Aún sigo, como millones de mexicanos, conmovido y sumamente triste por el fallecimiento repentino de Antonio “Toño” Helguera, ocurrida el pasado viernes. Como al menos un par de generaciones de mexicanos, buena parte de mi despertar político se debió gracias a los cartones de Helguera en La Jornada, El Chamuco y Proceso.

Sus mordaces y humorísticas representaciones de personajes nefandos como Felipe Calderón, Carlos Salinas y Marko Cortés jamás tuvieron parangón. Otro punto que hay que resaltar de Helguera es su honestidad. Jamás negó su simpatía por movimientos de izquierda, como si hacen muchos hipócritas que defienden a la derecha y al neoliberalismo desde una risible trinchera de “objetividad”.

Ser un caricaturista político, o monero, como ellos mismos se definen, es un privilegio.

Mediante sus trazos y un breve texto, se puede sintetizar y mandar un mensaje más claro que cientos de páginas. Y Helguera era un maestro en su medio, como lo han reconocido desde el pasado viernes decenas de sus colegas. Ahora corresponde al Canal 22 y a la Secretaría de Cultura llevar a cabo un merecidísimo homenaje durante el transcurso de esta semana, con la proyección de especiales de Chamuco TV, donde colaboraba, así como los programas “De oficio monero”, “Antología del cinismo: homenaje póstumo a Antonio Helguera” y un programa de Chamuco TV dedicado a Helguera.

Mis condolencias a su familia, a sus compañeros moneros Los Chamucos y a los millones de mexicanos que lamentamos su muerte.

Descanse en paz.