Así le acabo de escuchar decir a una persona que tiene muchos años en la política y ha visto muchas elecciones pasar en este país. Así lo dijo: “no va a pasar nada”. Y se refiere a todo este embrollo de las impugnaciones, del reconteo de votos, de las demandas judiciales por parte de la odiosamente llamada oposición.

“No va a pasar nada”, dijo y recalcó. Y le creo, tristemente le creo. En toda la historia electoral de nuestro país nunca ha pasado nada y en esta tampoco va a pasar nada.

Pero la gente que no votó por Morena tiene derecho a sentir que alguien está defendiendo su voto, que alguien está volviendo a contar voto por voto casilla por casilla, así como siempre lo suplicó el hoy por hoy presidente Andrés Manuel López Obrador.

La gente tiene ganas de sentir que valió la pena haber estado más de dos horas parados en medio del resto del sol esperando emitir su voto. Sí, pero nada pasará.

¿Y cómo podemos enfrentarnos a esto? Aceptándolo. No queda más.

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La propia Xóchitl Gálvez lo tiene perfectamente digerido y claro, tanto que ayer solicitó regresar a su trabajo habitual como senadora.

Por supuesto los que votamos por ella nos sorprendimos ante esto pues lo interpretamos como que “se estaba dando por perdida” en esta encuesta electoral,  si bien, la más importante del país.

Así que imagino que, por la presión en redes es que por la tarde noche lanzó un comunicado para calmar las aguas: “Sí voy a impugnar y sí quiero el voto por voto, la revisión de las casillas y de paso acusar al presidente por su injerencia en estas elecciones”.

“Ah, bueno” pensamos…

Y es que todavía para los que no votamos por Morena nos duele la derrota. El alma nos huele todavía a ese domingo electoral, a ese 2 de junio del 2024. Yo todavía tengo en mi dedo pulgar, la huella de la tinta indeleble. Y eso que ya es miércoles. ( Y sí me baño, créanme)

No estoy dispuesta como mexicana y ciudadana a vivir enojada o haciendo rabietas porque el resultado no fue como yo esperaba.

Me sigo enfocando en encontrar un empleo, sigo tratando de ser buena ciudadana, buen ser humano, estar lista y atenta por si puedo ayudar alguien más.

Esa es mi naturaleza y esa nadie me la va a arrebatar. Ni tampoco nadie me podrá callar. Pero tampoco estaré inmóvil e indiferente. Seré una ciudadana inteligente, observadora y expectante. Creo que eso es lo que nos toca ser y hacer a todos.

“Pero nada va a pasar”, me retumba esa frase en mi cabeza y en mi corazón y esa es una verdad. Es decir no se van a revertir los resultados ni Claudia Sheinbaum dejará de ser presidenta de México.

No es que les esté haciendo un llamado a la derrota o a la sensación de fracaso, es que las cosas sucedieron así como están sucediendo y hay que aceptarlo.

Casillas en donde no fueron bien contados los votos ha sucedido a lo largo de la historia política de este país.

Me parece bien que el INE acepte el conteo de votos. Y hasta me extraña porque ya sabemos que quien lo dirige es amiga de López Obrador.

Pero Guadalupe Taddei está segura que tiene forma de demostrar que Claudia Sheinbaum ganó.

No creo que por un amplísimo margen como algunos insisten en decir  pero tampoco casi con el empate.

Me gusta pensar en la marcha de la marea rosa. Quiero aquietar mi mente pensando en ella. Muchos mexicanos unidos por una causa. Así que después de todo no estamos tan solos ni tan perdidos.

Creo eso tiene de malas al presidente que desde el lunes incluso ya sabiendo que Claudia Sheinbaum había ganado ha dejado de manotear en sus mañaneras.

No termino de entenderlo, ¿qué es lo que le duele? Que quizá él sabe que no pocos votaron por Xóchitl Gálvez. Eso le duele. Nos ve como sus enemigos, como sus adversarios.

Ahora nos toca ponerle atención a Claudia Sheinbaum y el discurso que tendrá de ahora en adelante. Será complejo que siga culpando a Felipe Calderón de todas las fallas que este país presenta.

Tampoco se atreverá a culpar mucho menos a López Obrador.

Me imagino que solo con resultados es como Claudia podrá callar muchas bocas. Pero tampoco debemos obstaculizarla para que logre darlos.

Es una reverenda estupidez esos llamados que empezaron a circular en redes sociales solicitando que no ayudáramos al prójimo, que no diéramos propinas, que no diéramos asistencia a damnificados ante algún desastre natural.

Me espanta el fanatismo y la rabia que pululan en estos días. Eso no puede y no debe de ser. Por ningún motivo.

Este país ha salido adelante gracias a su gente. No gracias a ningún presidente. Eso lo debe de tener muy claro Claudia. La necesitamos y ella nos necesita. Solo así podremos vivir en un país seguro, próspero y de paz.

En eso sí espero que algo pasó. Ahí sí tengo esperanza de que algo bueno pase.

Espero que Claudia Sheinbaum sea Claudia Sheinbaum y que pueda dejar a un lado la toxicidad de un presidente que soñó con serlo, llegó a serlo y nunca fue feliz.

Hasta aquí mi columna y gracias por leerme hasta ahora. Recuerden que las cosas que aquí escribo vienen de mi opinión particularísima y nada más.

Y puedo o no coincidir con los que amablemente me leen y pueden o no coincidir conmigo.

Afortunadamente sigue prevaleciendo y perviviendo la libertad de expresión. Esa que defenderé con uñas y dientes hasta el último día de mi vida.

Es cuanto.