El partido Morena publicó ayer en su cuenta de Twitter: “El mejor presidente en la historia de México” “Buenos días” mostrando una fotografía triunfal del presidente AMLO, como si éste haya sido, al día de hoy, un buen presidente. (Yo me pregunto cuándo se pintará un retrato ecuestre de AMLO al estilo de “Napoleón cruzando los Alpes”.) Unas cuantas palabras nos ofrecen el grado de autoafirmación y narcisismo presentes en el actual régimen.
Yo he reconocido en columnas anteriores que quizá el único logro de AMLO ha sido alcanzar que la mayoría de los mexicanos se identifiquen plenamente con él; que crean en sus palabras, que escuchen sus discursos y que descalifiquen a cualquier persona e institución que es atacada por el propio presidente. Esto es el resultado del gran carisma del mandatario y de la incontestable conexión y embrujo que ejerce el jefe del Estado sobre un gran número de ciudadanos.
Desafortunadamente para México, este carisma y genio político no se ha traducido en buenos resultados para los mexicanos. Por el contrario, México no vive buenos momentos. Derivado de factores externos y de condiciones estructurales, la pandemia ha golpeado seriamente a un país con un paupérrimo sistema público de salud. En materia económica, las noticias no son halagüeñas. En seguridad ¡ni hablar! El crimen organizado campea libremente y continúan los lamentables asesinatos de periodistas.
A pesar de todos estos fracasos, AMLO y Morena creen firmemente que el presidente tiene una fuerza moral que debe pervivir. Ahora, el presidente, a través de la Secretaría de Educación Pública, busca reformar los contenidos de los libros de texto gratuito para imbuir en los niños y jóvenes la admiración por el presidente, y adoctrinarles en la ideología de la 4T. Sugiero, en este contexto, la lectura de la columna de Eduardo Backhoff Escudero en El Universal, ex presidente del extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, experto en materia educativa.
¿Qué se les enseñará a los niños y jóvenes mexicanos? ¿A amar a AMLO y creer fielmente en su doctrina al estilo del Tercer Reich? ¿Que AMLO es el sucesor legítimo de Juárez y que solamente él es digno de evocar su nombre? ¿Buscarán enseñar que AMLO, a pesar de sus ostensibles fracasos en todas las materias evaluables, se ha alzado a la altura de Hidalgo, Juárez y Madero?
Así debe entenderse la trascendencia de AMLO ¿o no? Si López Obrador encabeza una cuarta transformación, y aquellos personajes fueron claves en las tres transformaciones previas, vale suponer que el actual presidente merece un lugar en los libros de historia en el mismo escalafón de mérito que ellos. ¡Hasta allí ha llegado hoy el ego de AMLO y de sus seguidores! No les ha bastado con autodenominarse 4T sin esperar el juicio que la propia Historia hará del periodo.
Por lo otro lado, debemos rechazar sin ambages el modelo de las asambleas 2022 para la reforma de los libros de texto. Esto no es más que una simulación mañosa de democracia participativa que nada abonará a la calidad educativa de los niños y jóvenes mexicanos. Esta labor – la de la definición y redacción de contenidos- pertenece en solitario a la Secretaría de Educación Pública.
Pero no una SEP como la entiende AMLO, sometida a la ideología personal del presidente y dispuesta a satisfacer sus necesidades de adoctrinamiento y trascendencia, sino como un ministerio de educación formado por especialistas que, de acuerdo a la evidencia, plasmarán en los textos lo que mejor convenga para el futuro de los niños de México.
En suma, AMLO y su movimiento se superan a sí mismos. Buscarán ahora someter a nuestros niños y jóvenes a un adoctrinamiento mañoso, parcial e ideologizado que nada abonará a sus competencias para hacer frente a una realidad global cada día mas compleja y competitiva; adoctrinamiento disfrazado de dizque democracia participativa. México, con la fuerza de su gente y de su historia, merece un mejor destino.