“Vamos bien”

No sé si Francesco Manetto, de El País, pretendió elogiar o reprobar a AMLO en un artículo interesante, al que le encuentro un único defecto: el título, demasiado largo para mi gusto.

Desde luego, vale la pena leer el texto del señor Manetto “De la transformación al discurso de la estabilidad: López Obrador se instala en el mantra del vamos bien”.

Ignoro si ese sea un mantra; no importa precisarlo porque, la verdad sea dicha, sí vamos bien. Queda claro en el propio escrito de Francesco Manetto.

En resumidas cuentas, el colaborador de El País reflexiona sobre las cinco razones —yo añado una— que según Manetto esgrime el presidente López Obrador para defender su modelo de gobierno:

  • Cero corrupción. Es un triunfo mayor que ya no se toleren, desde lo más alto del gobierno, las prácticas corruptas de otros tiempos.
  • Cero impunidad. Es un hecho que Andrés Manuel no permite los excesos de sus colaboradores; sí, a diferencia de lo que ocurría en otros gobiernos. De ahí los numerosos cambios en su equipo de trabajo.
  • Austeridad. El gobierno mexicano al fin se puso a dieta y ya ha logrado lo que tanto se pidió desde el sector empresarial: hacer más con menos.
  • Honestidad. Lo que más falta hacía en nuestro país era un presidente absolutamente desinteresado en la riqueza material. Ya lo tenemos, su ejemplo tendrá que servir para terminar de higienizar la vida política de México.
  • Combate a la desigualdad social. En el centro del gobierno de AMLO están sus programas sociales que, por elemental humanismo, se diseñaron para tender la mano a las personas más necesitadas de apoyo.
  • Respeto al Estado de derecho. Esto no se menciona en el artículo de El País citado, pero ha sido fundamental en la historia de AMLO, quien en su larga lucha como líder de oposición siempre apostó por la democracia como método de cambio político; es lo que le diferencia de otros izquierdistas que han caído en la tentación de promover, así fuese solo en el discurso, la lucha armada o la violencia callejera para derribar gobiernos.

Tales factores evidentemente explican los notables avances de la sociedad mexicana:

  • A pesar de la pandemia —y contra lo que muchos exigíamos— , México no se endeudó en exceso, lo que debe ser considerado un logro digno de estudio.
  • La recuperación económica ya es un hecho.
  • Los programas de bienestar en ningún momento, durante la crisis, dejaron de llegar puntualmente a la gente pobre.
  • El empleo ha vuelto a los niveles previos a la pandemia.
  • Hay gobernabilidad, esto es, no conocemos la inestabilidad ni las revueltas sociales desgraciadamente frecuentes en otras naciones latinoamericanas.
  • Las finanzas públicas de México son ejemplarmente sanas —algunos dirían que son sorprendentemente neoliberales— , lo que ha impedido la devaluación del peso, ello a pesar de riesgos inflacionarios inevitables por los desequilibrios que la pandemia generó en las mayores economías del mundo.

Vamos bien, no hay necesidad de salir a la calle

Como no estaba en horas de oficina —él mismo así se justificó—, Paco Ignacio Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica, dijo anoche en la Feria del Libro del Zócalo que la izquierda en el poder debe seguir impulsando la democracia “desde abajo”, por lo que llamó a la gente a salir a la calle:

“Compañeros que están aquí no se hagan pendejos, hay que salir a la calle de nuevo, hay que volver a desarrollar posición, hay que ser críticos, hay que ser pensantes para tumbar esta pinche oligarquía siniestra que tiene más colas que un gato y más vidas que un lagarto, chingá”

Taibo II

Estuvieron de acuerdo con Taibo II quienes participaron con él en el foro “La nueva y la vieja izquierda”, Citlali Hernández, Armando Bartra, Elvira Concheiro y Pedro Miguel.

Hernández y Bartra aterrizaron la idea de “impulsar la democracia desde abajo”: imitar al cardenismo para alcanzar la soberanía energética, lo que ahora mismo significa apoyar en la Cámara de Diputados la iniciativa de reforma eléctrica del presidente López Obrador. Para eso, en principio, la movilización popular, esto es para que los traidores a la patria —quienes apoyaron la reforma energética de EPN— no se salgan de nuevo con la suya obstaculizando el proyecto de Andrés Manuel en el poder legislativo.

No es ilegal salir a la calle a expresar posiciones políticas. Pero, digámoslo claramente, sin tales movilizaciones el gobierno de AMLO ha avanzado y lo seguirá haciendo.

Si el sector empresarial ha emprendido una guerra a muerte contra la reforma eléctrica, los partidarios de la 4T deben ser más prudentes, si no por otra cosa, porque están en el gobierno y están obligados, sobre todo, a ayudar a que se mantenga la estabilidad política.

Bastante complicado resultará para el presidente López Obrador mantener el orden financiero si la reforma eléctrica se aprueba. Sobrarán presiones, incluso internacionales, que podrían resultar muy costosas para México. De la habilidad política de Andrés Manuel —la tiene de sobra—, dependerá mantener estable a la nación. En este sentido la movilización callejera le estorbará, en vez de ayudarle.

En el caso contrario, el de que los diputados no aprueben la reforma eléctrica, también será responsabilidad del presidente mantener las cosas tranquilas. Si tal resultado se diera, Andrés Manuel deberá convencer a la izquierda de aceptarlo con madurez democrática, y seguir insistiendo, solo por las vías del Estado de derecho, para conseguir esa reforma en otro tiempo, otra legislatura, otro gobierno…, sí, porque habrá nuevos gobiernos después de acudir a las próximas citas en las urnas electorales, que solo otorgarán legitimidad a quien obtenga más votos en procesos exentos del riesgo de convulsiones sociales.

Para decir con fuerza ¡Es un honor estar con Obrador! —ahora con el presidente de las instituciones nacionales, no con el opositor de otras épocas— no hay necesidad de tomar la calle. Hacerlo sin el orden con el que AMLO ha sabido conducir cientos de enormes manifestaciones, solo perjudicará al actual gobernante de México.