Miguel Ángel Mancera dejó la Ciudad de México hecha un desastre; terminado su mandato, con conveniente amnesia y evidente arrogancia, el exjefe logró colarse en el Senado, estuvo deambulando en el recinto, maquinando en secreto con Zambrano, la posibilidad para postularse candidato de la oposición a la presidencia de la república para el 2024.

Ya en el Senado, Miguel Ángel Mancera mantuvo un bajo perfil. El reprobado exjefe de gobierno aprovechó los beneficios que le confiere el cargo de senador para mantener sus privilegios, para que las acusaciones en su contra por corrupción se desvíen hacia otros y, por qué no, queden sin validez para salir impune. En el cargo mantiene los nexos y la influencia necesaria para no ser investigado; despreocupado, ha visto a sus subordinados y colegas caer mientras él, agazapado, sigue.

Miguel Ángel Mancera dejó el cargo como jefe de gobierno de la Ciudad de México con una aprobación del 24%. Ha sido el peor calificado. Marcelo Ebrard dejó el cargo del entonces Distrito Federal con un 63% y Andrés Manuel López Obrador con un 76%.

Mancera fue y debe ser recordado como una decepción, un traidor. Arrasó con un 63% en las elecciones, y desde que ocupó el cargo de la capital de la república, ésta se convirtió en negocio para él y sus colaboradores.

Teniendo ese oscuro y corrupto historial, Mancera tiene el cinismo de querer ser presidente de la república. Su amnesia selectiva es evidente… Los capitalinos tenemos memoria porque fuimos víctimas de sus arbitrariedades, de sus imposiciones, de su gobierno fallido.

Mancera ha sido fotografiado sentado en las elegantes sillas del Senado, los altos y negros respaldos tallados en fina madera, le quedan grandes. Es una lástima que aposentos tan hermosos estén ocupados en su mayoría por funcionarios flojos y corruptos que están ahí solo para aprobar planes para auto otorgarse más beneficios. Dudan y debaten durante horas mientras se traten de propuestas que beneficien al pueblo.

Mancera tenía que seguir activo en la política para afianzar lazos, mantener las conexiones; sobre todo mantener su fuero. El nombre de Miguel Ángel Mancera ha sido mencionado en múltiples casos de corrupción, uno de ellos en el del “cártel inmobiliario”; en la gestión de Mancera la construcción de edificios y centros comerciales fue desmedida. La mayoría de las torres de departamentos que fueron construidos, no respetaron el uso de suelo ni el número permitido de pisos.

Para Miguel Ángel Manera el ex Distrito Federal se convirtió en un jugoso negocio. Le cambió el nombre sin realizar una consulta ciudadana; despilfarró millones de pesos de nuestros impuestos porque todo tuvo que ser sustituido con la nueva marca: papelería con el nuevo logo, anuncios, placas, licencias, tarjetas de circulación; tuvo el absurdo detalle, de poner en cada semáforo de la Ciudad de México una mini calcomanía con la marca CDMX.

¿Cuánto se habrá gastado para cambiar la imagen de la ciudad? ¿Cuál fue el beneficio? Solo Mancera lo sabe. ¿Cuánto dinero se habrá desviado? ¿Quiénes habrán “ganado” las licitaciones”?

La Ciudad Rosa”, de la que solo se enorgulleció Miguel Ángel Mancera, pronto se tiñó de rojo. El número global de delitos creció, los homicidios dolosos se incrementaron, los ataques con armas de fuego subieron más del cien por ciento. Dejó, este personaje con total indiferencia, a la ciudad capital con la tasa más alta de violencia en los últimos veinte años.

Mancera y su fallido equipo maquillaron las cifras delictivas. Negó de manera contundente que hubiese narcomenudeo, también mintió afirmando que en la ciudad que “gobernaba” no operaban cárteles del narcotráfico. No le quedó más remedio que aceptar que existían después de un enfrentamiento de cárteles en Tláhuac.

El 13 de diciembre de 2013, cuando millones de usuarios estaban felices por el festejo a la Virgen de Guadalupe, el exjefe capitalino incrementó la tarifa del Metro; de tres a cinco pesos bajo la promesa que el servicio mejoraría. Situación que no sucedió, de hecho las instalaciones del Metro empeoraron; los trabajadores de mantenimiento no tenían refacciones. El Metro siguió con los cortocircuitos, con los retrasos y la escasez de trenes aumentó. Las inundaciones fueron más frecuentes, la mafia del comercio informal se fortaleció, los vendedores se multiplicaron por todas las estaciones, en cada vagón, cada uno explotado por un algún líder y éstos a su vez, solapados por el director del Metro. El Sistema Colectivo Metro está atrapado en una intrincada y bien consolidada red de corrupción en la que con el incremento ganaron muchos funcionarios, los que perdieron, y mucho, fueron los usuarios. No se compraron los 45 trenes que Mancera prometió, solo “alcanzó” para diez, tampoco se integraron los 105 que estaban varados. ¿Dónde quedó el dinero? Es evidente que no se utilizó para mejorar el transporte.

Nunca se supo qué pasó con los millones de pesos que se recaudaron con los parquímetros. El negocio arrojaba ganancias de 22.5 millones de dólares por año; de lo acumulado, el 30 por ciento debía haberse utilizado para mejorar la pavimentación, la seguridad de las colonias en las que fueron instalados; habrán bacheado, dejando montículos mal hechos que desaparecían con las lluvias, no fueron reparadas las banquetas, no se instalaron las rampas para personas que se trasladan en sillas de ruedas, y la inseguridad creció.

Las fotomultas de 2016 a 2018 recaudaron aproximadamente tres mil 600 millones de pesos, de los cuales 46 por ciento se entregó a las empresas dueñas de las cámaras, mientras el resto tuvo que haber ingresado a las arcas de la Tesorería; nadie sabe, no existe evidencia en qué se usaron esos recursos. Miguel Ángel Mancera dijo que ese dinero sería canalizado para la reconstrucción de la capital por los daños causados por el sismo del 19 de septiembre de 2017. Nunca se destinó el dinero para la restauración y no debemos olvidar jamás que las donaciones que realizaron otros países desaparecieron.

El gobierno de Mancera fue opaco, oscuro, corrupto. Enojo y frustración nos provoca recordar ese negro sexenio… Mancera, siempre ajeno al caos que dejó, eso sí, está indignado por haber sido eliminado de la lista del proceso del “Frente Amplio por México”; como sea, él seguirá, no descarta una alianza entre el Partido de la Revolución Democrática (PRD), -los restos de este partido- con Movimiento Ciudadano.

Ningún candidato de la oposición tiene posibilidades; las alianzas todas, no tienen peso y menos credibilidad, cada uno de los posibles candidatos tienen un corrupto y negro pasado, justo como Miguel Ángel Mancera.