“Cuando pensamos que estamos dirigiendo nos están dirigiendo a nosotros”.

LORD BYRON

La telenovela mexicana más vista, traducida y recordada de todos los tiempos es ‘Los ricos también lloran’. Drama que catapultó a la fama a Verónica Castro y que llevó a Emilio Azcárraga Milmo “el Tigre” a decir: “México es un país de una clase modesta muy jodida… que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil. La clase media, la media baja, la media alta. Los ricos como yo no somos clientes, porque los ricos no compramos ni madres.” En otras palabras, que en Televisa se hacían (¿hacen?) novelas para jodidos para que permanecieran jodidos aunque, eso sí, entretenidos.

Curioso: muchos años después, las políticas públicas, las acciones implementadas y el discurso pronunciado por la 4T son para pobres y para que estos sigan estando bien pobres aunque, eso sí, manipulados cual más.

De hecho, ha resultado ser un régimen que produce más pobres, mientras un sector de la élite política continúa haciéndose rica, más rica, al amparo de la mentira y cobijada por la opacidad.

Y en este culebrón que nos ha tocado vivir, para que la narrativa convenza, el presidente historiador sabe que ‘la mujer del césar no solo debe de ser casta, sino parecerlo’. Por ende, el escándalo en prensa y redes sociales por la Mansión del Bienestar’ que habitó su vástago mayor en Estados Unidos le tiene tan contrariado.

En el 2018, al rendir protesta, Andrés Manuel López Obrador dijo que él solo era responsable de lo que hiciera su hijo menor de edad Jesús Ernesto, no de los demás. También aseguró que no permitiría que su familia y amigos tuvieran injerencia en su gobierno.

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Pero la defensa que ha hecho de José Ramón López Beltrán desde Palacio Nacional a través de operadores y seguidores, por no hablar de muchas otras cosas, contradice lo anterior. Y por cuanto a la injerencia, el tráfico de influencias y el conflicto de interés de sus familiares, el presidente nos ha quedado a deber muchas, demasiadas explicaciones.

La deuda que el primer mandatario tiene con todos nosotros —los que votaron por él y los que no— no se salda con presentar a su hijo como víctima colateral de sus críticos. Tampoco desacreditando al periodista que reveló el asunto ni demostrando que dichas prácticas se estilaban antes al por mayor. Menos aún llamando a la resistencia (José Ramón incluido) a las “embestidas mediáticas”, mientras el padre calla con un silencio sepulcral, muy contrario a su cotidiano actuar.

Poner a salvo su honestidad y la de los suyos pasa por explicar QUÉ HACÍA su hijo y la esposa de este residiendo entre 2019 y 2021 en una casa que pertenecía a Keith Schilling, presidente de Baker Hughes, empresa que hace millonarios negocios con Pemex.

Ese es el conflicto que causa estragos en López Obrador. Ese, y no otro, es el problema que cimbra a esta administración. Y ese es el pasivo por el que tiene que respondernos a todos nosotros.

Los negocios al amparo del poder en donde familiares siguen obteniendo canonjías, donde la casa de Houston es el epítome de diversas acusaciones sustentadas en contra de los hermanos, primos y colaboradores de López Obrador.

Y si las de antes no afectaron la imagen del tabasqueño, los posibles conflictos de interés y el tráfico de influencias de la esposa de su su retoño le explota y rompe su discurso de austeridad, de combate a la corrupción, de honestidad, de probidad y de honorabilidad.

No existe explicación substanciada de las casas, los dineros, los fideicomisos, los préstamos, los contratos, las aportaciones. No, no las hay. Lo que existe, como hace 45 años, es un pueblo jodido que cree en la trama que se le ofrece: la de que los ricos de la 4T también lloran.

Pero la realidad, fuera de escenarios es muy distinta. Se llama influyentismo; reside en el engaño de importante sector de la población; pasa por dominar el arte de la victimización; se trata, en suma, del uso del otro para beneficio exclusivo del manipulador.

Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero