por demás.