La frase del título creo que ha sido de mis favoritas por parte de la presidenta Claudia Sheinbaum. En ella nos incluye a los mexicanos en su gobierno, para respetuosamente afirmar que, Estados Unidos puede hacer o anunciar lo que considere, y que, en ese marco del respeto, de la cooperación sí y subordinación no, México no aceptará las medidas que dicten desde el otro lado de la frontera norte. Se buscará primero el diálogo por sobre todas las cosas.
Específicamente en el tema de los aranceles al tomate, me parece tal vez una de las peores medidas tomadas por el gobierno americano. Lo entendería si Estados Unidos tuviera importantes productores de esta fruta, como si los tiene con otras. El consumo de tomate allá, depende en una importante medida de las importaciones mexicanas. El consumidor pagará el precio.
Pero hay otras aristas. Y siempre, hay que voltear al terreno de lo político. Porque la medida arancelaria no es una estrategia económica, es política.
Cuando en la Casa Blanca evalúan el caso México con relación a sus políticas internacionales actuales, lo hacen bajo distintos criterios, no tengo pruebas, pero tampoco dudas, porque definitivamente los hechos así lo marcan.
La popularidad de Donald Trump está por los suelos. La de Claudia Sheinbaum ha venido siendo una de las más altas para cualquier mandatario. En consecuencia, en esa relación, a Trump le conviene lidiar con una presidenta mexicana cuestionada y/o debilitada, para ello, dictan acciones y discursos justamente orientados a eso.
Al electorado norteamericano, sobre todo aquel que está a favor ciegamente de cada una de las acciones bajo las siglas de “MAGA”, no le interesa si tendrán que pagar más por la libra de tomate, o si habrá escasez de productos por falta de mano de obra de migrantes. Ellos desean escuchar día si y día también, que Estados Unidos es grande, es fuerte, sanciona a todos, deporta gente y que está tomando las riendas del mundo; verdad o mentira, el discurso supremacista gringo es lo único que esperan.
Mientras, en México tenemos una presidenta que cada mañanera llama a su pueblo a la unidad, a cooperar, a la dignidad y continuar trabajando. Buscando siempre elevar los niveles de bienestar de un país acostumbrado en el periodo neoliberal, a acatar lo que diga el Tío Sam.
La frase: “No estamos de acuerdo”, lleva un diplomático mensaje de que habrán de tocar puertas, buscar el diálogo y resolver un asunto que es benéfico para todas las partes.
Por lo pronto, se buscan primero alternativas locales para paliar este asunto. Ganar un poco de tiempo, porque si de algo hay que estar seguros, es que los productores agrícolas no han estado ni estarán solos.
X: @vanessafelixmx