CONDENANDO LÍNEAS

Una vez más nos preguntamos ¿quiénes son realmente los culpables de lo que le ha venido sucediendo a nuestro futbol mexicano? ¿Somos realmente conscientes todos los involucrados en hacer o dejar de hacer cosas que dañan a este espectáculo? ¿En verdad los medios de comunicación somos culpables como lo mencionó el área de comunicación del Guadalajara? Todo esto viene a raíz de lo sucedido el viernes por la noche en el hotel de concentración de las Chivas en la CDMX, cuando un grupo de pseudoaficionados decidió romper el cerco que existía en el estacionamiento para encarar a algunos de los futbolistas que de manera muy absurda y poco responsable salieron a dar la cara sin tomar en cuenta que esto podía pasar, llegando incluso a romper uno de los vidrios de la puerta de dicho inmueble.

No es la primera vez que delincuentes disfrazados de aficionados se comportan de esta manera y es por eso que no se entiende que alguien de la directiva no haya advertido de esto a sus futbolistas, hoy solo se tiene que hablar en la cancha como lo hicieron en la victoria contra el Cruz Azul y con base de hilar buenos resultados cambiar el discurso que se ha venido manejando entre sus seguidores, los cuales cada día demuestran más molestia con las malas decisiones que han tomado tanto dueño como directivos al haber aguantado tanto tiempo a Michel Leaño cuando los resultados nunca fueron lo que una institución de la historia del Guadalajara merecía, recordando que después de la derrota ante los Rayados del Monterrey finalmente decidieron hacerlo a un lado.

¿Qué pasa por la cabeza de esta bola de inadaptados que no comprenden que solo se trata de futbol, y que al ir a un estadio o a la concentración de su equipo, no tienen por qué sacar sus traumas sociales o la molestia que tienen en contra de la vida?

No hace mucho, familias con niños asistían a los hoteles en donde se concentraba su equipo para poder tener un recuerdo con sus ídolos, eran momentos que los pequeños esperaban poder vivir cuando a los equipos les tocaba visitar su ciudad durante el torneo y que con este tipo de situaciones ya ni siquiera es posible. El aficionado tiene que entender que esto es como cualquier trabajo, en el que a veces las cosas te salen muy bien y en otras los resultados no se dan como tú quisieras, pero no por eso, cualquier persona puede llegar y encarar a los futbolistas cada que se les pegue la gana. Si no les gusta cómo está jugando el equipo no asistan a los estadios, no paguen un boleto, no compren productos con la imagen del club, porque estoy seguro de que existen otras formas para poder demostrar la molestia que uno tiene, sin tener que llegar a una agresión.

Podemos decir que la responsabilidad es compartida entre todos los involucrados, el gobierno, los equipos, los medios de comunicación, la Liga, la misma Federación Mexicana de Futbol y los aficionados. Pero realmente ¿cuál es el porcentaje de culpa de cada uno? Alguno de ellos tiene la culpa de que estos barras bravas se sientan con la libertad de agredir a cualquier persona que porta la playera del equipo rival, de insultar a gente de los medios que no piensa como ellos, o de esperar a la salida de un entrenamiento a los jugadores para insultarlos.

Dejemos de justificar este tipo de actos violentos, no existe argumento válido para tratar de defender a estos delincuentes, porque queda claro que ninguno de los involucrados en este deporte es tan responsable como para cargar con una culpa de lo que estos tipos hacen o dejan de hacer. Este problema es un reflejo claro de la violencia que vivimos a diario en nuestro país, un México sin ley en donde las autoridades son incapaces de lograr que esto se pueda detener.

Es verdaderamente penoso lo que sucede con la barras, pero mientras sigan existiendo algunos directivos del futbol mexicano apoyando a estos grupos, dando sueldo a muchos de estos delincuentes, poniéndoles oficina, dándoles boletos para hacer negocio y algunos de ellos con permiso para vender lo que se les ocurre dentro de los estadios, esto no va a terminar, aunque tal parece que esto ya no tiene fin, porque cada día que pasa reúnen a más aficionados y esto hace muy complicado poder desaparecer a estos grupos, aún cuando los que en un inicio apoyaron en la creación de las barras y que hoy ya no los quieren en sus tribunas.

Es momento de hacer a un lado el negocio y anteponer el bienestar de una afición que quiere sentirse tranquila después de que parecería no existir una garantía de seguridad para que esto no se vuelva a vivir en ningún estadio, hotel o campo de entrenamiento.

Gustavo Calderón en Twitter: @Gusocalderon