La agenda se le complica al compañero presidente y camarada Andrés. Las cosas no le salen como él quisiera y los principales asuntos de la política nacional comienzan a salir de su control, por eso, ante los deficientes resultados y un equipo de gobierno que le miente, no le informa o es simplemente incompetente, se pone de muy mal humor y la verdad, no es para menos.

Sin argumentos

En la conferencia mañanera del martes el presidente pareció perder los estribos con la pregunta que le realizó Max de Haldevang, de Bloomberg en relación con una publicación de 2007, donde Pemex se comprometió ante Semarnat a proteger, cuidar y no construir nuevas obras por al menos 20 años en el área donde actualmente se está construyendo la refinería de Dos Bocas.

¿Será que Rocío Nahle no hizo la chamba para prevenir posibles impedimentos por zonas protegidas o simplemente no le informó al presidente?

Quizá por eso la reacción de AMLO, como un energúmeno y sin más argumento que lo que acostumbra, el ataque y la descalificación:

“Bueno, pues que estamos construyendo esta refinería, que no se llevaba a cabo ninguna acción de este tipo desde hace más de 40 años y Bloomberg nunca dijo nada porque Bloomberg, como todos los que defendían la política neoliberal, estaban de acuerdo en que México vendiera petróleo crudo y comprara gasolinas… Bloomberg no vio que hubo un tiempo en que se agotaron los yacimientos petroleros de México, sobre todo el campo Cantarell, porque lo intervinieron, le inyectaron nitrógeno para extraer más petróleo y se llegó a producir un promedio de tres millones 400 mil barriles diarios de petróleo.”

El reportero al final comentó, precisando su pregunta: “Bueno, gracias, pero esto no se trata de la política de exportar el crudo, pero más de lo que Pemex comprometió al proteger este terreno. Depende de ustedes. ¿Van a revisar por lo menos estos documentos?”

Después vino otro importante descalabro, otro tema que lo pone iracundo, el rotundo fracaso de su política hacía los pobres y el no tener cómo mejorarla.

Al tratar de “enderezar” el tema del fracaso de la consulta, sacó el estribillo de su política de bienestar y descalificó a sus oponentes:

“Salió el pensamiento rancio, conservador, que siempre se mantiene en el país desde la época de los conservadores del siglo XIX, salieron todos y se agruparon porque les molesta mucho que se ayude al pueblo, les molesta mucho que el presupuesto se destine a ayudar a la gente más humilde.”

El problema es que los datos indican otra cosa, así lo mostró en un interesante artículo Gonzalo Hernández Licona, exsecretario Ejecutivo de Coneval y actual director de la Red de Pobreza Multidimensional (MPPN).

Con base en datos de la Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del INEGI, en su artículo señala que el apoyo monetario de programas sociales y de becas gubernamentales se incrementó en 45% en términos reales entre 2018 y 2020.

Sin embargo, prevalece un problema grave en la distribución de los apoyos, que favorecen, aunque usted no lo crea, a la población de mayores ingresos. “El problema es que cuando se observa lo que recibieron los hogares más pobres -específicamente el diez por ciento más pobre, también conocido como el decil I de ingreso- las transferencias gubernamentales cayeron 32%. AMLO incrementó los programas sociales respecto a 2018, pero le redujo el apoyo a la población más pobre”.

Señala además que al treinta por ciento de las familias más ricas del país se les incrementó en 129% el apoyo de programas sociales y becas gubernamentales y para el 20% de las familias más pobres las transferencias del gobierno cayeron un 32%. Con tan sólo uno de los ejemplos que mencionó, se muestra esta terrible disparidad: De acuerdo con la ENIGH, el apoyo total a adultos mayores aumentó 185% entre 2018 y 2020. Pero mientras que el incremento para el primer decil fue de 17%, para el decil más rico fue de 457%.

En el tema de la consulta que no le salió y que de paso dejó en evidencia los problemas al interior de Morena y de su gabinete para “acarrear” a la gente a votar, su respuesta, aparte de echar la culpa a otros, fue destruir las instituciones que no lo obedecen: “Hay que buscar que se reforme todo lo electoral. En su momento vamos a presentar una iniciativa de reforma en lo electoral porque sí tenemos que ir fortaleciendo cada vez más el método democrático”.

Se suma el tema de la inseguridad que va en aumento y rebasa los niveles de violencia de sus antecesores en homicidios y masacres. El fracaso de las compras consolidadas por parte de Hacienda que anunció a principio de su administración “para generar ahorros y eliminar la corrupción”, pero que resultó en tal fracaso, que ahora existe más corrupción y desabasto por lo que tuvo que cambiar el encargo al nuevo secretario de la Función Pública.

Otro tema que resulta de lo más grave, es su incapacidad y la de su equipo para resolver un problema que él mismo generó, el desabasto de medicinas, a la mitad de su sexenio no hanencontrado la forma de resolverlo y el problema crece y, del manejo de la pandemia, ya mejor ni hablar.

Lo lógico es que, con tantos problemas y ante la ineficiencia de su equipo de gobierno, el compañero presidente ya se moleste, pero el compañero y camarada debe serenarse y empezar a actuar como un estadista y no como jefe de partido o coordinador de su eterna camoaña.

Sereno, miles de mexicanos queremos, sin odio que de resultados ¿nos permite ayudarle sin sus lambiscones?