El modelo económico en base a adaptar franquicias de superhéroes está prácticamente agotado. Lo digo como una persona que desde la primaria comenzó a leer estas historias, impulsado por el boom noventero de “La Muerte de Supermán” y la gran tradición de historieta de nuestro país.

Si las historias de la “Fase 3” de Marvel ya comenzaron a dar muestras de ser tediosas y repetitivas, el desgaste es más que obvio para la “Fase 4”, en donde ni siquiera aparecerán las estrellas y los personajes que los llevaron a la fama (Iron Man y Capitán América, interpretados respectivamente por Robert Downey Jr. y Chris Evans), dejando lugar a personajes segundones de los que si acaso se salva el único ícono mundial con el que cuenta Marvel desde hace décadas, el Hombre Araña.

DC y Warner, pese a contar con tres de los personajes más icónicos del llamado “noveno arte”, Superman, Batman y la Mujer Maravilla, no pudo hacer un universo “coherente” como su gran rival. Ha tenido grandes éxitos como la trilogía de Batman dirigida por Christopher Nolan y la reciente adaptación de Joker. El intento de Zack Snyder de reunir todos los personajes importantes de DC en la Liga de la Justicia, se vio interrumpido por una tragedia personal. Actualmente, la empresa ha preferido hacer películas sin tanta base en otras entregas anteriores, como es el caso de The Suicide Squad.

Dentro de lo positivo de esta secuela, o “Soft Reboot” de la anterior “Escuadrón Suicida”, se encuentra la dirección de James Gunn, el director enfocado en cine de horror y comedia, responsable de las cintas de “Guardianes de la Galaxia”.

Los toques visuales de The Suicide Squad se perciben como un cómic en plena vida real. La violencia es exagerada y estilizada, dejando de lado cualquier pretensión de “realismo” de cintas anteriores basadas en el Universo DC.Sumemos a esto la aparición de un par de buenos actores como Idris Elba interpretando al mercenario Bloodsport, Margot Robbie como la protagonista Harley Quinn y hasta el mismísimo Sylvester Stallone como “King Shark”, en uno de sus mejores papeles cómicos de su ya larga trayectoria y la película resulta ser todo un festín para los fans de la comedia y las novelas gráficas.

De manera similar a las cintas de los ochenta y noventa, Gunn se da el lujo de hacer una crítica al gobierno de su propio país con una trama relacionada con armas biológicas y golpes de estado en Latinoamérica, encarnados en la nación ficticia de “Corto Maltese”, el equivalente de DC de Panamá o cualquier otro país latinoamericano que haya sufrido invasiones e injerencia gringa.

En el elenco de The Suicide Squad prácticamente no hay personas bondadosas, aunque hasta algunos de los villanos más dementes tienen muestras de compasión y heroísmo y los yanquis más ultrapatriotas resultan ser los peores asesinos sanguinarios. Se agradece que un director maduro como Gunn no caiga en el cliché de los norteamericanos como “salvadores del mundo”.Sin embargo, como comentamos en un principio, el modelo de las películas basadas en cómics ya está agotado.

Si Marvel y algunas cintas de DC dominaron la taquilla durante toda la década pasada, afortunadamente no será así durante esta. Quizás el mejor cine se vaya a las plataformas de streaming o a salas independientes, pero, por favor, no queremos ver otras 10 secuelas de la obra creada hace ya varias décadas por la mente maestra del legendario escritor John Ostrander. Ese modelo ya caducó y está agotado.