Hace unos días, en entrevista con el medio periodístico, El País, Ricardo Monreal fue muy claro en su posicionamiento. Dijo que su compromiso con la sociedad que lo acompañó era terminar el ejercicio de información de la mejor manera posible. De hecho, notamos las grandes concentraciones que convocó con aquellos que simpatizan con su proyecto de nación y, con ese gesto, agradeció el respaldo que recibió en las 32 entidades federativas, a donde acudió a fortalecer el proceso de unidad y, de paso, en enfocar la retórica a favor del movimiento que encabeza el presidente Obrador.

Uno de los principios básicos de todo político, es cumplir y honrar la palabra. Así pues, y cuando muchos especularon otro escenario, Monreal se mantuvo firme en su posición de no declinar por ningún aspirante a coordinador. Llegó hasta la recta final de la campaña y déjenme decirles que, si las condiciones hubiesen sido distintas desde un principio, el zacatecano estuviera ahí, en la cima de las preferencias en la carrera presidencial. Incluso, los recorridos por todo el país comprobaron la capacidad de organización; llenó todo espacio público donde se presentó, eso sí, sin contar con el aparato de logística y publicidad de los demás aspirantes que, dicho sea de paso, reflejaban el dispendio de recurso a mansalva.

Y vaya que sí: esa fue otra de las barreras si nos remontamos a la premura con que se abrió el juego sucesorio presidencial. Jamás, y esto está comprobado, hubo una democracia interna. A lo largo de dos años, el zacatecano padeció la guerra sucia; fue muy severa, por ejemplo, la andanada que salió desde distintos estados y, por supuesto, esa barrera de congelamiento en Palacio Nacional que, al fin y al cabo, si terminó por influir en la perspectiva social.

Pero como dije en este espacio de opinión: una cosa lleva a la otra. Se sabe que, en el ánimo social de la Ciudad de México, fluye el nombre de Ricardo Monreal. No necesitamos descifrar lo inminente. El sábado, por ejemplo, las 16 alcaldías, con grandes contingentes y representaciones, cerraron filas con Monreal en la plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Llamó mucho la atención que, en ese clima de efervescencia, se percibía ese momento crucial que vive un perfil cuando las condiciones están dadas para lo que significa, no hay duda de ello, un axioma.

No lo ha dicho con esas palabras, pero es un hecho que Monreal va por la Ciudad de México. El cierre de campaña que abarrotó la plancha histórica, en un espacio de la delegación Cuauhtémoc, es el inició por la candidatura de Morena. Incluso, debemos tener presente un antecedente político en las pasadas elecciones, cuando él, de hecho, ganó todas las encuestas a priori en 2018. El problema fue, como el que vivimos ahora, que la democracia fue vulnerada cuando se interfirió en el ejercicio interno.

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Seis años después, el nombre de Ricardo Monreal regresa al plano de transición de la Ciudad de México. Es verdad, no será cosa sencilla, sin embargo, el trabajo de campo que ha hecho el zacatecano por las 16 alcaldías le ha permitido fortalecer las estructuras, de modo que, para este proceso interno, hay que considerarlo como el favorito. Y es así porque, de entrada, el camino se comienza a allanar a favor de Monreal. Como sabemos, hay nombres que comienzan a figurar, empero, existen también circunstancias que nos llevan a aclarar el sendero.

Suenan, por ejemplo, el titular de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, lo mismo que Mario Delgado. La cuestión es que, uno y otro, terminarán sus funciones en cada una de sus trincheras. Es decir, hay encomiendas institucionales hasta finalizar sus gestiones que el mandatario federal se niega a que las abandonen. Además de ello, no sería prudente qué quien dirige las tareas de planeación de un partido aspire, por lo menos en este momento, a un puesto de elección popular. Sería, políticamente, como un conflicto de intereses.

Siendo así, hay dos nombres solamente: Clara Brugada y Ricardo Monreal. Y para el proceso que necesita la Ciudad de México, en este momento, el perfil idóneo es Monreal, partiendo de la premisa del 2021, donde se perdieron espacios en un punto medular. Hablo del voto de las clases medias, lo mismo que de los sectores académicos y estudiantiles. Dada la capacidad conciliadora del zacatecano, su función será determinante para regresar ese voto a favor de la causa de Morena. Está muy claro que el lopezobradorismo requiere un actor con esas características; no es por menospreciar a nadie, pero, en este instante, no hay punto de comparación: Monreal encaja perfectamente en las cualidades de un perfil de esa naturaleza.

Y, para fortalecer esa hipótesis, ha trascendido que tanto Chiapas, Puebla, Morelos, CDMX y Tabasco, tendrán abanderado hombre, por el tema de género. Más claro que el agua, Monreal va por la Ciudad de México.